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Estudio Imhay/FEN Uchile mapea la investigación científica sobre salud mental de adolescentes y jóvenes en Chile

Este da cuenta que existe un mayor énfasis de investigación en los trastornos depresivos, de ansiedad, los relacionados con uso/consumo de sustancias, entre otros. Por el contrario, menor atención han recibido los trastornos del neurodesarrollo, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el obsesivo compulsivo, alimentarios, de la personalidad y otros resultados como la calidad de vida y el estigma relacionado a la salud mental.

Dra. Alicia Núlñez, académica del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la Facultad de Economía y Negocios de la Uchile e Investigadora Principal de Imhay.

La adolescencia es considerada como una etapa de alto riesgo para la aparición de problemas de salud mental, cuyo impacto puede perdurar a largo plazo, afectando la salud física y el bienestar personal, en el trabajo y en la vida, el entorno educativo de las personas. De hecho, se estima que aproximadamente entre el 20% a 25% de los jóvenes tendrán trastornos de salud mental cada año.

Por ello, en el Plan Nacional de Salud Mental 2017-2025 se establece entre sus objetivos estratégicos: (a) promover la salud mental, (b) prevenir la aparición y promover la detección temprana de trastornos de salud mental en las personas y minimizar los efectos negativos de la enfermedad sobre la persona, su familia y la comunidad, y (c) aumentar la educación, brindando información de calidad a la población sobre temas relacionados con la salud mental, para crear conciencia sobre la importancia de la salud mental y cómo abordarla.

Con el objetivo de conocer el estado de la investigación en salud mental de adolescentes y jóvenes en Chile, investigadores de la Universidad de Chile y del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes, Imhay, incluyendo la profesora del Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la FEN, Alicia Núñez, además de académicos del Ramaiah Public Policy Center y de la University of Illinois at Chicago, desarrollaron la investigación State of Mental Health Research of Adolescents and Youth in Chile: An Ontological Analysis.

La profesora Alicia Núñez, quien también es investigadora principal de Imhay, sostiene que “esta investigación nos permite entender el foco que se ha puesto hasta el momento en las investigaciones de salud mental en el país, pero así también nos permite dar cuenta de los desafíos que existen a futuro y aquellas áreas donde los esfuerzos de investigación en la materia requieren de mayor desarrollo”.

El artículo indica que tener conocimiento sobre las investigaciones en torno a la salud mental puede ser una herramienta clave para la toma de decisiones, pudiendo “contribuir a establecer prioridades de investigación, distribuir recursos y diseñar intervenciones basadas en evidencia para la prevención y promoción de una buena salud mental”.

Hallazgos

Marcelo Crockett, psicólogo e Investigador Doctoral de Imhay.

“Los investigadores encontraron pocos estudios que cubrieran las etapas de sensibilización, diagnóstico, prevención, consejería, tratamiento y rehabilitación para abordar la atención en salud mental de adolescentes y jóvenes en el contexto chileno”, señala el documento. En este sentido, Marcelo Crockett, investigador doctoral de Imhay y uno de los autores de la publicación, señala que “la mayoría de los estudios se han focalizado en la detección y evaluación de los problemas de salud mental y en menor medida en el desarrollo de intervenciones. Es muy importante también evaluar la eficacia de las intervenciones para prevenir o tratar los problemas de salud mental, así como aquellas que promuevan una buena salud mental. Esto podría ayudar al disminuir los problemas de salud mental en este grupo, más allá de la detección”.

Respecto a las condiciones de salud mental, este revela que “hay un mayor énfasis en un determinado grupo, como los trastornos depresivos, los trastornos de ansiedad, los trastornos relacionados con uso/consumo de sustancias, los trastornos relacionados con el trauma y el estrés, los trastornos del control de los impulsos y de la conducta, y otros resultados asociados con salud mental como el riesgo suicida y el bienestar”.

Por el contrario, otras condiciones de salud mental han recibido menor atención en las investigaciones, tales como los trastornos del neurodesarrollo, el espectro de la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo compulsivo, los trastornos alimentarios, los trastornos de la personalidad y otros relacionados con la calidad de vida y el estigma hacia la salud mental.

En relación al entorno donde se ha realizado investigación sobre la atención en salud mental de adolescentes y jóvenes en Chile, la investigación refleja que se ha realizado mayoritariamente en escuelas y universidades, y, en menor medida, en hospitales y centros de salud ambulatorios.

“Una explicación fácil, para tal patrón, es la viabilidad de reclutar sujetos de investigación en estos entornos (…). Es necesario considerar entornos como hospitales o centros de salud y reorientar/especificar el papel de diferentes proveedores”, se indica en el estudio.

Sobre el tipo población, el documento da cuenta que existe un mayor énfasis de investigación en adolescentes y jóvenes en la población urbana de Chile, lo que excluye a grupos de la zona rural y otros grupos socialmente desfavorecidos, como los indígenas, los jóvenes con discapacidad, cuyas estadísticas nacionales dan cuenta que el 5,8% de los niños y adolescentes (2 a 17 años) se encuentra en esta categoría; las personas LGBT, el 9,5% de los jóvenes declara una orientación sexual distinta a la heterosexual, el 2,1% son trans y de género no conforme; y los inmigrantes.

Si bien en el estudio, los investigadores señalan que existen “esfuerzos de investigación aislados que se han llevado a cabo en Chile para explicar el estado general de la salud mental en adolescentes y jóvenes, hay una falta de coordinación entre las prioridades establecidas por los tomadores de decisiones y los investigadores”.

En ese aspecto, destacan que los resultados del estudio dan cuenta de la necesidad de fortalecer la investigación en salud mental en el país, para priorizar los temas que contribuyan a la toma de decisiones, en base a las necesidades de la población.

Para llevar a cabo el estudio, que fue publicado en el Journal Environmental Research and Public Health, los investigadores realizaron un mapeo ontológico, proceso a través del cual revisaron un total de 1.688 artículos de investigación en las bases de datos Scopus, Web of Science y SciELO asociados a la temática, de los cuales seleccionaron 346.

Fuente: Sandra Vacca, coordinadora de comunicaciones, Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información, FEN-Uchile.

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Depresión estacional: cómo sortear los efectos anímicos de la primavera

Insomnio, desmotivación, falta de apetito, de libido, ansiedad e irritabilidad son algunos de los síntomas del trastorno anímico conocido como depresión estacional que trae la primavera. El cambio de estación y la alteración en la cantidad de luz solar que provoca, afecta a toda la población, pero hay grupos más vulnerables. Especialistas de la Universidad de Chile aconsejan dormir en completa oscuridad y usar lentes de sol en el día para sortearla de mejor manera.

La depresión estacional es provocada principalmente por las modificaciones en el fotoperiodo, es decir, en la cantidad de horas de luz solar que recibimos. Si bien afecta a toda la población, hay quienes son más susceptibles de desarrollarla.

Hoy comienza la primavera en el Hemisferio Sur del planeta, estación del año que para muchos es época de esperanza, color y calor tras el invierno. Para otros, sin embargo, son meses difíciles de llevar, ya que esta transición de temporada afecta su equilibrio emocional, gatillando trastornos afectivos conocidos como depresión estacional.

Insomnio, dificultad para dormir, sueño superficial, disminución del apetito, de libido, ansiedad e irritabilidad son los principales síntomas de esta afección provocada por el cambio de estación y las modificaciones en el fotoperiodo que conlleva, es decir, en la cantidad de horas de luz solar que recibimos. Si bien afecta a toda la población, hay quienes son más susceptibles de desarrollar depresión estacional, como aquellas personas que ya están cursando trastornos anímicos, tienen depresiones recurrentes o poseen antecedentes familiares.

El médico psiquiatra de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile, Dr. Sergio Barroilhet, explica que existen dos tipos de depresión estacional, una es la que se gatilla en otoño, entrando al invierno, y otra es la que se produce en primavera. Ambas tienen que ver con el impacto en el reloj biológico que causan los cambios en la luminosidad.

“Cuando disminuye el sol en otoño, afecta nuestro reloj interno, provocando síntomas de depresión como exceso de sueño, de apetito, ganas de comer hidratos de carbono, aumento de peso, sensación de cansancio y baja energía, es como cuando un sistema biológico va a hibernar. Mientras que la depresión estacional en primavera se produce por un aumento de la luminosidad que produce otros cambios a nivel del reloj biológico y los síntomas son distintos: insomnio es el más frecuente, dificultad para dormir, sueño superficial, las personas no logran desactivarse, baja del apetito, pérdida de peso, y suele producirse más ansiedad e irritabilidad junto con esta sensación de depresión”, sostiene el profesor Barroilhet.

Los cambios en la luz también afectan neurotransmisores como la serotonina y la melatonina, y son otra de las causas de estos episodios anímicos. Esto se acentúa en nuestro país, pues con el último cambio de hora despertamos a oscuras, lo que haría más difícil salir de la cama y que nuestro cuerpo se active. Por otra parte, la luz se va más tarde cada noche.

“Otra causa son los niveles de serotonina, que también está muy relacionado con los cambios en la luz, pues pueden producir variaciones bruscas de serotonina y gatillar la depresión. Y la otra es los niveles de melatonina, que están en balance con la serotonina. Ahí hay un equilibrio, cuando uno despierta en la mañana la melatonina cae y aumenta la serotonina, y cuando llega la noche empieza a aumentar la secreción de melatonina y a disminuir la serotonina y también otros neurotransmisores importantes en el estado de vigilia y, por lo tanto, viene la somnolencia y facilita el sueño”, detalla el médico psiquiatra.

¿Quiénes se ven más afectados? Principalmente quienes tienen antecedentes familiares de trastornos afectivos, en particular de trastornos afectivos estacionales, así como las personas que ya cursan cuadros anímicos, ya sea depresión mayor o trastorno bipolar, también pueden tener un perfil estacional.

Existen estrategias que todas las personas pueden seguir para aliviar la transición de estación y las múltiples alteraciones que conlleva. “En la forma invernal, la fototerapia funciona bien. En primavera, es al revés, y es un dato interesante. Es importante dormir con completa oscuridad, que las horas de oscuridad sean bien negras, poner cortinas blackout, apagar o cubrir todos los focos de luminosidad y tener un tiempo de sueño oscuro; mientras que en el día usar lentes de sol y cuidarse del exceso de luz para favorecer así una transición más gradual de la falta de luminosidad del invierno hacia el exceso de luminosidad de la primavera”, recomienda el Dr. Barroilhet.

Los especialistas aconsejan buscar ayuda profesional si los síntomas se acentúan y la sensación de tristeza o disminución del estado de ánimo se profundiza y prolonga, hay dificultad para sentir placer o se pierde el interés y el disfrute por actividades que antes traían felicidad. El tratamiento usual para episodios leves es psicoterapia y en los moderados a severos se aconseja tratamiento psiquiátrico con ayuda farmacológica.

Septiembre mes preventivo

Para la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, cuidar la salud mental con hábitos saludables es primordial desde lo individual, pero también desde el Estado con mayor presupuesto para la atención psiquiátrica.

Para la Dra. Vania Martínez, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio Imhay, cuidar la salud mental con hábitos saludables es primordial desde lo individual, pero también desde el Estado con mayor presupuesto para la atención psiquiátrica, con el fin de subsanar las dificultades de acceso a una atención efectiva. “Hoy hay más síntomas de depresión, ansiedad, estrés. Hay más incertidumbre en el ámbito económico, social, político, incluso lo que tiene que ver con la crisis ambiental. Vemos cómo a los jóvenes les está afectando su salud mental y en la desesperanza”, dice la Dra. Martínez.

La psiquiatra infanto-juvenil, recuerda que septiembre se considera un mes importante para la salud mental, pues se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, y se trabaja todo el mes en demostrar y crear conciencia a nivel global de que el suicidio es prevenible. “Cuando hablamos de prevención de suicidio ya estamos en la última etapa ¿cierto? Pero nosotros esperaríamos que antes de eso hubiera una promoción de un mejor bienestar, más allá de no tener una enfermedad. Es necesario promover una mejor salud mental. Son importantes los hábitos saludables como el sueño adecuado, una alimentación balanceada, entre otros”, plantea la académica de la Facultad de Medicina.

“El mensaje es que en este momento sabemos que hay gente que lo está pasando mal, que está sufriendo por distintas razones, y cuando se empieza a pensar en el suicidio es porque las personas nublan su visión y se ponen en lo que se llama como una visión de túnel, solamente ven una opción y esa opción para ellos es el suicidio. Pero hay varias otras opciones, pero no se van a ver tan fácil sin la ayuda de otras personas y de personas que estén capacitadas para aquello se van a encontrar otras opciones. Si hoy estás con ideas suicidas, pide ayuda y dale una oportunidad a la atención con alguien que te va a escuchar”, indica la profesora Martínez.

¿Dónde pedir ayuda?

Fuente: Carolina Aliaga, Prensa UChile

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[PRENSA] Salud mental adolescente: emergencia nacional. Las alternativas para quienes necesitan ayuda

En el programa Informe Especial de TVN se dio cuenta de la crisis de salud mental que viven los adolescentes en Chile y la realidad de un sistema público y privado que no da abasto para contener la emergencia.

Al respecto, psiquiatra infantil y del adolescente, directora de Imhay y académica de la Universidad de Chile, Dra. Vania Martínez, señaló que: “estamos viviendo una situación que es crítica en cuanto a salud mental de adolescentes y que es una emergencia en la que hay que actuar ahora. No podemos seguir esperando”.

Y agregó que “por una parte, se requieren tratamientos, intervenciones terapéuticas, pero también invertir en prevención”.

En la siguiente nota se dan a conocer alternativas, que de mano de la tecnología y profesionales capacitados, ofrecen ayuda y orientación a quienes más lo necesitan. Entre ellas, se destaca la aplicación móvil «Cuida tu Ánimo», una App que entrega herramientas personalizadas para prevenir e intervenir oportunamente la depresión y el riesgo suicida en jóvenes.

Ve la nota transmitida en 24 Horas de TVN, a continuación:

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Directora de Imhay dictó charla sobre la Iniciativa #enlaUvamosjuntxs en la Facultad de Odontología Uchile

Autoridades de la Facultad de Odontología coincidieron en el valor de educarse para prevenir el suicidio en nuestra comunidad universitaria y en la población en general. 

La Directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, habló sobre la iniciativa #enlaUvamosjuntxs, que busca evaluar la salud mental de los y las estudiantes universitarios/as, mejorar su bienestar y ofrecer intervenciones innovadoras basadas en Internet y tecnologías digitales para la prevención e intervención temprana de los problemas de salud mental.

Con participación triestamental se llevó a cabo la Charla sobre la Iniciativa en #enlaUvamosjuntxs, organizada por la Unidad de Psicología de la Dirección de Asuntos estudiantiles (DAE), de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, en el marco del Día Mundial de la Prevención del suicidio.

La Charla fue dictada por la Dra. Vania Martínez, Psiquiatra Infantil y de Adolescentes y Directora Núcleo Milenio para mejorar la Salud Mental de adolescentes y jóvenes, Imhay. En la Iniciativa que lidera la académica participan 5 universidades en Chile y se ejecuta en 20 países. 

Tras la realización de la charla, la Dra. Martínez felicitó la oportunidad gestionada por la Faculta de Odontología, al organizar actividades triestamentales en atención a la salud mental de la comunidad. “El gran mensaje y lema que tenemos es que en la U vamos todos juntos y juntas, nadie se puede quedar atrás, y si es que alguien no lo está pasando bien, debiera tener una oreja que pueda escuchar, que puede venir de parte de un compañero o compañera, puede ser un profesor, puede ser incluso una persona que trabaja en la Universidad como administrativo, o una autoridad”. Recalcó que “estamos todos disponibles para poder seguir trabajando en conjunto, sobre todo desde el Núcleo Milenio Imhay, donde tenemos bastante material que puedan aprovechar y ocupar también para las actividades que hagan en salud mental”.

La Decana de la Facultad de Odontología de la Universidad d Chile, Prof. Dra. Irene Morales Bozo, felicitó la organización de la DAE, “creo que la prevención es fundamental y esta charla nos ha traído una visión bastante holística sobre el problema, levantada por un estudio científico, que está siendo organizado por varias universidades, entre las que se encuentra la Universidad de Chile, por lo que estas habilidades, capacidades, conocimientos e información que existe debiera ser socializada en forma general dentro de la Universidad”. La máxima autoridad de nuestra Facultad, añadió que, con decisiones simples, como informar los teléfonos de ayuda en el sitio web o al inicio de actividades en FOUCh “nos podemos transformar en un ente activo de educadores, de qué hacer y cómo incorporarnos, tal como lo planteaba la Dra. Martínez, de tratarlo como una enfermedad más, es decir sin estigmatizar, sino que hacernos cargo y ver de qué manera nosotros podemos incluirnos en la prevención del suicidio (…) Hay que informarnos y nuestros estudiantes, que son profesionales de la salud, debieran estar incluso más interiorizados sobre cómo actuar, incorporándonos activamente a la prevención”.

Finalmente, la Directora de Asuntos Estudiantiles, Dra. Paola Llanos Vidal, valoró la jornada con énfasis triestamental, “en donde podemos darnos cuenta que esto es transversal, no sólo tiene que ver con la salud mental de ciertos estamentos, sino que es triestamentalny parte de nuestra realidad, por lo que tenemos que enfrentarlo, educarnos y educar a nuestra comunidad odontológica y población general”.

La Dra. Llanos agregó que «ha sido un lujo tener a Vania en este momento en nuestra Facultad, dado que ella es una de las personas más influyente a nivel nacional acerca de los temas de salud mental, y quisiera agradecer también a la Unidad de Psicología de la Dirección de Asuntos Estudiantiles-DAE por esta gran charla que hemos podido compartir».

Fuente: Cecilia Espinosa Cortés. Periodista y Directora de Comunicaciones de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile.

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[OPINIÓN] Día Mundial para la Prevención del Suicidio: el efecto pandemia y el escenario que no podemos perder de vista

«Estamos ante un escenario dinámico y desconocemos aún las consecuencias de la pandemia sobre el comportamiento suicida. De no adoptar medidas de prevención, su disminución inicial podría venir acompañada de un aumento sostenido en los meses siguientes, un fenómeno ya observado en otros países, como Japón», indica el Investigador Postdoctoral de Imhay y académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Diego Portales, Dr. Álvaro Jiménez, en columna de opinión publicada en el diario La Tercera.

“Vivo únicamente porque puedo morir cuando quiera: sin la idea del suicidio, hace tiempo que me hubiera matado”. Así resumía el escritor Emil Cioran su posición respecto a la posibilidad del suicidio. Pero, a diferencia de este tipo de representación, generalmente el acto suicida no responde a una elección entre la vida y la muerte, sino entre sufrir y dejar de sufrir. Como problema psicológico, el suicidio tiene menos que ver con el sentido de la vida y más con un intento de escapar de un sufrimiento insoportable. Se trata, por cierto, de una experiencia intensamente individual, pero también de un fenómeno social que interroga nuestra vida colectiva.

Si consideramos las tendencias de las tasas de suicidio durante las últimas décadas (2000-2019), observamos que Chile ha experimentado rápidas y marcadas fluctuaciones en el número de muertes por esta causa: luego de una preocupante curva ascendente (2000-2009), se observa una tendencia global a la baja en la cantidad de suicidios (2010-2019). Por ejemplo, si se compara el período 2010-2014 con 2015-2019, es posible ver una disminución del 7% en las tasas de suicidio. Sin duda se trata de buenas noticias, pero identificar los factores asociados a estos cambios de tendencia sigue siendo un desafío importante para la investigación en salud pública.

Los efectos de la pandemia de Covid-19 generaron tempranamente una preocupación respecto del posible aumento del suicidio. En efecto, diversos factores de riesgo (desempleo, aislamiento social, desesperanza, deterioro de la salud física y mental, reducción del acceso a servicios de salud) parecen haber configurado una “tormenta perfecta” para su incremento. Sin embargo, entre 2020 y 2021 el número de suicidios en nuestro país fue el más bajo de las últimas dos décadas. No es extraño que en períodos de crisis o desastres a gran escala este tipo de muertes disminuya. En el caso de la actual pandemia, esta reducción podría relacionarse a una mayor cohesión social (las personas tienden a ser más solidarias en tiempos de adversidad colectiva), a las políticas sociales para mitigar los efectos económicos de la pandemia (como el IFE o los retiros de fondos de pensiones) o la mayor presencia y supervisión de familiares en contexto de cuarentenas.

Estamos ante un escenario dinámico y desconocemos aún las consecuencias de la pandemia sobre el comportamiento suicida. De no adoptar medidas de prevención, su disminución inicial podría venir acompañada de un aumento sostenido en los meses siguientes, un fenómeno ya observado en otros países, como Japón. De hecho, si nos detenemos en las últimas cifras disponibles en nuestro país, veremos que las muertes por esta causa disminuyeron durante buena parte de 2021, pero aumentaron significativamente entre noviembre de 2021 y junio de 2022, revirtiendo la tendencia pandémica a la baja. Al comparar con las tendencias de la última década, este aumento no parece ser un efecto estacional (en general, el suicidio aumenta entre septiembre y enero, para luego disminuir progresivamente), lo que hace necesario mantener la vigilancia epidemiológica. Esta no debe limitarse a hacer un seguimiento del número total de suicidios, sino que debe prestar atención a estas muertes en distintos grupos, ya que las tendencias pueden variar en función del género, edad u otros factores demográficos y socioeconómicos.

En este nuevo Día Mundial para la Prevención del Suicidio, es necesario subrayar la importancia de reforzar las acciones y estrategias de prevención. Durante los últimos años, muchas personas han sufrido en términos económicos, han experimentado altos niveles de estrés y han visto deteriorada su salud mental. Muchas personas mantienen también una alta incertidumbre respecto del futuro. Prevenir significa anticipar. Debemos multiplicar nuestros esfuerzos para no seguir llegando tarde ante la dolorosa experiencia de personas que sólo encuentran en un acto extremo y desesperado la posibilidad de detener un sufrimiento que no logramos escuchar o acompañar.

NOTA: En Chile existen distintos espacios de ayuda para personas que presenten pensamientos suicidas. Por ejemplo, Fono Salud Responde de MINSAL: 600 360 7777 o la plataforma Saludablemente: https://www.gob.cl/saludablemente/

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[PRENSA] “Es bueno que la gente sienta que puede abrirse con esta enfermedad”: El Premio Nacional de Ciencias Ricardo Araya y la depresión, del estudio a la carne propia

El Dr. Ricardo Araya Baltra, ganador del Premio Nacional de Ciencias 2022, es un psiquiatra e investigador líder en su campo a nivel internacional. Pero en esta entrevista, además de compartir su parecer acerca del estado de la salud mental en Chile, se abre a contar episodios más íntimos de su vida, como la experiencia de padecer depresión siendo, al mismo tiempo, un estudioso de ese trastorno. “Uno de los elementos vitales para poder superar el tema de la depresión es poder conversar”, sostiene al respecto el también investigador senior de Imhay.

El Dr. Araya junto a un grupo de investigadores en Zimbabwe.

La carta de presentación del Dr. Ricardo Araya Baltra es sencillamente notable: médico de la Universidad de Chile, psiquiatra especializado en Reino Unido, y actual director del Centro de Salud Mental Global del prestigioso King’s College de Londres, además de investigador senior del Núcleo Milenio Imhay.

¿La guinda de la torta? Fue recientemente reconocido con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022, por sus aportes en materia de salud mental desde la óptica de la salud pública.

Pero Ricardo Araya Baltra es mucho más que títulos y galardones. Es, primero que nada, un hombre de carne y hueso. Un chileno que, siendo joven y como tantos otros, no sabía qué camino tomar. Un estudioso de la depresión que padeció de depresión en carne propia, y que sólo en el extranjero pudo abrirse –o “salir del closet”, como dice- a recibir ayuda. También un brillante exfutbolista que congeló la carrera de medicina y viajó a EE.UU. becado, para chutear la pelota a nivel competitivo y perseguir un sueño.

Conectado con The Clinic desde Inglaterra, el académico del momento habla de su trayectoria con una particular franqueza. Relata algunos episodios de su vida, con la profundidad de quien revisa su historia a sus 69 años recién cumplidos. Y, cómo no, analiza el presente de la salud mental y la relevancia que se le da en Chile, comprendiendo su pasado, pero siempre mirando hacia el futuro.

“La salud mental es un concepto mucho más amplio que los trastornos mentales (…). Va más allá de eso, porque tiene que ver con el bienestar de la población. Tiene que ver con que tú sientas que se te han dado las posibilidades para desarrollarte plenamente”, es una de sus tantas definiciones.

El Dr. Araya junto a un grupo de investigadores en India.

-¿Qué te llevó a decantarte por la psiquiatría como salida profesional?

-Como les pasa a todos los jóvenes, es un proceso cuando uno elige el camino a seguir. Progresivamente uno va tomando decisiones en el viaje, y yo no podría decirte que en un principio estaba comprometido con la psiquiatría. Ni siquiera entendía qué es la psiquiatría.

Lo que captaba la atención del joven Ricardo Araya eran los “temas sociales”. El entender el “por qué de las cosas”; la sustancia de las relaciones humanas que componen el tejido social. Una inquietud que, ahora reconoce, le generó “problemas” como estudiante en colegios particulares, donde lo tildaban de “contestatario”: hacía preguntas que no siempre eran bien recibidas.  

En 1974 ingresó a Medicina en la Universidad de Chile. Su segunda opción, en la postulación universitaria, fue Economía. Y sus primeros años, en medio de un exigente régimen de estudios, los vivió “sin un gran convencimiento”. A él le interesaba más bien el “aspecto humano y social” de la carrera.

De pronto, vino lo que él mismo define como “un cambio grande”.

“Bueno, yo era futbolista”, confiesa.

Y Ricardo Araya ríe.

“Era futbolista, y jugué en las divisiones inferiores de un club”, añade con cierto pudor, casi ocultando su faceta deportiva, su talento manejando el balón.

-¿En qué club?

-No te quiero decir, porque si no me voy a generar un problema.

Vuelve a reír.

-Pero por favor.

-Bueno. Jugué en la Universidad Católica.

Teme que sus colegas de la Universidad de Chile, su alma máter y dónde ha desarrollado gran parte de su trayectoria académica, puedan recriminarle la respuesta. Eso sí, clarifica que ya no es hincha de la UC. Y que también jugó por el seleccionado universitario de la Chile. “Ahí yo ya me vestía de azul”.

El fútbol fue el puntapié de lo que identifica como una “crisis existencial”. Su clarividencia en la cancha le valió el ofrecimiento de una beca deportiva para competir por la Universidad de San Francisco, en EE.UU. Todo en un tiempo donde el “soccer” gringo venía en ascenso, con la llegada de Pelé a un equipo neoyorquino, la única camiseta que “O Rei” vistió además de la del Santos F.C. y la selección de Brasil.

Ricardo Araya congeló sus estudios en segundo año, armó una maleta, y partió rumbo a California. Y en vez de continuar con Medicina en el país norteamericano, se adentró en el mundo de la psicología, debido a la alta demanda de tiempo de los entrenamientos y torneos.

“Ahí ya el bicho me picó”, dice.

-¿A qué te refieres?

-Tenía un interés grande por la comprensión de la psicología con una mirada científica. De poder entender por qué la gente se comporta de una manera, por qué pensamos de una manera, y a estudiar esto desde un punto de vista científico.

Y las dudas comenzaron a disiparse. Alcanzó el grado de bachiller en EE.UU. y retornó a Chile en 1976, con la mente puesta en terminar Medicina. Vino un ciclo intenso de “aprender más”. De “aprender rápido”. Siempre cercano a ese “enfoque social”, a pesar de estar formándose en un rubro científico.

-¿En qué sentido va eso del “enfoque social”?

-En el sentido de generar respuestas para los grupos que sufren más y que están en condiciones más difíciles. Eso ha sido una directriz, yo diría casi valórica, de todo lo que ha sido mi carrera e investigación.

Tras obtener el título de médico en 1982, viajó a Reino Unido para especializarse como psiquiatra en el afamado Instituto de Psiquiatría del King’s College de Londres.

-¿Qué te motivó a sacar tu especialidad ahí?

-Era un sitio donde, probablemente en toda Europa y quizás en el mundo, se hacía la investigación más potente en este campo. Y había gente que estaba trabajando este tema en la atención primaria. Yo tenía mucho interés en la atención primaria. Le veía un potencial grande, no solo para resolver los problemas de salud mental, si no para los problemas en general, como el primer filtro en la atención en servicios de salud.

El precursor del Programa Nacional de Depresión

Ese foco marcaría el resto de su trayectoria. Con un PhD de la Universidad de Londres, y un diplomado en Economía de la Salud en la Universidad de Aberdeen en Inglaterra, Ricardo Araya acumula hoy más de 300 publicaciones en revistas científicas -como la influyente The Lancet-, con proyectos que han tenido repercusiones concretas tanto en Chile como el extranjero. Y todo centrado en desarrollar estrategias y mecanismos para tratar, desde la salud pública, los trastornos mentales de la sociedad contemporánea, especialmente en países de escasos recursos.

En Chile, por ejemplo, lideró un estudio sobre el tratamiento de la depresión en mujeres de bajos ingresos en Santiago, publicado en The Lancet en 2003. Ese esquema, que según recuenta una nota de la Universidad de Chile “ofrecía una solución a la falta de recursos humanos especializados en la atención psiquiátrica, transfiriendo responsabilidades en el cuidado de la depresión a personal no-médico y empoderando a personas con depresión para fortalecer su autocuidado”, sentó las bases del todavía vigente Programa Nacional de Depresión en Atención Primaria. El éxito del modelo fue tal que todavía opera -replicado y adaptado- en diversos países, como India, Nigeria, Brasil y Perú, entre otros.

También en Chile, durante su paso en la década de los ’90 -volvió a Reino Unido en 1999 para asumir un rol académico en la Universidad de Gales-, trabajó como asesor en el Servicio Nacional de la Mujer y el Ministerio de Salud, donde estuvo a cargo de la primera Encuesta de Violencia Intrafamiliar. Ese levantamiento de información fue clave para que la Ley de Violencia Intrafamiliar, promulgada en 2005, viera la luz.

-Hace poco en una entrevista decías que en los últimos 20 años en Chile la salud mental ha cambiado enormemente. Pareciera, asimismo, que esta es cada vez más valorada por la sociedad. ¿Qué podría explicar tal evolución?

-Hay explicaciones que son un poco dadas a lo que ha sucedido en Chile, y hay explicaciones que se deben a lo que ha sucedido globalmente. En relación a Chile, creo que se fueron dando oportunidades en el tiempo.

El recuento del investigador es detallado. Menciona cómo durante la dictadura la salud mental “fue realmente abandonada”. De cómo su valoración se marchitó en una época en que el apoyo mutuo y la interacción entre individuos -que considera centrales para una salud mental plena- no eran “bien vistas”. “Querían dictarnos qué es lo que deberíamos hacer y no hacer”, sintetiza.

Luego vino la transición. Un retorno a la democracia cargado de repercusiones psicológicas para los chilenos.

“Empezó a haber una inquietud. ¿Qué es lo que le ha pasado a la población? ¿Cuál es el resultado de todo esto? ¿Y en qué parada estamos y qué podemos hacer?”, explica.

Él mismo, trabajando en el Ministerio de Salud, presenció los albores del programa de reparación hacia víctimas de violaciones de DD.HH. (PRAIS) de esa cartera. “Fue una cosa muy bonita en que se reconocía eso, y se tocó un poco de la salud mental”, recuerda.

En paralelo desarrollaba una encuesta por aquí, un estudio por allá, “con la intención de tratar de medir qué tan grandes eran los trastornos mentales en el país. Qué tan frecuentes. Dónde estaban, a quiénes afectaban más, etc. Cuánto acceso tenía la gente a las ayudas”.

Un esfuerzo con el fin de “tratar de convencer a las autoridades del momento de que valía la pena invertir. Fue muy importante, porque realmente reveló que había un problema enorme, y que alguien tenía que hacerse cargo de él”.

La siguiente etapa consistió, justamente, en tomar las riendas frente a ese “problema enorme”. De implementar programas y proyectos, basados en la atención primaria. “Ahí ya la cosa iba mejorando muy rápido”, afirma.

-¿Cómo así?

-Había mucho más convencimiento de que era posible ayudar a la gente con trastornos emocionales, independientemente de si eran pobres o ricos. Y que era posible de hacer con los medios que teníamos. Con recursos limitados, pero con los recursos que teníamos.

Menciona la entrada en vigor de las Garantías Explícitas en Salud (GES), el plan que garantiza la cobertura de decenas de patologías. “El GES es un programa absolutamente impresionante para los que viven fuera de Chile, más que a los chilenos”, dice.

-Uno tiende a poner en un pedestal lo que pasa afuera.

-Los chilenos siempre criticamos y nos olvidamos de las cosas buenas que hacemos. No es perfecto, pero es un programa único en cuanto a que ofrece garantías sociales para la atención, y cobertura universal. Eso es realmente una cosa difícil de encontrar en un país. Te puedo decir que al menos en Latinoamérica no existe. 

-¿Y qué implicó este programa en términos de salud mental?

-El GES desde una primera etapa empieza a poner en la lista de prioridades los trastornos mentales. Y la depresión es el primero que entra ahí. Eso fue un golpe potente para, al menos, poner la salud mental y los trastornos mentales como un tema prioritario de los gobiernos. De ahí para adelante la cosa empezó a despegar. Se hablaba mucho de salud mental.

Trae a colación los datos, y destaca que la depresión es uno de los trastornos que acumula más atenciones en el GES. Pero a pesar de las loas al plan, el académico sabe que todavía queda mucho por caminar. “Con todo esto, no quiero que pienses que soy complaciente, y que todo me gusta. No. Soy muy crítico, como todo científico. No me trago las ruedas de carreta muy fácil”, señala al respecto.

Los “agitadores” de la salud mental

-Mencionabas cómo las autoridades en Chile pusieron cada vez más atención a la salud mental. ¿Por qué es importante que los tomadores de decisiones entiendan la relevancia de la salud mental?

-La realidad es que los políticos, si son inteligentes y astutos, tratan de ir con lo que ellos perciben como las necesidades sentidas por la población. Los políticos son muy sensibles a lo que aparece en los medios de comunicación. La prensa. 

Su análisis lo basa en años de experiencia. Rememora sus tiempos en el MINSAL, cuando todos los días le entregaban recortes de diarios que tuviesen que ver con temas de salud.

“Creo que nosotros, las personas que éramos un poco los ‘agitadores’ de la salud mental, fuimos astutos en utilizar y trabajar con los medios de comunicación para tratar de presentar y darle mayor visibilidad a los problemas de salud mental. Eso nos ayudó mucho, porque los ministros, y la gente que estaba en posiciones de tomar decisiones, veían todo esto y, bueno, había un convencimiento de que esta era una ola grande, y había que hacer algo. O, al menos, decir algo”, comenta.

-Todo un proceso.

-Al principio nos decían “pero esta cosa no es muy frecuente”. Hicimos las encuestas. Demostramos que era muy frecuente. Después salieron con que “no tenemos plata para hacer frente”, o “estas cosas no resultan, no son efectivas”. Hicimos otros estudios, demostramos que eran efectivas. Nos dijeron “no tenemos plata”. Hicimos los estudios económicos, y les demostramos que sí había plata como para hacer eso. Ya a esa altura era difícil no colgarse.

-Hablábamos del GES. En base a tus conocimientos y tu opinión, ¿crees que la salud mental está debidamente protegida hoy por hoy en Chile a nivel de políticas públicas?

-En ciencias lo más importante son las definiciones de los términos. Tú utilizaste la palabra “debidamente”. (Se ríe). Tendría que devolvértela, ¿no? Y preguntarte qué es lo que es “debidamente”. Yo pienso que hay algo de protección, pero queda todavía muchísimo por hacer. En todos los niveles. Creo que la salud mental es un concepto mucho más amplio que los trastornos mentales.

-¿Más amplio?

-Los trastornos mentales generan síntomas, te discapacitan un poco. Eres un enfermo. Y para eso, requieres ayuda, probablemente de profesionales, o de gente que te pueda ayudar. La salud mental va más allá de eso, porque tiene que ver con el bienestar de la población. Tiene que ver con que tú sientas que se te han dado las posibilidades para desarrollarte plenamente. Para tener una vida integrada en la sociedad, y hacer una contribución. Es mucho más amplio el concepto. 

-¿Hasta qué punto se da eso en Chile?

-Ahí la cosa se pone más compleja. La salud mental es un concepto que hay que pensarlo de manera intersectorial. Hay miles de vetas por las que uno puede entrar. Nosotros hemos trabajado mucho, por ejemplo, en sector educación (…). Hay otra veta en el sector laboral. Eso agrupa al Ministerio del Trabajo y a otras entidades. Pero ahí hay un montón de cosas en las que todavía estamos muy atrás. 

-Según la quinta edición del “Termómetro de la Salud Mental en Chile ACHS-UC”, un 21,1% de los encuestados exhibió probable presencia o sospecha de problemas de salud mental. En otras palabras, 1 de cada 5 chilenos podría estar padeciendo problemas de salud mental. ¿Es una cifra alta?

-La verdad es que si uno aglomera todos los trastornos mentales, el 20% no es sorpresa. Es más o menos consistente. Y no ha bajado ni ha subido mucho en el tiempo. Estamos más o menos estancados en ese número. En relación con lo que sucede en otros países, es variable. En cuanto a Latinoamérica, es más o menos eso. No estamos ni mucho mejor ni mucho peor. Hay otros países ya del mundo desarrollado donde es más bajo, sobre todo en los países escandinavos, que tienen un sistema de protección social. Porque la salud mental es muy sensible a los condicionantes, y al contexto socioeconómico. 

-Dijiste que estamos estancados. ¿Qué podría explicar eso?

-Es interesante ese tema, porque hemos hecho estudios, con las encuestas de salud del Ministerio y, por ejemplo, una de las cosas que hemos visto en el tiempo es que el acceso a la atención, producto del GES, ha mejorado. Sobre todo, se han reducido las desigualdades por nivel socioeconómico. O sea, la gente con menos recursos ahora está teniendo más acceso. Acceso que no tenían antes. Pero a pesar de eso, se mantiene la alta tasa de trastornos mentales. Ahora, puede haber miles de respuestas en torno a eso.

-¿Nos podemos aventurar a una respuesta?

-Puede ser que el contexto socioeconómico no es favorable, y no permite empujar (la cifra) hacia abajo. Puede ser que la atención, a pesar de que la gente tiene más acceso, no es lo suficientemente efectiva. Todo esto tampoco ayuda a bajarlo. Es un tema que hay que estudiar mejor.

“Yo he sufrido de depresión”

-Has estudiado bastante la depresión desde la salud pública. ¿Cuál es tu diagnóstico en cuanto a la depresión en Chile?

-La depresión en Chile como tal se mantiene alrededor entre un 5% y 7%, con trastornos clínicos. (Las cifras) se han mantenido relativamente estables. A eso tienes que sumarle otros trastornos, y llegas al 20%. Los trastornos relacionados con la angustia son los otros potentes, que ocupan un gran espacio en el volumen. Una persona con depresión en Chile tiene síntomas muy parecidos a los que tiene una persona aquí, o en EE.UU., o en otros lugares. El concepto es bastante universal. 

Eso sí, existen “matices en cuanto a cómo identificarla”, dice el psiquiatra. Ahí entran en juego los “contextos culturales”. Afirma que “en Chile es bien marcada la diferencia de género, que sugeriría que una posibilidad es que los hombres todavía son bastante reticentes a admitir, o reportar, síntomas de depresión. Posiblemente porque hay todavía un estigma o un prejuicio, y hablar de eso es un poco como demostrar una debilidad (…). No lo sé. Estoy elucubrando”.

También hay factores intersectoriales, como “cuáles son tus derechos a enfermar. El tema de las licencias por depresión. Hasta qué punto, digamos, la sociedad está permitiendo que la depresión emerja o aparezca, o hasta qué punto genera un elemento de discriminación. Porque tú puedes decir que tienes depresión, y te pueden echar del trabajo. O pueden empezar a pensar que a lo mejor no vas a poder realizar tu trabajo… Y te lo digo con conocimiento”.

-¿”Con conocimiento”?

-Porque yo he sufrido de depresión. Y la realidad es que un poco salí del closet aquí en Reino Unido. Al principio me sorprendía cómo mis empleadores me trataban. Porque me hacían muchas pruebas de diferentes tipos, un poco para saber si es que estaba o no estaba. Imagínate. Yo era psiquiatra, y reconocía esto, y me empezaban a pasar cuestionarios y cosas. Cuestionarios algunos de los cuales los había desarrollado yo.

Y rememorando la escena, de que le aplicasen un cuestionario que él mismo diseñó, Ricardo Araya ríe.

-¡Qué fuerte!

-Sí, era fuerte. Era fuerte. Eso de sentarte frente a una enfermera, y que te pusiera estos cuestionarios y bueno… Responderlos con honestidad, porque en esas condiciones yo era una persona potencialmente enferma.

El psiquiatra saca entonces a relucir una frase digna de enmarcarse: “Lo más increíble de todo esto, que bueno, en el caso de la depresión se da mucho, porque no es una enfermedad que te discapacite enormemente, es que a mí no me ha ido mal en la vida, ¿no?”.

Suelta otra sincera risotada.

“He tenido cargos súper importantes, en Chile y en el extranjero”, dice. “Y me he ganado este premio”.

Una sonrisa de oreja a oreja cubre su rostro.  

-Qué bonita reflexión. 

-Creo que es bueno decirlo, porque es bueno que la gente sienta que puede abrirse con esta enfermedad. Si uno no lo hace, tienes que cargar con ese peso por el resto de tu vida, y uno de los elementos vitales para poder superar el tema de la depresión es poder conversar. Ser escuchado. Tratar de entender qué es lo que te está pasando. Eventualmente tener un apoyo profesional que te puede sugerir que requieres medicamentos. Que te apoyen en ese camino, para salir adelante. En la depresión uno puede recuperarse prácticamente ad integrum, pero eso no indica que después puedas tener una recaída. Pero uno aprende a vivir con esto como una enfermedad crónica, y a cuidarse uno mismo.

“Todo lo que vaya en favor de generar una mayor igualdad va a ser bueno para la salud mental”

Esta conversación con el Dr. Ricardo Araya se dio pocos días antes del plebiscito del 4 de septiembre. El contenido de la -rechazada- propuesta constitucional fue, por lo mismo, parte de la entrevista. Pero las reflexiones del ahora Premio Nacional en esta materia no pueden ser dejadas de lado.

-En la propuesta de nueva Constitución, “salud mental” aparece dos veces. Y el artículo 44 dice explícitamente que “el Estado generará políticas y programas de salud mental destinados a la atención y prevención con enfoque comunitario y aumentará progresivamente su financiamiento”. En la Constitución de 1980, “salud mental” no aparece ninguna sola vez. ¿Qué opinas de esta situación? 

-Es interesante, porque te voy a utilizar un ejemplo. La ONU sacó un documento que se llama “metas sustentables globales” y, en las que salieron publicadas hace dos o tres años atrás, “salud mental” es mencionada dos o tres veces, también en términos muy inespecíficos. Ahora, para mucha gente en el mundo de la salud mental global, fue considerado como un gran avance. Para mí no fue un gran avance. La realidad es que los indicadores con los que se va a evaluar si es que efectivamente se ha logrado algo son muy débiles.

-Pero se menciona.

-Claro, se menciona. Sí, puede ser un avance. Pero todavía muy lento. Muy atrás de lo que yo hubiera esperado, a estas alturas, del desarrollo a nivel global. Lo mismo sucede con la Constitución. Utilizaste el término, que también lo leí en la propuesta de nueva Constitución, que se “aumentará progresivamente”. Ahora, ¿qué es “progresivamente”? Como científico, como persona de números, me hubiese gustado saber cuánto. Y en qué períodos. Cuál es el plan. Cuál es la visión. Cuáles son las metas. 

Añade que “indirectamente también se mencionan otras cosas que tocan la salud mental. Porque la salud mental está relacionada con la discriminación, con el estigma, y la propuesta de Constitución aborda mucho esos temas también, que podrían tener un impacto en la salud mental. Pero como salud mental así, con nombre y apellido, es poco. Pero es algo”.

Lee el artículo original publicado en The Clinic AQUÍ

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¿Te lo perdiste? Ve el webinar «Hablemos de Prevención del Suicidio»

En el marco del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, Imhay e INJUV a través del programa Hablemos de Todo organizaron un webinar para abordar este importante problema de salud pública.

Dentro de los temas que se trataron respecto al suicidio, se habló de la prevalencia en las juventudes, los planes de prevención, cómo enfrentar las conductas suicidas, y las redes de apoyo que existen en instituciones y privadas.

Las panelistas fueron la Dra. Vania Martínez Nahuel, psiquiatra infantil y del adolescente y directora del Núcleo Milenio Imhay; Belén Vargas Gallegos, asesora del depto. de ciclo vital – división y control de enfermedades de MINSAL; Valentina Arratia Reyes, coordinadora del área de atención remota de Fundación para la Confianza, y Natalia Silva Fisher, coordinadora técnica del programa Hablemos de Todo.

Ve el video a continuación:

PorImhay

[OPINIÓN] Prevención del suicidio en Chile

Necesitamos en Chile que exista un decidido aumento del presupuesto en salud mental para el próximo año, para poder llegar a un porcentaje cercano al 5% o 6% del presupuesto de la cartera de salud al final de este gobierno, indica en The Clinic la directora de Imhay y académica de la Universidad de Chile, Dra. Vania Martínez.

El Día Mundial de la Prevención del Suicidio se conmemora anualmente cada 10 de septiembre. Este día es promovido por la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio y la Organización Mundial de la Salud desde el año 2003 con el objetivo de crear conciencia acerca de esta temática.

En Chile, el número de muertes por suicidio en la década 2010-2019 tuvo una tendencia global a la baja. Esto ocurrió a pesar del bajo presupuesto estatal que se ha destinado a salud mental a través de los distintos gobiernos y sin tener claridad de los elementos principales que han contribuido para aquello.

Chile cuenta con orientaciones para la implementación de un Plan Nacional de Prevención del Suicidio desde el año 2013. Este tiene seis componentes que se han implementado de manera desigual a lo largo de nuestro territorio.

En primer lugar, se establece la necesidad de la instalación de un sistema de estudio de casos. Hace tres años la ex-Subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, anunció que Minsal establecería la obligación para todos los centros de salud públicos y privados de reportar a la Autoridad Sanitaria todo intento de suicidio o lesiones autoinfligidas. A la fecha, aun no existe un sistema de vigilancia nacional estandarizado. Claramente, se necesita avanzar en una implementación a nivel nacional, lo que permitiría ir tomando decisiones y acciones oportunas.

El segundo componente corresponde a contar con programas regionales intersectoriales de prevención del suicidio. Existen mesas de trabajo en las regiones, algunas de ellas fueron interrumpidas en la pandemia. Son una buena instancia de coordinación, pero funcionan con presupuestos muy limitados.

En tercer lugar, está el fortalecimiento de las competencias de los profesionales de salud. Aquí hay que avanzar también en la capacitación del equipo de salud en su totalidad. Aún las personas con problemas de salud mental y, especialmente, las con conductas suicidas, son discriminadas y estigmatizadas en su atención.

El cuarto componente corresponde a la incorporación de programas preventivos en establecimientos educacionales. Un gran avance es que haya un documento base como son las Recomendaciones para la prevención de la conducta suicida en establecimientos educacionales. Se requiere avanzar en mayor capacitación y en que la totalidad de los establecimientos educacionales generen y socialicen sus propios protocolos, con toda la comunidad educativa. El Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP), el Ministerio de Salud y el Núcleo Milenio Imhay han favorecido esta tarea mediante cursos gratuitos dirigidos a docentes.

En quinto lugar, está el desarrollo de un sistema de ayuda en situaciones de crisis. Chile cuenta con el fono Salud Responde 600 360 7777, conectado para la atención por profesionales de salud mental con Hospital Digital. Se requiere avanzar en tener un número gratuito, más simple de recordar y con acceso rápido a profesionales de salud mental también en horarios de madrugada.

El sexto y último componente corresponde a un apoyo técnico para una correcta cobertura mediática y refuerzo del papel de los medios de comunicación en la prevención del suicidio. Los medios de comunicación pueden tener un rol en la prevención del suicidio si informan sobre señales de alerta y cómo acceder a canales de ayuda profesional y evitan el sensacionalismo al informar de muertes por suicidio.

Los seis componentes de Plan Nacional de Prevención del Suicidio mencionados fueron escogidos basados en evidencia científica principalmente internacional. Los centros de investigación y la academia con una mirada transdisciplinaria pueden aportar a la evaluación de la efectividad, costo-efectividad y de los elementos que favorecen la implementación de estos componentes en los diversos contextos que hay en nuestro país.

Actualmente estamos en un escenario particularmente complejo para la salud mental, podríamos decir que es la “tormenta perfecta” para que haya un aumento de la conducta suicida. Por una parte, ha habido un aumento, especialmente en población adolescente  de depresión, ansiedad, estrés y consumo problemático de alcohol y otras drogas Por otra parte, hay grandes dificultades para el acceso efectivo de la población a atención oportuna y de calidad en salud mental. Las listas de espera para atención por profesionales de salud mental aumentan cada vez más tanto en el sistema público como en el privado. A esto hay que agregarle factores estresores locales en un escenario global de alta incertidumbre social, económica, política y ambiental, alimentado, además por la desinformación en redes sociales. Estamos aún a tiempo y es ahora cuando tenemos que actuar para evitar el aumento de los suicidios en Chile.

El lema de este año del Día Mundial de la Prevención del Suicidio es “Crear esperanza a través de la acción”, subrayando la necesidad de una acción colectiva para abordar este problema urgente de salud pública. Todos y todas tenemos un rol, partiendo por el actual gobierno.

 

Ve la columna de opinión publicada en The Clinic AQUÍ

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Entrevista a Dra. Vania Martínez: Día Mundial para la Prevención del Suicidio

En el programa Caleidoscopio de la Salud, producido por la Escuela de Enfermería de la Universidad de Chile y emitido en Radio Uchile, la psiquiatra infantil y del adolescente y directora de Imhay conversó sobre cómo el suicidio afecta a las familias y comunidades y cómo podemos prevenirlo, a propósito de un nuevo Día Mundial que se conmemora cada 10 de septiembre.

En la entrevista la Dra. Vania Martínez se refirió a la importancia que tienen los medios de comunicación en la prevención del suicido. «Los medios de comunicación formales e incluso las redes sociales pueden ser un aliado para la prevención del riesgo suicida y el suicidio, y hay ciertas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud que creo que es importante considerar. En primer lugar: el uso de un lenguaje seguro para conversar de este tema. Hablar de suicidio no lo promueve, pero hablar de mala manera podría tener un efecto de contagio y eso se da con los medios de comunicación», indicó la Dra. Martínez.

Según comentó la académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora de Imhay, existe lo que se ha llamado «Efecto Werther», que recibe su nombre de la novela «Las penas del joven Werther» del escritor alemán Goethe, en el que el joven protagonista, por distintas circunstancias, se suicida, lo que provocó un aumento de los suicidios de hombres jóvenes en la época en que el libro fue publicado. «Entonces ahí se da cuenta que hablar de cualquier forma de suicidio no es correcto y los medios de comunicación e incluso series de televisión -como ocurrió con 13 razones de por qué- que fue una serie polémica, ya que, al menos, en su primera temporada no se presentó lo siguiente: alertar a la gente que éste es un tema sensible y que las personas que son sobrevivientes de algún familiar o persona conocida que ha muerto por suicidio, pueden tener mayor impacto al escuchar estas noticias. Por otro lado, no debiera mencionarse el método por el cual la persona se ha suicidado ni menos mostrar imágenes explícitas. También no hablar del suicidio como si fuera la única opción, por ejemplo, no decir «se suicidó porque lo dejó la polola o porque le hicieron bullying»,  porque el suicidio es multifactorial. Tampoco se debe hablar de persona suicida, porque se trata de una persona que tuvo una muerte por suicidio y son personas que tienen una enfermedad tal como podría ser una enfermedad como el cáncer. Entonces, tiene una enfermedad que requiere ayuda y  tratamiento. Y finalmente dar un teléfono o líneas de ayuda para poder acceder a ello», señaló la directora de Imhay.

«El suicidio en niños es poco frecuente, pero de gran impacto. Sin embargo, el suicidio va aumentando a medida que aumenta la edad, o sea, es más frecuente en la adolescencia, más frecuente en jóvenes. De hecho, el período en el cual la tasa es más alta es en personas mayores. Pero en números, la mayor proporción es en personas jóvenes en edad media que están en un período activo laboral».

Escucha la entrevista completa a continuación:

RECUERDE: Si esta información le genera inquietudes o siente que necesita ayuda, puede comunicarse al Fono Salud Responde al 600-360-7777.

PorImhay

Entrevista a Dr. Alvaro Langer: Mindfulness y Psicosis

En conversación con el sitio español Psicoflix, el académico de la Universidad Austral de Chile y Director Alterno de Imhay, conversó sobre qué es el Mindfulness y su diferencia con respecto a la meditación, del contexto en el que surge, si es contraindicado para alguna persona o condición y en qué formatos se aplica, entre otras temáticas.

Mindfulness se puede entender como el hecho de llevar tu atención al momento presente, sin emitir juicios de valor y aceptando los distintos eventos internos que puedas tener en el momento presente. «Esa definición recoge los aspectos centrales que serían: el control atencional, la regulación emocional y el awareness (darse cuenta) como pilares centrales por los cuales actuaría Mindfulness. Quizás agregaría también la idea de que todas las personas pueden practicar Mindfulness, que es una habilidad y como habilidad es algo que se puede entrenar», indica el Dr. Álvaro Langer.

El Director Alterno de Imhay es pionero en la investigación de Mindfulness en psicosis en Iberoamérica y en la aplicación de Mindfulness en contextos educativos chilenos. «Con la palabra «meditación» caben muchas prácticas, muchos modelos, muchas tradiciones. Cuando hablamos de Mindfulness aplicado a la psicosis estamos hablando ya de un procedimiento que tiene una tradición, y que está enfocado y delimitado en una intervención que surge desde un modelo clínico occidental. Surge desde la aplicación en un hospital, en este caso de Massachussets, para pacientes que en general no respondían bien a tratamientos médicos», indicó.

Y agregó que «la palabra meditación es una palabra demasiado genérica, por ejemplo, si yo hablara de meditación y psicosis, una persona podría entender que podría practicar mantras o de hacer algún sonido en particular. La palabra no es lo suficientemente precisa como para explicar lo que uno está haciendo. Entonces si alguien te dice que hace meditación con los pacientes o en un centro comunitario, casi inmediatamente hay que preguntar: ¿y qué tipo de meditación practicas?, ¿qué es lo que haces cuando dices que haces meditación?.

Escucha la conversación a continuación: