Estudiantes de la Escuela de Talentos Académicos de la UACh colaboran en investigación sobre el impacto de los medios de comunicación durante la pandemia, liderada por investigadores de Imhay

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Estudiantes de la Escuela de Talentos Académicos de la UACh colaboran en investigación sobre el impacto de los medios de comunicación durante la pandemia, liderada por investigadores de Imhay

Niños, niñas y jóvenes de la Escuela de Talentos Académicos de la UACh fueron elegidos para un estudio nacional que revela cómo les han afectado los mensajes transmitidos por medios de prensa durante la pandemia.

Los participantes provienen de la Región de Los Ríos y de Castro en la Región de Los Lagos. Investigación fue publicada por la U. de Heidelberg en Alemania.

“La instancia fue un espacio de catarsis de situaciones vivenciadas en diferentes espacios geográficos. Gracias a los testimonios de alumnos de ALTA UACh se pudo entender que la vivencia de la pandemia en el campo ha resultado ser muy diferente a lo que puede ocurrir en sectores urbanos, donde se ha percibido un mayor grado de encierro y angustia”, indica la psicóloga e investigadora doctoral de Imhay, Tamara Hoffmann

¿Cómo han estado viviendo los niños y jóvenes la pandemia? Esta es una de las preguntas que se planteó el Instituto de Datos e Inteligencia Artificial de la U. de Chile, que realizó un estudio a nivel nacional en el que participaron estudiantes de la Escuela de Talentos Académicos de la Universidad Austral de Chile (ALTA UACh).

Uno de los puntos de partida de la investigación fue entender los efectos de los mensajes transmitidos por medios de comunicación, que mayoritariamente atribuían a la irresponsabilidad de jóvenes el aumento de los contagios de coronavirus.

El equipo que abordó esta materia estuvo integrado por Lionel Brossi (Facultad de Comunicación e Imagen de la U. de Chile y Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes, Imhay); María Jesús Ibáñez Canelo (Facultad de Comunicación e Imagen de la U. de Chile); Tamara Hoffmann (U. de Chile, Pontificia U. Católica de Chile y Núcleo Milenio Imhay); Ana María Castillo (Facultad de Comunicación e Imagen de la U. de Chile); y Sandra Cortesi (Departamento de Investigación de Comunicación y Medios de la U. de Zurich).

Debido a las restricciones propias de la crisis sanitaria, entre marzo de 2020 y marzo de 2021 se realizaron talleres en línea. Los participantes fueron convocados a través de redes sociales, principalmente vía Instagram. Asimismo, la psicóloga e Investigadora Doctoral de Imhay, Tamara Hoffman, propició la integración de la Escuela de Talentos Académicos ALTA UACh, institución en la que trabajó como coordinadora y profesora durante cinco años. Ello permitió una representatividad territorial mucho mayor de la zona sur con niños y jóvenes de las 12 comunas de la Región de Los Ríos y de Castro en la Región de Los Lagos.

Así fue como tomó forma “Juventud, medios de comunicación y discurso público durante la pandemia en Chile”, un estudio cualitativo y cuantitativo.

El estudio fue liderado por el académico de la Facultad de Comunicación e Imagen e Investigador Adjunto de Imhay, Dr. Lionel Brossi.

“Me pareció muy interesante considerar las opiniones de los estudiantes de ALTA UACh porque pertenecen a dos regiones y porque también son de sectores rurales y urbanos. Cuando comenzó la pandemia, los medios comenzaron con un discurso en el que se culpaba a los jóvenes por no cumplir con las medidas sanitarias. Surgió entonces la duda de que si esto podía o no ser verídico, y la necesidad de saber qué es lo que ellos estaban percibiendo”, dice Hoffmann, actual estudiante de Doctorado en Psicoterapia de la U. de Chile y del Núcleo Milenio Imhay.

Para obtener respuestas hubo jornadas de diálogos con preguntas dirigidas y una reflexión abierta sobre temas como, por ejemplo, la afectación causada por los mensajes transmitidos por los medios de comunicación. La interacción vía web fue sin interrumpir los horarios regulares de clases en establecimientos educacionales y en ALTA UACh.

Junto con valorar y agradecer la participación de la Escuela de Talentos Académicos de la Universidad Austral de Chile, Tamara Hoffmann destaca la importancia del estudio. “La instancia fue un espacio de catarsis de situaciones vivenciadas en diferentes espacios geográficos. Gracias a los testimonios de alumnos de ALTA UACh se pudo entender que la vivencia de la pandemia en el campo ha resultado ser muy diferente a lo que puede ocurrir en sectores urbanos, donde se ha percibido un mayor grado de encierro y angustia”, dice.

Y agrega: “El desgaste emocional es otro de los elementos descritos por los niños y jóvenes que debieron someterse a la situación de tener clases online con el impedimento de ver a sus compañeros y profesores por un largo período de tiempo. Estuvieron sometidos a un sistema que nunca estuvo pensado en ellos, sino que más bien en el lograr un rendimiento desde el punto de vista académico”.

Una de las revelaciones que arrojó el estudio y que destaca Hoffman es que los jóvenes no se identificaban como tales. “Es curioso. Algunos se identificaban más como niños y algunos como personas más grandes. La palabra ‘joven’ no fue representativa de todo el grupo y eso nos pareció curioso de identificar. Se estableció una no correspondencia con la edad biológica, tal vez generada por la imposibilidad de no poder vivir los procesos propios de la adolescencia con normalidad, al tener que estar todo el tiempo frente a una pantalla y no haciendo una vida social normal”.

El artículo “Juventud, medios de comunicación y discurso público durante la pandemia en Chile” fue publicado por la U. de Heidelberg. Es parte de un proyecto mayor que busca comparar la realidad nacional con aquello que ha estado ocurriendo en el resto de Latinoamérica.

Entre las conclusiones, se lee:

“Los participantes informaron que, a lo largo de la pandemia, los medios de comunicación, especialmente la televisión, han cambiado su estrategia informativa. Perciben que en un principio se brindaba información sobre la pandemia y medidas preventivas, pero con el tiempo el contenido informativo y la construcción de la noticia se fue haciendo cada vez más sensacionalista, induciendo miedo y, en consecuencia, un mayor desinterés de los jóvenes por las noticias sobre la pandemia”.

“En relación a cómo los participantes entienden la noción de bienestar, se observó que sus nociones y reflexiones se elaboran más desde una perspectiva colectiva que individual, en lo que se refiere al bienestar físico, cognitivo y emocional. Es decir, tanto sus prácticas como su percepción de su propio bienestar se ponen en relación con un ‘otro’ muy presente que es reconocido tanto como un agente que afecta su bienestar –en un sentido complejo– como también como un sujeto afectado por sus propias prácticas. Así, el bienestar es entendido como un estado y un acto relacional que se centra principalmente en las dimensiones del cuidado personal –o la falta del mismo– y el cuidado de los demás”.

La investigación está disponible en el siguiente enlace: https://journals.ub.uni-heidelberg.de/index.php/hciaswp/article/view/91565/86279?fbclid=IwAR3z355_NtHor9WspAvdz9tkkjoD-Ok50A1BJN09M_7Kwi5Zb0ue0pVISLE

Fuente: Comunicaciones ALTA UACh.

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Investigadora Doctoral de Imhay, Daniela Lira, habla sobre la importancia de pedir y ofrecer ayuda en programa Sanamente de CNN Chile

Millones de personas a nivel mundial viven difíciles momentos, ya sea causa de alguna enfermedad física, psicológica o del mismo día a día y sus complicaciones. En esas oportunidades, el apoyo de alguien más es fundamental.

En un nuevo capítulo de Sana Mente Daniela Lira, psicóloga clínica de la Universidad de Chile e investigadora doctoral del Núcleo Milenio Imhay, sostuvo que “podemos pasar por diferentes situaciones complicadas durante nuestra vida, ya sea dificultades académicas, en el trabajo, en nuestras relaciones personales. Frente a tales situaciones es normal sentirse un poco abrumado, desanimado o desmotivado, pero no siempre debemos solucionar las cosas solos“.

“A veces pensamos que vamos a molestar al resto si es que pedimos ayuda o que tenemos ese mandato cultural de que hay que solucionar las cosas solos, de que hay que ser siempre fuertes. Sin embargo, eso puede llevar a mayores dificultades. Por lo tanto, es importante hablar con gente que sea cercana a ti“, agregó la investigadora de Imhay.

Ve la nota realizada a Daniela Lira, en el siguiente video:

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Alegría de Vivir: La agrupación de mujeres que superó la depresión

En cuanto supo que había sido galardonado con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas 2022, el psiquiatra e Investigador Senior de Imhay, Dr. Ricardo Araya, se acordó de un ensayo clínico con mujeres con depresión de La Pintana. Más de 20 años después de ese proceso, ellas se siguen reuniendo semanalmente. Empoderadas, se apoyan entre sí y a quienes acudan a su encuentro buscando lidiar con esta enfermedad que afecta más fuertemente a las mujeres de sectores vulnerables.

No lo pensó dos veces. Tan pronto se le pasó la sorpresa por haber sido reconocido con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas 2022, el psiquiatra Ricardo Araya, radicado en Londres, supo que era momento de viajar a Chile. Y no solo eso: era hora de darle las gracias personalmente a un grupo de mujeres en La Pintana que había marcado para siempre su trayectoria profesional.

“Cuando me llamó el ministro de Educación (Marco Antonio Ávila) y me explicó en qué se habían basado para tomar esta decisión, me dijo que era muy importante el hecho de que yo trabajara en salud mental. Y me puse a pensar que, si bien he hecho muchas cosas, el estudio que hice con esas mujeres era uno de los más fundamentales de mi carrera. Porque salió publicado en la revista Lancet (la más importante de Medicina) y porque fue hecho después en varias partes del mundo”, reflexiona Ricardo Araya, investigador del King’s College London y del Senior del Núcleo Milenio Imhay.

Su trabajo con ese grupo de La Pintana fue adaptado y replicado en Líbano, Pakistán, Zimbabwe, Brasil, Perú y Tanzania.

Pero lo que pasó con las mujeres de La Pintana, insiste el psiquiatra, “es una historia única”. “Es el ejemplo más impresionante de empoderamiento femenino que he visto en mis más de 30 años de trabajo”.

Cuando recuerda el año 2000, Fresia Campillay no puede sacar de su memoria la escena de su jaula de pajaritos vacía.

Ella, que siempre había sido una mujer movida, que cosía y confeccionaba a menudo, que era dirigente social, que había sido parte de la directiva del colegio de sus hijas, que era parte de la unidad vecinal, de pronto no tenía ganas de nada. Pasaba el día en la cama y solo se levantaba cerca de las 18:00, cuando faltaba poco para la llegada de su marido a la casa. No cosía, no participaba de actividades con la comunidad. Ni tampoco bajaba las escaleras al patio delantero de la casa, a cuidar sus pajaritos. Ellos no pudieron resistir y murieron mientras Fresia seguía en su cama.

A nadie le contaba cómo se sentía. Tampoco cómo le había impactado el haber cuidado de su madre -con cirrosis hepática- y a su padre hasta sus últimos días.

“Ayudé mucho a mi mamita en su enfermedad, y después de repente ella falleció. Y al poquito tiempo mi papá se dejó estar, no comía… Y falleció al año. Después de eso, yo caí enferma”, relata.

No muy lejos de su casa, también en La Pintana, otras mujeres también estaban teniendo dificultades para salir de sus camas.

Al hogar de Berta Hidalgo llegaron varios miembros de su familia, desequilibrando su ritmo de vida y generando una ola de peleas y discusiones.

En la casa de Irma González, su hijo que iba en cuarto medio le informó que iba a ser papá y ella sabía que tendría que hacerse cargo de muchas cosas.

Mientras tanto, Gladys Garrido lidiaba con el duelo por la muerte de su hija. Y María Angélica Labarca lloraba la pérdida de su hija por drogadicción, de su hijo asesinado y tenía que lidiar con una relación abusiva con su pareja, quien controlaba cada uno de sus pasos.

A fines de la década de 1990, las estadísticas indicaban que la depresión era más presente en mujeres, particularmente en los grupos socioeconómicos más bajos. Al doctor Ricardo Araya le interesaba poder apoyar a este segundo grupo y le comentó a un colega suyo del National Institute of Mental Health (NIMH), de EE.UU., el plan que tenía con distintos colegas.

A diferencia de Estados Unidos, donde el tratamiento de la depresión se centraba en el medicamento, la propuesta de Araya consistía en primero empoderar a las pacientes y al personal no-médico para que asumieran roles protagónicos en el tratamiento a través de conversaciones en grupo sobre su situación personal.

El NIMH otorgó financiamiento al equipo chileno para realizar un estudio en Santiago con ese enfoque. Y después de mucho tira y afloja con el Ministerio de Salud, este también le dio su respaldo.

El año 2000, mientras Fresia, Berta, Irma, Gladys y María Angélica no se sentían bien, el doctor Ricardo Araya y su equipo definieron que el mejor lugar para hacer su ensayo clínico controlado era en la atención primaria, porque dos tercios de quienes acudían a esos espacios eran mujeres.

Eligieron hacerlo en La Pintana. Su idea: contar con un grupo de psicoeducación y un monitoreo sistemático de la evolución de distintas mujeres que dijeran, en grupo, qué estaban viviendo. Para esto, contarían con enfermeras y trabajadoras sociales. El tratamiento farmacológico sería solo para los casos más severos.

Maritza Rojas tenía 28 años cuando el tutor de su beca de Medicina Familiar UC, Klaus Püschel, le propuso trabajar la temática de depresión en atención primaria en La Pintana, donde ella estaba haciendo su práctica. “Era un tema que me atraía mucho, principalmente en sectores más vulnerables, porque yo veía que había mujeres que eran matriarcas, que eran fuertes, pero que tenían que lidiar con situaciones complejas”, recuerda.

La idea del doctor la atrajo de inmediato: no solo trabajaría en el tema que más le gustaba, sino que además lo que hiciera ahí le serviría como proyecto final de su beca.

Entre otras funciones, a Maritza le tocaba -junto a la trabajadora social Nancy Parra- leer las fichas de las pacientes que llegaban al consultorio e identificar, de acuerdo con sus respuestas, si estas podían o no unirse al grupo del ensayo clínico.

Cuando se enfrentaban con respuestas como “me cuesta salir de la cama”; “no estoy comiendo como de costumbre”; “me tocó vivir algo difícil recientemente”, entre otras, llamaban a las pacientes y las invitaban a acudir al doctor de “salud mental” (hoy psicólogos).

Así fue como llamaron a, entre otras, Fresia, Berta, Irma, Gladys y María Angélica.

“Me llamaban y me decían que fuera, que fuera, que tenía que ir al consultorio. Yo les decía ‘¿a qué voy a ir? ¿Para qué? No, gracias’, y no me levantaba en todo el día. Pero al día siguiente me volvían a llamar, y al otro también, hasta que decidí ir”, recuerda Fresia.

Cuando lo hizo, llegó a una sala en la que solo había mujeres. Casi todas vestían ropa oscura. Estaban serias y desconfiadas. No sabían qué hacían allí. No les había gustado eso de que les dieran un carnet diciendo “salud mental”. “¡No estamos locas!”, comentaban. Y claro que no, no lo estaban.

En el grupo, Maritza y Nancy las invitaron a hablar de lo que les estaba ocurriendo y de qué les hacía sentir lo que les había pasado.

“Cuando escuché por primera vez lo que le había pasado a la María Angélica, se me hizo un nudo en la garganta”, afirma Irma. Algo similar ocurrió con cada una de ellas a medida que iban escuchando sus historias. “Era una cosa bastante increíble, porque veíamos que así como una estaba encerrada en su casa, sin querer hacer nada, a unos pasajes de distancia otra de nosotras estaba igual”, añade Berta.

En esos encuentros semanales, un total de 26 mujeres de La Pintana lloraban, se reían, encontraban similitudes y diferencias entre sus historias. Ahí se desahogaban -”que era una cosa que no podíamos hacer en nuestras casas”, menciona Gladys-, y también entregaban a las profesionales una pequeña ficha en la que iban reportando a qué horas se estaban levantando de la cama, a qué horas comían y qué otras actividades realizaban. Además, aprendían qué era lo que tenían: depresión.

“Empezamos a sentir que lo que estábamos viviendo no era algo anormal, al revés: era algo que pasaba a mucha gente y de lo que podíamos mejorar. Poquito a poquito lo íbamos haciendo, y la Nancy lo destacaba. En mi caso, ya no me levantaba a las 18:00, sino a las 15:00. Iba mejorando semana a semana”, cuenta Fresia.

Al cabo de seis meses, los resultados del ensayo clínico eran sólidos: las mujeres que habían recibido ese programa de atención obtuvieron una tasa de recuperación de 70%. En contraste, en el grupo que había seguido con el tratamiento habitual (centrado en los fármacos), solo 30% se había recuperado.

Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Lancet y difundidos en todo el mundo. En Chile, aportó el modelo inicial para el programa de tratamiento de depresión en atención primaria. En 2003, se expandió con las guías de los programas AUGE o GES, garantizando protección financiera del tratamiento.

Y si en el año 2000 menos de 600 mujeres trataban su depresión en los centros de atención primaria en Chile, dos décadas después ese número se multiplicó por 100, llegando a 60.000 mujeres en 2019, según cifras oficiales. En ese período, el tratamiento de la depresión alcanzó a más mujeres pobres que en los cien años previos.

Pero nada de eso lo supieron aquellas mujeres de La Pintana. Aunque habían superado su depresión participando del ensayo clínico, les dio mucha pena ser dadas de alta. ¿Por qué, si unirse había hecho con que mejoraran, ahora tenían que separarse?

“Cuando nos dieron de alta, ya nos habíamos hecho amigas y sentíamos que era importante seguir apoyándonos, aunque fuera una vez por semana. Por eso decidimos seguir con el grupo, aunque fuera por las nuestras, ya lejos del consultorio”, detalla Fresia.

Las 26 mujeres aceptaron continuar reuniéndose. Al cabo de un tiempo, convencidas de la importancia de lo que estaban haciendo, decidieron hacer elecciones periódicas para elegir a la presidenta, la secretaria y la tesorera del grupo. Más tarde, llegaron a la conclusión de que este tenía que tener un nombre, y Blanquita Aranguis (ya fallecida), les propuso “Alegría de Vivir”. Unánimemente decidieron que así se llamarían.

Al cabo de un año reuniéndose todos los miércoles, de 15:00 a 19:00 en La Pintana, esas mujeres resolvieron inscribirse como organización en la Municipalidad. A la hora de hacerlo, explicaron que su objetivo era apoyar a otras personas a lidiar y superar la depresión, como ellas lo habían hecho.

Durante varios años, desde los consultorios de La Pintana, la propia trabajadora Nancy Parra recomendaba a las pacientes que eran dadas de alta que acudieran a Alegría de Vivir. Con el tiempo, ya no se hizo necesaria esa gestión: la agrupación ya era conocida en la comuna.

22 años después de su tratamiento, Fresia, Berta, Irma, Gladys y María Angélica se siguen reuniendo semanalmente. Lo hacen en una casita amarillo y azul, ubicada a pasos de la Avenida Porto Alegre, en La Pintana.

A ellas se han sumado distintas generaciones de mujeres que han luchado contra la depresión. Recientemente llegaron, por ejemplo, Maru, Amalia y Luz.

“Venir a este grupo me ha cambiado la vida”, dice Maru. Lo explica: ahí no solo se siente acompañada, sino que también comen, tejen, hacen manualidades, pasean, realizan viajes. Incluso se han apoyado económicamente en algunos casos, según las necesidades. “Si yo hubiera sabido de esto hace años, quizás no hubiese tenido una depresión tan larga”, añade, entre risas.

Sentadas alrededor de una mesa colorida, con papas fritas y coca-cola, las integrantes de Alegría de Vivir están anotando sus datos personales en una planilla para ver si consiguen organizar un paseo pronto, con el apoyo de la Municipalidad. Se turnan para hablar y escuchan atentamente a cada una. Se abrazan, brindan apoyo entre sí. A veces se ríen, otras lloran. Pero esta vez gritaron de emoción.

-Escuchen, escuchen todas -comenta Fresia, hoy presidenta del grupo-. El próximo 23 de noviembre tenemos que estar todas acá. El doctor Ricardo Araya, ¿se acuerdan de él?, obtuvo el Premio Nacional, y nos va a venir a ver junto a la Nancy y a la Maritza.

-¿No podrá otra semana, Fresia? No estoy segura de poder ese día -dice una de ellas.

-No. Porque él vino de Inglaterra especialmente para vernos -añade Fresia bajo el grito de todas las demás.

“¡Pero cómo!”; “¡Qué emoción!”; “¡No te puedo creer!”; “¿A nosotras?”, comentan todas, por primera vez, al mismo tiempo.

“Lo mental es muy sensible a lo que pasa a nuestro alrededor, a diferencia de muchas enfermedades de la salud física”, comenta Ricardo Araya. “Por eso, lo que esas mujeres vivieron, lo que les tocó en La Pintana y cómo se apoyaron es, para mí, una clara demostración de que con un poco de ayuda las mujeres más pobres pueden tomar un rol fundamental en mover adelante sus vidas”, añade.

“Creo que esta historia deja a cualquier persona orgullosa. Lo tiene todo: ciencia, pasión, injusticia, alegría, sufrimiento… Y un final feliz”, comenta el doctor, quien asegura estar “ansioso” para reunirse con ellas.

Por estos días, Fresia estaba con miedo de volver a tener depresión, porque hace poco su marido falleció.

Pero hoy, está centrada en responder las preguntas que le llegan por montones alrededor de esta mesa, en una cálida tarde de miércoles.

-Fresia, ¿tenemos que preparar algo para el 23?

-Fresia, ¡qué lindo va a ser reencontrarnos con la Nancy y la Maritza!

Y pese a todo lo que contaron hoy -situaciones de abuso, violencia, pérdida- el encuentro semanal se cierra lleno de júbilo. María Angélica explica que le emociona lo que puede pasar el próximo 23, pero ya tiene una idea en mente: “le voy a decir al doctor lo mucho que quiero este grupo”.

Mientras las demás piensan en eso y asienten con la cabeza, esta mujer que también ya ha vivido de todo, agrega: “yo ya no tengo miedo sobre qué nos pueda pasar. Porque nos tenemos a nosotras, tenemos Alegría de Vivir”. “Ei, Fresia, recuerda: nos tienes a nosotras”.

“Es verdad. Es lo mejor que me ha tocado. Es mi Alegría de Vivir”, concluye Fresia.

Lee el artículo original publicado en Revista Paula AQUÍ

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[PRENSA] Psiquiatra Vania Martínez y salud mental en jóvenes: “Nada de lo que hicimos ha sido suficiente, pero aún estamos a tiempo”

La directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes de la Universidad De Chile planteó, en el programa ADN Hoy de radio ADN, los desafíos y soluciones para esta problemática nacional.

La crisis en salud mental era algo que “efectivamente esperábamos, y era una alerta que se puso a nivel nacional e internacional, que hubiera un impacto en la salud mental y también se había definido cuáles grupos podrían verse más afectado, como por ejemplo, el personal de salud, las personas con mayores vulnerabilidad previas como factores de riesgo, y el grupo de adolescentes y jóvenes incluidos”. Así de tajante fue la psiquiatra y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes de la Universidad De Chile, Vania Martínez, la mañana de este martes en ADN Hoy.

Los síntomas sociales, si se quiere, son variados, la violencia dentro de las aulas y en las afueras de los colegios; y la deserción escolar, solo por nombrar dos y únicamente en los secundarios. Con la advertencia, el Gobierno anterior estableció una mesa para trabajar, “pero bueno, nada de lo que hicimos ha sido suficiente, pero aún estamos a tiempo de hacer elementos de prevención para que esto no empeore”, acotó.

En los jóvenes y adolescentes, los efectos de la pandemia han traído síntomas de ansiedad y depresión. En el primer caso, Martínez aseguró que “es esperable que si es que hay incertidumbre en términos sanitarios o económicos, haya preocupación y nerviosismo. Lo que no es esperable es que esos síntomas sean tan importantes que impacten nuestro funcionamiento. Por ejemplo, tengo una prueba mañana: esa ansiedad me ayuda, me motiva a estudiar; pero si es tan intensa que me bloquea, o llego a la prueba y no me acuerdo de nada y me pongo a llorar, efectivamente tenemos que pensar que está traspasando el límite de lo esperable y que es bueno consultar”.

En la depresión se puede hacer un equivalente: “Por ejemplo, si le pregunto a un curso cómo están hoy y una me dice que está triste, no todas van a estar afectados por su salud mental. Si alguien dice que está triste porque falleció su mascota. Lo más esperable y saludable, en términos de salud mental, que tenga una emoción en concordancia con lo que ocurre. Pero si a esa persona se le murió la mascota y al año siguiente sigue intensamente con tristeza y además se acompaña de otros síntomas, efectivamente ahí uno dice que traspasó el límite de lo esperado”.

Con todo, la especialista hizo una diferencia entre salud mental y violencia: “No es equivalente problemas de salud mental a violencia, y menos a actos delictuales. Eso hay que dejarlo muy claro porque eso sería estigmatizante: pensar que las personas que ejercen actos violentos son personas que tienen problemas de salud mental, cuando es todo lo contrario: las perosnas que tienen problemas de salud mental, como depresión o ansiedad, la mayor parte de las veces han sido víctimas de violencia, no es que la ejerzan”.

Así las cosas, la violencia, puntualizó, debería abordarse de manera interdisciplinaria: “Tenemos que hacer un trabajo en conjunto, sobre todo escuchando a las comunidades (…) Estamos quedando corto con lo que podemos hacer solo desde la salud mental. Aquí se requiere un trabajo en conjunto con la municipalidad, con el ministerio del Interior, con las autoridades y con la comunidad, estudiantes, apoderados, para poder enfrentar esto. Hay algunos aspectos que desde salud mental podemos pensar que influyen, como por ejemplo, que se hayan desarrollado menos habilidades de interacción social, pero hay también demandas insatisfechas o situaciones que tienen que ver con delitos y otros aspectos de ese tipo. Por eso necesitamos un trabajo decidido y que involucre a las autoridades pertinentes”.

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[PRENSA] Alumnos del Instituto Nacional se capacitan en salud mental para ayudar a sus compañeros

Estudiantes de 8º básico participaron de un taller a cargo de la U. de Chile y del Núcleo Milenio Imhay donde aprendieron, entre otros, a identificar a sus pares con indicios de algún problema socioemocional. La idea es replicar la instancia en más cursos.

El taller estuvo a cargo de la Dra. Vania Martínez, psiquiatra infantil y del adolescente, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Directora del Núcleo Milenio Imhay.

Herzebette Valenzuela, quien cursa 8° básico en el Instituto Nacional (IN), dice que como no le gusta «ver a la gente solita o triste en clases» pensó que sería una buena idea inscribirse en un taller – nacido de una colaboración entre este establecimiento con la U. de Chile y la Municipalidad de Santiago- donde le ofrecían potenciar sus habilidades de liderazgo en temáticas de salud mental.

«Me llamó la atención porque siempre quise ayudar en estos temas y ahora sé cómo. Yo quiero ser psicóloga cuando salga del colegio, entonces también voy a entrar a la carrera sabiendo algo», cuenta la escolar.

Valenzuela, junto a otros 26 alumnos del IN (todos de 8° básico), fue parte de esta actividad extraprogramática, que contó con tres sesiones y que fue liderada por Vania Martínez, directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes y académica de la U. de Chile, donde aprendió sobre mitos y estigmas en torno a la salud mental, cómo identificar a un compañero que presenta algún problema socioemocional y cuándo se hace necesario consultar a un especialista.

Oliver Mariscal, otra participante del taller, explica que en su caso, «abrí mis conocimientos acerca de la salud mental. Aprendí cómo saber cuándo alguien necesita ayuda y cómo ayudar. Por ejemplo, si veo que existe algún cambio en su personalidad puedo acercarme y ver si está bien. Normalmente no hay mucha confianza de los compañeros hacia los adultos, entonces es más fácil que una persona de su misma edad, que probablemente también sea más cercana, le pregunte qué le pasa».

Y precisa que ya aplicó estos conocimientos con amigos en clases: «De repente los notaba decaídos, entonces me acerqué y pregunté si podía ayudar en algo. No siempre me contaron qué les pasaba, pero sí me decían cosas como ‘no quiero hablar de esto ahora, pero sí te puedes quedar aquí conmigo’ o me pedían un abrazo que los calmara».

Martínez puntualiza que quienes se certificaron en la materia, «por una parte, tienen más herramientas para darse cuenta cuando alguien necesita ayuda profesional en salud mental; y por otra, si un compañero o compañera necesita ayuda en salud mental y se acerca a ellos, tienen herramientas para favorecer que pidan ayuda experta sin estigmatizar. No es el fin que se acerquen a ellos más que a otros estudiantes, sino que es algo que se puede dar y que, de hecho, se da en la cotidianidad».

«El trabajo con el IN se inicia en 2019 y en octubre de 2020 la universidad y la Municipalidad de Santiago firmaron un convenio de colaboración, con el fin de contribuir al fortalecimiento integral de instituto. Es importante porque permite entregar información y herramientas a los y las estudiantes, potenciando sus habilidades de liderazgo en salud mental que contribuirán a un mejor bienestar de la comunidad educativa en su conjunto. Sabemos que son tiempos complejos, pero tenemos las ganas y la confianza en que el perseverar en esta colaboración va a permitir un aprendizaje mutuo y el desarrollo de ambas instituciones», afirma Alejandra Mizala, prorrectora de la U. de Chile.

Martínez agrega: «Ya habíamos realizado actividades dirigidas a apoderados y apoderadas, al cuerpo docente y a la comunidad educativa en su conjunto. Nos faltaba el contacto directo con los estudiantes y lo quisimos plasmar en un taller de liderazgo en salud mental para alumnos y alumnas de 8° básico. Varios de ellos el año pasado habían tenido la oportunidad de participar de otro taller de liderazgo en general, entonces se nos ocurrió la idea de fortalecer esas habilidades, pero con el foco específico de salud mental”.

Sobre los hechos de violencia dentro y fuera del IN, la experta dice que estos son un «fenómeno complejo que se explica por varios factores. En ellos no es el principal la salud mental, más bien, esas situaciones violentas podrían estar afectando a jóvenes y a toda la comunidad educativa en general en su salud mental al vivir momentos violentos y de incertidumbre. Por lo tanto, este taller no pretende abarcar eso. Si está enmarcado dentro de los lineamientos de la unidad de convivencia escolar con la finalidad de favorecer un mejor bienestar de los estudiantes, pero no apunta específicamente a la violencia escolar ni a situaciones violentas».

​Respecto a la capacitación, el rector del IN, Manuel Ogalde, comenta que participaron uno o dos estudiantes de cada 8º básico, de manera tal que cada uno de estos cursos tenga al menos un par de compañeros certificados en la materia.

«La salud mental es un tema que para nosotros ha sido sumamente relevante y es necesario entregar herramientas no solo a los estudiantes, sino que también a los profesores. Pero en este caso particular, se capacitó específicamente a los alumnos, porque entendemos que ellos son los primeros que están en la sala, los primeros que ven a un compañero que se siente mal; entonces, que tengan herramientas en salud mental quizás no va a resolver el problema de esos chicos, pero si ayudarán en darles contención u orientarlos sobre a quién recurrir».

Y añade: «Esto no concluye acá, queremos darle continuidad. Si bien partió como una experiencia piloto, esperamos que para el próximo año tengamos muchos más participantes de otros cursos. De todas formas, nos sorprendimos del alcance (de esta versión), los escolares lo hicieron porque querían ayudar, les interesa el tema y quieren ser un aporte a la comunidad y eso para nosotros es muy valorable. Hay que confiar en ellos y entregarles tareas y desafíos que sean constructivos, porque si no los desafías con este tipo de iniciativas, finalmente su energía la empiezan a focalizar y concentrar en otras acciones que no son del todo positivas. Por eso, yo recomiendo absolutamente a los establecimientos educacionales que imiten este proyecto y que les den más protagonismo a los chicos en su propio proceso educativo».

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[PRENSA] Más de 14 mil niños y adolescentes en Chile están en lista de espera para recibir atención de salud mental

Datos del Informe Anual sobre Derechos Humanos UDP 2022 también revela la falta de profesionales especialistas en este grupo etario y de datos nacionales para crear políticas públicas en base a información fidedigna. Sobre este tema, fue entrevistada la psiquiatra infantil y del adolescente y directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.

En lo que se refiere a la salud mental de los niños, niñas y adolescentes del país, nuevos datos revelan una situación preocupante, según concluye el Informe Anual sobre Derechos Humanos en Chile UDP 2022.

El documento, que examina la situación a nivel nacional de la salud mental especificamente para esta población, revela que aún existen brechas en varios aspectos clave, como el acceso a la atención.

Una de las principales conclusiones del informe es que las listas de espera se han acrecentado en los últimos años y, por tanto, también el tiempo en que niños y adolescentes permanecen sin atención. De acuerdo con el texto, actualmente hay más de 14 mil menores que están en listas de espera para ser atendidos por un psicólogo o psiquiatra en el sistema público.

Otra de las conclusiones del trabajo es que si bien el presupuesto para salud mental ha mejorado en los últimos años (actualmente es 2,4% del presupuesto general para salud), «aún no es suficiente para estar a la altura de los estándares internacionales», que se consideran aceptables cuando son cercanos al 6%. Además, se lee en el texto, «no existe claridad dentro del presupuesto asignado a salud mental en cuanto al porcentaje destinado a población infanto-juvenil».

El informe también concluye que faltan datos y cifras nacionales sobre salud mental en infancia y adolescencia e indica que «esto es grave, ya que ninguna política pública seria puede elaborarse si no es en base a información fidedigna».

Entrevistada por El Mercurio, la Dra. Vania Martínez, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio Imhay, quien no participó en este informe, se refiere a las conclusiones: «Los datos apoyan lo que hemos estado visibilizando el último tiempo, que la salud mental en nuestro país se debiera transformar en una prioridad nacional, porque más allá del número de lista de espera, que es crucial, sabemos que faltan recursos, faltan profesionales y falta mejorar la gestión administrativa».

Y agrega que: «El acceso a la atención oportuna es clave para los niños, porque gran parte de los problemas de salud mental en la vida adulta se inician en la niñez y la adolescencia. Ese es un momento crucial para detectar e intervenir».

Lee el artículo completo AQUÍ

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Directora de Imhay participó en la primera versión del Día Mundial de los Cuidados de Salud Basados en Evidencia 2022

El pasado 27 de octubre, la Universidad del Desarrollo (UDD) fue el escenario para celebrar por primera vez en Chile, el Día Mundial de los Cuidados de Salud Basados en Evidencia 2022 (World Evidence-Based Health Care Day), actividad organizada por la Fundación Epistemonikos y por la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, y donde Imhay estuvo representado por su directora, Dra. Vania Martínez.

La directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, fue invitada a participar en la mesa: “La importancia de generar evidencia local”

El encuentro que contó con la participación de destacados panelistas nacionales, tuvo como objetivo concientizar sobre la necesidad de informar en base a la mejor evidencia, el desarrollo de políticas públicas, la práctica clínica y la toma de decisiones en salud, en donde a través de mesas de diálogo, se abordaron tres temas específicos que se denominaron: “La importancia de generar evidencia local”; “Uso de evidencia en la pandemia de COVID-19”; y “Colaboraciones con propósito”.

Para la primera mesa de diálogo, “La importancia de generar evidencia local”estuvieron la Dra. Yudith Preiss, médico especialista en Nutrición Clínica; Dra. Vania Martínez, psiquiatra infantil y del adolescente; Dr. Fernando Valiente, bioquímico, doctor en microbiología y especialista en virología; y el Dr. Ricardo Castro, médico intensivista en la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Juntos concluyeron que, la colaboración en investigación, permite generar evidencia más sólida y de esta manera, hacer un mejor uso de los recursos y no desperdiciar esfuerzos, teniendo como proyección, aumentar el diálogo entre los actores involucrados (comunidad de investigación, clínica, implementación, legisladores y tomadores de decisiones) y mejorar así la confianza.

Por su parte, en la segunda mesa de diálogo denominada “Uso de evidencia en la pandemia de COVID-19”participaron la Dra. María Paz Bertoglia, presidenta de la Sociedad Chilena de Epidemiología y jefa del Programa de Inmunizaciones del Ministerio de Salud de Chile; Dra. Jeannette Dabanch, infectóloga e integrante del Comité Asesor en Vacunas y Estrategias de Inmunización (CAVEI); y el Dr. Alexis Kalergis, bioquímico e integrante del Consejo Asesor Científico Vacuna Covid-19 del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile. Los expertos concluyeron que la respuesta a la pandemia en Chile fue rápida y colaborativa, donde la ciencia y la medicina estuvieron a la altura.

Además, indicaron que la evidencia llegó eficientemente a la toma de decisiones, pero por otra parte señalaron que, la comunicación de riesgo durante la pandemia en el país fue un punto débil, ya que son las autoridades de salud en conjunto con investigadores y técnicos quienes tienen que dar a conocer las informaciones que inciden en la toma de decisiones de las personas como, por ejemplo, el uso de mascarillas, vacunarse, entre otros.

Para la tercera y última mesa de diálogo, titulada “Colaboraciones con propósito”, estuvo conformada por la Dra. Paula Daza, ex Subsecretaria de Salud Pública y actual directora del Centro de Políticas Públicas e Innovación en Salud de la UDD; Dr. Cristián Rebolledo, jefe del Programa de Políticas, Sistemas y Gestión en Salud de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile y jefe del Departamento de Política y Estudios del Colegio Médico de Chile; y por el Dr. Gabriel Rada, director y co-fundador de la Fundación Epistemonikos. Los especialistas señalaron que como hay alianzas buenas, también hay malas y que las claves para una alianza exitosa y sustentable, debe basarse en una buena relación previa, confianza, institucionalidad, presencia de todos los actores y multidisciplinariedad.

Asimismo, indicaron que se debe aplicar las lecciones aprendidas de la pandemia y no perder el impulso y que, desde el Ministerio de Salud, se debe fortalecer la institucionalidad de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (ETESA) y la medicina basada en evidencia, con mejores alianzas con el mundo privado y académico.

Para finalizar, las instituciones organizadoras del evento, Fundación Epistemonikos y la Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo, a través de sus autoridades, se plantearon como objetivo proveer un espacio de diálogo multisectorial sobre la necesidad de informar la toma de decisiones en salud, el desarrollo de políticas públicas y los cuidados de salud en base a la mejor evidencia, y la importancia de generar alianzas sostenibles para cumplir este propósito, enfocándose en la realidad y necesidades del país.

Revive a continuación, el primer encuentro en Chile celebrando el Día Mundial de los Cuidados de Salud Basados en Evidencia 2022:

PorImhay

MIM homenajeó al Investigador Senior de Imhay y Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022, Dr. Ricardo Araya

El psiquiatra pasó a formar parte del Paseo de la Ciencia del museo. En la actividad, el también profesor del King´s College London, fue invitado a realizar una actividad lúdica en vivo, contestó preguntas del público y finalmente develó una placa conmemorativa con su nombre.

El Dr. Ricardo Araya comentó a los asistentes las motivaciones que tuvo para dedicarse a la investigación en salud mental.

El Museo Interactivo Mirador (MIM) junto con el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, rindieron homenaje al Dr. Ricardo Araya, por haber obtenido el Premio Nacional Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022. Con este acto, el Investigador Senior de Imhay sumó una placa con su nombre en la escultura del Paseo de la Ciencia, único espacio del país que reúne a hombres y mujeres que han hecho un gran aporte al país y al mundo, desde esta disciplina.

El encuentro contó con la participación de Irina Karamanos, Coordinadora Sociocultural de la Presidencia; Sonia Pérez, Jefa de la División Ciencia y Sociedad del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación; el director ejecutivo del MIM, Enrique Rivera; y la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.

“El MIM es una plataforma de conexiones entre disciplinas y entre generaciones. El usar estos espacios para compartir interrogantes entre estudiantes y un premio nacional de ciencias aplicadas y tecnológicas, muestra el estándar al que aspira el MIM, muy alineado con las nuevas definiciones internacionales en museología. Hablamos de varios elementos como sobre el contexto social y su posible impacto en la salud mental y sobre la relación entre curiosidad e investigación. Fue una gran instancia”, comentó Irina Karamanos.

El encuentro contó con la participación de Irina Karamanos, Coordinadora Sociocultural de la Presidencia; Sonia Pérez, Jefa de la División Ciencia y Sociedad del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación; el director ejecutivo del MIM, Enrique Rivera y la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.

«Me siento muy honrado de este reconocimiento que me realiza el Museo, porque también, en cierta forma, es un reconocimiento a la salud mental de nuestro país y es bueno que las personas comiencen a hablar abiertamente de este tema y, entre todas y todos, ayudemos a eliminar los estigmas que aún existen en torno a la salud mental», indicó el Dr. Ricardo Araya.

También agregó que “en Inglaterra, donde yo trabajo, estos encuentros entre científicos y estudiantes se hacen constantemente; y es súper importante para sacar algunos mitos e ideas sobre que la ciencia es aburrida, cuando es precisamente lo contrario: es estimular la mente para poder comprender lo que está sucediendo. Entonces, es vital hacer este tipo de actividades”, afirmó el galardonado.

Este evento, que se realiza por octavo año consecutivo, busca también motivar a niños, niñas y jóvenes con la ciencia, que sientan que es cercana, que se vincula con su vida cotidiana y que no está separada de otras disciplinas como la historia o el arte.

“Esta actividad es un símbolo de cómo los museos tienen la misión de preservar la memoria, pero también de generar nuevos conocimientos. Y también es reflejo de algo muy importante, que es la unión de la ciencia y de quienes se dedican a ella, lo que ha permitido aportar en el camino de superar problemas de la humanidad; como la reciente pandemia, y ese agradecimiento reverbera en el museo”, mencionó Enrique Rivera, director ejecutivo del MIM.

En la actividad, además, estuvieron presentes estudiantes y profesores del del Liceo El Principal de Pirque, quienes pudieron conocer más del trabajo del Dr. Araya así como sus reflexiones sobre distintos temas relacionados con la salud mental.

Fuente: Comunicaciones MIM.

PorImhay

Dr. Ricardo Araya, Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022: “Tenemos que ampliar nuestro conocimiento de los problemas de los jóvenes y aprender a escuchar también”

El destacado especialista en salud mental, egresado de la Universidad de Chile, académico del King’s College London e investigador Senior del Núcleo Milenio Imhay, fue parte del lanzamiento de la Comisión de Salud Mental y Convivencia perteneciente al Consejo de Rectores (CRUCH). La instancia, que reúne a diversos expertos y expertas, tiene como objetivo inicial elaborar un diagnóstico de salud mental sobre las distintas realidades de las universidades que conforman el organismo.

El encuentro se realizó en la Casa Central de la Universidad de Chile, y contó con la participación de la Rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, Elisa Araya y del Rector de la Universidad Católica, Ignacio Sánchez.

En el Salón de Honor de la Casa Central de la Universidad de Chile se dieron cita autoridades universitarias, académicos, académicas y estudiantes, para participar del lanzamiento de la Comisión de Salud Mental y Convivencia perteneciente al Consejo de Rectores (CRUCH), instancia que reúne a especialistas en la materia y rectores/as de instituciones de educación superior. 

Participaron de la cita la rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés; la prorrectora, Alejandra Mizala; el vicepresidente ejecutivo del CRUCH, rector de la Universidad de Tarapacá, Emilio Rodríguez (remoto) la rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), Elisa Araya;  el rector de la Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez; la Secretaria General del CRUCH, María Angélica Bosh; la , directora de Bienestar y Desarrollo Estudiantil de la Universidad de Chile, Pamela Díaz-Romero; las y los vicerrectores Enrique Aliste, Josiane Bonnefoy y Pilar Barba, entre otras y otros invitados. 

La actividad contó con la charla del Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022, Dr. Ricardo Araya, quien en su intervención se refirió a la salud mental de estudiantes universitarios/as, señalando que es prioritario dar atención en este ámbito junto a abordar la creación de la Comisión de Salud Mental y Convivencia perteneciente al Consejo de Rectores. “Esta iniciativa es de gran importancia. Todo lo que se haga por los jóvenes es de gran relevancia”, dijo, agregando que “el futuro está en las manos de los jóvenes”, por ello, lo que “podemos hacer es colaborar en que sean personas más plenas, y que aporten a una sociedad que sea mejor que la que nosotros les entregamos”.

La actividad contó con la participación de un público diverso, compuesto por estudiantes, académico/as y funcionario/as de diferentes universidades del CRUCH.

“La salud mental está muy estrechamente relacionada con lo que está pasando en la sociedad, a diferencia de muchas enfermedades de la salud física. Lo mental es muy sensible a lo que pasa en la sociedad. Y hoy en día están pasando muchas cosas para la gente joven”, aseguró.

Durante su intervención, el académico planteó que “un porcentaje importante de los jóvenes van a tener un trastorno importante, con un alto riesgo. Tenemos que tener un compromiso ético de hacer algo con los jóvenes que lo requieran”. Además, dijo que “se puede organizar un sistema que permita sacar adelante esto”, haciendo alusión a la iniciativa levantada por el CRUCH. 

“No sabemos lo suficiente, tenemos que ampliar nuestro conocimiento de los problemas de los jóvenes, aprender a escuchar también (…) hay que desarrollar mejores estrategias de detección y programas más atractivos, que llamen a la participación de los jóvenes”, explicitó como desafío. Además, dijo que es necesario desarrollar intervenciones con participación de los jóvenes, junto a comenzar con programas con pocos componentes e ir progresivamente agregando más y planificar exhaustivamente como se implementará el programa elegido, ejemplo, recursos necesarios, difusión, monitorización, evaluación, entre otras.  

Comisión CRUCH de Salud Mental y Convivencia 

Uno de los aspectos más relevantes de la comisión, que fue presentada este 2 de noviembre en la U. de Chile, es que se trata de una instancia colaborativa, en la que participan representantes de diversas universidades del CRUCH. La comisión está integrada por un grupo de expertas y expertos de 14 universidades, vinculados/as a las áreas de bienestar estudiantil y a las vicerrectorías académicas. 

En cuanto a las líneas de trabajo, en una primera etapa se contempla hacer un diagnóstico de las distintas realidades de las universidades del CRUCH para, posteriormente, evaluar cuáles son los temas principales que se requiere abordar.

La rectora Devés dijo que “preocuparnos colectivamente del bienestar de nuestra comunidad, especialmente de nuestros y nuestras estudiantes, es uno de los principales desafíos en la actualidad. El quehacer académico debe fundarse en una comunidad cohesionada, tranquila, motivada y segura. Por ello el estímulo al trabajo bien hecho debe ir asociado al apoyo y al cuidado para que todos y todas puedan desplegar todo su potencial y cumplir con sus funciones con excelencia y compromiso, con el importante cuidado del adecuado balance entre los compromisos universitarios y otras facetas de desarrollo, como lo familiar y social”.

En tanto, la rectora  Elisa Araya puntualizó que la creación de la comisión significa “la posibilidad de ponerse a conversar y de ver qué está haciendo cada una de nuestras instituciones en sus respectivas comunidades”. Esto porque,  “aunque parezca increíble, hay muchas acciones –me gustó la idea del Dr. Araya sobre ‘soluciones integradas y comunitarias’– que quizás hay que empezar a impulsar en nuestras universidades y a tejerlas con las otras, para generar un sistema mucho más coherente. Eso es lo que queremos empezar a compartir y visualizar”, dijo.

El vicepresidente ejecutivo del CRUCH, Emilio Rodríguez, señaló que “como Consejo hemos visualizado la importancia de esta temática, debido a que muchos de nuestros jóvenes, también funcionarios y académicos, en el retorno a la presencialidad, después de la pandemia, han evidenciado elementos que pueden ser caracterizados como síntomas  de problemas de salud mental”. Agregó que esta situación tiene influencia en la convivencia y vida cotidiana en las universidades, por lo que la posibilidad de diagnosticar adecuadamente esta temática, así como proyectar cursos de acción que permitan su solución, son desafíos de la mayor importancia para el CRUCH.

En un panel de conversación que se desarrolló durante la actividad, la directora de Bienestar y Desarrollo Estudiantil de la U. de Chile, Pamela Díaz-Romero, señaló que «uno de los desafíos más grandes en la interacción con la salud mental tiene que ver con el rol de las universidades como factores protectores, es decir, que sean capaces de instalar una cultura de promoción y prevención de la salud. Es un trabajo incipiente, pero nos compromete muchísimo, en el entendido de que la condición de estudiante es transitoria. Tenemos el deber de formar ciudadanos y ciudadanas activas, responsables de su propia salud».

La actividad contó con la participación de estudiantes. Loreto Hernández, estudiante de psicología de tercer año de la Universidad de Santiago, además parte de la mesa federativa de la universidad, señaló que tanto desde el estudiantado como desde la Vicerrectoría de Apoyo al Estudiante, “levantamos una mesa sobre salud mental porque vimos una problemática urgente y desde entonces hemos estado trabajando en torno a eso. Vinimos aquí por la exposición, por la información que es lo que principalmente falta, en específico sobre los estudiantes, qué los a problema, cuáles son las soluciones innovadoras que se podrían presentar, y de esta manera estamos levantando información. Además, estamos iniciando el proceso, si bien es una problemática que lleva varios años, pero se ha hecho poco sobre eso. Siempre está desde el punto de vista de la autogestión, desde el enfoque micro, como individual de lo que es la salud mental y queremos empezar a ver alternativas institucionales para empezar a abordarlo de manera comunitaria”

Finalmente, el doctor Araya, reflexionó en torno a la situación que atraviesan otros planteles, señalado que “el sistema educacional –no solo de las universidades– históricamente basado en que tú aprendes las habilidades y después se te evalúa y el empleo de la evaluación, trae consigo estrés (…) Las personas tienen diferentes capacidades para manejar esto y no sabemos cuántos son las personas capaces de manejarlo, y quizás puede ser una persona con una capacidad enorme, pero no puede manejar lo otro”. 

Fuente: Prensa U. de Chile + Comunicaciones Imhay + Comunicaciones CRUCH
Fotografías. Felipe Poga

PorImhay

Con el apoyo de Imhay, estudiantes del Instituto Nacional se certifican para apoyar a su comunidad en materia de salud mental

25 niños y niñas de octavo básico del establecimiento fueron parte de un taller, dictado por la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, donde abordaron mitos y estigmas en torno al tema, cómo cuidarse y cuándo recurrir por ayuda ante problemas de salud mental. La instancia colaborativa forma parte del convenio entre la Universidad de Chile y la Ilustre Municipalidad de Santiago para contribuir al fortalecimiento integral del Instituto Nacional.

La doctora Vania Martínez, académica de la Uchile y directora de Imhay, junto a las y los niños que participaron en el taller.

Potenciar las habilidades de liderazgo en temáticas de salud mental y entregar herramientas para fortalecer la convivencia escolar en la comunidad educativa. Este fue el objetivo del taller que cursaron una veintena de niños y niñas del Instituto Nacional, iniciativa que este miércoles 26 de octubre permitió que 25 estudiantes del Instituto Nacional se certificaran en la materia. La actividad se realizó en la U. de Chile y en ella participaron autoridades de la Universidad, del Instituto, sus apoderados y profesores/as.

A cargo de la Doctora Vania Martínez, directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) y académica de la U. de Chile, la instancia reunió en tres sesiones a estudiantes de 8° básico de dicho establecimiento, todo esto como parte del trabajo colaborativo que se realiza con el equipo de convivencia escolar, en el contexto del convenio de colaboración entre la Universidad de Chile, la Municipalidad de Santiago y el Instituto Nacional.

La voz de los estudiantes

“Siento que la experiencia del taller fue algo muy importante porque creo que la salud mental tiene que tener más prioridad, ojalá desde ahora porque no se pudo desde antes”, señaló Oliver Mariscal, estudiante que participó en la iniciativa. 

Para Martina Guti, “el taller en sí fue una buena idea porque en casi todos, la mayoría de los institutos, colegios o liceos hay problemas de salud mental. También es un aporte de nosotros a ellos, de poder ayudarles. Como dice el taller, liderar la salud mental de uno y de los demás es bueno, porque en un punto lo estas ayudando y él también te lo va a agradecer, porque está pasando por un mal momento”.

De acuerdo al estudiante Máximo Lucero, este espacio “ayuda bastante, porque en esto de la salud mental de repente uno no se abre mucho, porque piensa que lo pueden mirar raro, lo pueden tratar de ‘loco’. Por ejemplo, ir al psicólogo, eso lo ven mal, pero sirve harto porque uno se siente solo pensando que le pasa a una persona y a los demás no”. En este sentido, comentó que en el taller “encontró a harta gente que pasaba por situaciones parecidas”, por lo cual “ayudó a generalizar más y poder abrirse”.

Herzebette Valenzuela, en tanto, señaló que este taller “nos ayuda a todos. Por ejemplo, si alguien se siente mal mentalmente, nosotros ya sabemos un poco cómo ayudar a esa persona”.

En la perspectiva de la estudiante Emilia Fuentes, además, este aprendizaje adquirido “sirve harto porque yo quiero ser psiquiatra, entonces quiero ayudar a las personas que estén en mal estado mentalmente, partiendo por mí o por mi familia”.

Liderazgo y colaboración

Como destacó la profesora Vania Martínez, “los y las estudiantes recibieron muy bien participar de esta actividad, compartieron sus experiencias, cómo han vivido este tiempo de pandemia y se espera que ellos puedan, por una parte, ser modelos de cómo cuidar la salud mental, y que también lo apliquen en hablar de esta temática sin el estigma que a veces tiene”.

En tanto, Alexei Quilodrán, uno de los docentes encargados del área de convivencia escolar del Instituto Nacional, relevó el trabajo realizado junto a la U. de Chile, iniciado con esta generación desde séptimo año básico, con un enfoque en la resolución de conflictos, y -en esta oportunidad- en materia de salud mental. “Este trabajo a nosotros nos pone muy contentos porque hubo participación de los niños y niñas, y el espíritu de esto es que -en el fondo- vemos que ellos y ellas quieren ayudar, que sean lideres con esa idea”.

A su vez, la prorrectora de la Universidad de Chile, Alejandra Mizala, explicó que “la colaboración entre la Universidad y el Instituto Nacional tiene un enfoque sistémico, cuyo objetivo es desarrollar y transferir capacidades que permitan desenvolverse adecuadamente frente a los desafíos que enfrenta -luego de la pandemia- la educación en general y la educación pública en particular”.

Ambos equipos esperan continuar con esta labor formativa en una nueva edición del taller. Más información sobre la colaboración entre la U. de Chile y el Instituto Nacional, acá.

Fuente: Prensa Uchile.