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Dr. Ricardo Araya, investigador Imhay: «Tras la pandemia, las necesidades y la pobre inversión en salud mental en Chile quedarán más expuestas»

El egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile e investigador senior del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) enfatiza la importancia de generar nuevas estrategias para afrontar las consecuencias que la pandemia tendrá en la población los próximos años. Asimismo, asegura que la salud mental en Chile no ha sido una prioridad para los gobiernos de las últimas décadas. «Si antes de la pandemia los recursos eran considerados escasos para cubrir las necesidades, en el futuro muy próximo la situación se tornará aún más deficitaria dado el aumento de necesidades», indica el también académico del King´s College London.

Ricardo Araya, psiquiatra de la U. de Chile y académico del King’s College London, dirige el Centre for Globlal Mental Health, iniciativa que busca disminuir las brechas de atención en salud mental.

A más de un año de la llegada del COVID-19 a nuestro país, las personas han debido enfrentar diversos desafíos para adaptarse a este nuevo contexto de crisis sanitaria, en el que el trabajo remoto, la educación a distancia y el distanciamiento físico han sido parte importante de los cambios para prevenir los contagios. Pero el prolongado confinamiento no ha sido fácil y ha impactado a nivel emocional a gran parte de la población, generando lo que se ha llamado como “fatiga pandémica”.

Quien conoce de cerca el impacto de la pandemia en la salud mental de las personas es el psiquiatra de la Universidad de Chile y académico del King’s College London, Doctor Ricardo Araya Baltra. El especialista ha desarrollado su larga y exitosa carrera profesional tanto en Chile como en Inglaterra, donde actualmente dirige el Centre for Globlal Mental Health, iniciativa que busca disminuir las brechas de atención en salud mental, particularmente de aquellos que viven en contextos de mayor vulnerabilidad. El Dr. Araya además es investigador senior del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) y asesor científico de diversos grupos de investigación en América Latina, África y Asia en el ámbito de prevención y tratamiento de enfermedades del ánimo, tanto en población adulta como en adolescentes y jóvenes.

Egresado de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, el Dr. Ricardo Araya realizó su especialidad en psiquiatría en Inglaterra, país donde ha llevado a cabo gran parte de su carrera científica y académica, pero sin dejar de influir y aportar a la salud mental de nuestro país. De hecho, en el año 2003, un estudio realizado por su equipo y publicado en la prestigiosa revista The Lancet denominado “Tratar la depresión en atención primaria en mujeres de bajos ingresos en Santiago, Chile: un ensayo controlado aleatorizado” pavimentó el camino de lo que sería la creación del primer Programa Nacional de Tratamiento de la Depresión en Atención Primaria en Chile. Dicho modelo de atención se ha adaptado y replicado en India, Zimbabwe, Nigeria, Colombia, Brasil, Perú y Líbano.

Su aporte a la psiquiatría mundial se ha visto reflejada en la publicación de artículos científicos de alto impacto, como una intervención para aliviar la depresión post-parto en Nigeria, el que fue elegido como el artículo del año 2020 por la revista British Journal of Psychiatry. Otro trabajo destacado corresponde a una intervención que demostró el éxito de un modelo de trabajo colaborativo entre curanderos y profesionales de salud, el que fue publicado por la revista The Lancet. A esto se suman los resultados del ensayo clínico más grande que se haya realizado en países no occidentales de una intervención digital para aliviar la depresión en personas con hipertensión o diabetes.

A más de 15 meses desde la llegada del COVID-19 a Chile, el Dr. Araya se refirió a los efectos que la pandemia ha tenido sobre la salud mental de las personas y la importancia de generar nuevas estrategias para afrontar las consecuencias que tendrá la población en los próximos años. “Las consecuencias sociales y económicas de las medidas para contener el avance del virus van progresivamente transformándose en simplemente desesperanza a niveles no sentidos desde hace décadas. De tal manera, que a nadie debiera sorprenderle que la salud mental poblacional esté afectada”, indica el académico chileno radicado en Londres.

– ¿Cuál es su visión respecto al efecto de la pandemia en la salud mental?

A pesar de que hay algunas divergencias, la mayoría de los estudios revelan que los trastornos mentales y el nivel de estrés de la población han aumentado durante la pandemia en diversos países del mundo desarrollado y en desarrollo. Estos aumentos son más marcados en los niveles socioeconómicos más bajos en prácticamente todos los países. Aunque aún es poco claro si el virus puede afectar directamente el cerebro, la incertidumbre y el miedo a contraer la enfermedad o que seres queridos la sufran y futuros cada vez más inciertos conllevan síntomas emocionales. A esto habría que sumar las medidas de aislamiento y distanciamiento social que se han impuesto, afectando las libertades personales y rompiendo redes sociales de apoyo para explicar este deterioro.

– ¿La pandemia ha deteriorado aún más la salud mental en Chile que a otros países similares al nuestro?

No lo sabemos, pero es probable. Existirían tres razones por las que el deterioro de la salud mental en Chile pueda ser mayor que en otros países. Primero, ya se partía con un malestar psicosocial alto que llevó al estallido social y que continuó después de este. Segundo, las inequidades en el contagio, manejo de los contagiados y consecuencias socioeconómicas de la pandemia han afectado de manera más acentuada a los grupos más pobres que habían sido dejados atrás por años, y tercero, desde hace varias décadas Chile no ha invertido en los niveles que se requieren para proteger la salud mental de su población.

– ¿Pudiera ser que estos problemas de salud mental u otros fenómenos psicosociales hayan contribuido a la expansión de la pandemia?

Es posible por al menos tres razones. Primero, la desconfianza que ya existía en sectores grandes de la población no ayudó a convencer a la ciudadanía sobre la necesidad de hacer sacrificios y regular nuestras conductas, lo cual le dio un espacio grande al virus para expandir su penetración. Segundo, décadas de entrenamiento social donde el interés individual predominó por sobre lo colectivo, le han concedido espacios adicionales al virus para consolidar posiciones. Tercero, el virus se cambia de ropa o muta, y penetra aún más profundo a través de las cansadas y no del todo convencidas trincheras de la débil resistencia poblacional.

– ¿Qué podemos esperar para los próximos meses en materia de salud mental?

Dependiendo de lo que pase con la contención de la pandemia, es probable que la carga de los trastornos mentales aumente, definitivamente, en relación con la situación pre-pandemia. Pienso que existirían, al menos, cuatro razones para sustentar esta predicción. Primero, el COVID-19 y algunas medidas para contenerlo han llegado para quedarse por un tiempo largo. Segundo, el miedo a los rebrotes seguirá presente dada la facilidad del virus para mutar en nuevas variantes. Tercero, la situación socioeconómica va a generar consecuencias sociales y habrá que lidiar con muchas prioridades compitiendo por escasos recursos, y cuarto, más allá de los casos agudos ocasionados por la pandemia, habrá que lidiar con la presencia de los así llamados síntomas de COVID-largo, muchos de tipo psicológicos.

– ¿Qué podemos hacer para contener esta prevalencia de trastornos mentales’?

Comenzar desde ya a pensar en cómo iniciar la reconstrucción de la salud mental de nuestra población. El desafío existía ya antes de la pandemia. Es cierto que el tema va más allá que la oferta de servicios de salud mental efectivos, a un costo que el país pueda afrontar en tiempos donde habrá múltiples demandas sociales. Es bueno usar un modelo que nos permita reflexionar en torno a este desafío. Los epidemiólogos que trabajan en el modelaje de datos cumplen un rol importante en intentar predecir el movimiento de la epidemia y las consecuencias del avance de este enemigo viral.

– ¿Cómo se comprende este fenómeno desde la perspectiva psicosocial?

Desde la perspectiva psicosocial, también existen modelos para comprender cómo puede cambiar la salud mental a nivel individual y poblacional por la pandemia. Dichos modelos, aunque potencialmente no tan exactos como los modelos de penetración viral, permiten comprender algunos fenómenos y predecir algunos cambios. Por ejemplo, un modelo útil para informar la toma de decisiones es el de la vulnerabilidad/resiliencia aplicada a nivel poblacional. Dicho modelo sugiere que cada individuo tiene un grado diferente de vulnerabilidad para desarrollar síntomas mentales o defenderse ante la adversidad. Cuando esta aparece con mayor intensidad, aquellas personas más vulnerables que habían sobrevivido las condiciones habituales de adversidad de nuestra vida cotidiana, quedan expuestos y desarrollan síntomas o lo pasan aún más mal.

En parte, estos modelos sugieren que las opciones de abordaje pasen por dos líneas. En primer lugar, disminuir la adversidad que en este caso es una opción limitada pero aún abordable, aunque sea parcialmente. Por ejemplo, se sabe que los indicadores de salud mental de la población están estrechamente condicionados por factores socioeconómicos como la pobreza y las desigualdades socioeconómicas. Una razón más para abordar estos problemas con mayor decisión. En segundo lugar, proteger a aquellos más vulnerables con todas las medidas posibles, algo que va a demandar mayores recursos y una mejor focalización en grupos de mayor riesgo y problemas prioritarios.

– ¿Cómo evalúa la estrategia de Chile para proteger la salud mental?

Es importante notar que hay un hecho histórico que hay que tener presente en estas reflexiones. La inversión en salud mental en Chile es y continúa siendo muy baja, similar a países de ingresos muchos más bajos que los de Chile. Por ejemplo, el presupuesto de salud que va a salud mental se ha mantenido en alrededor de un 2 por ciento por décadas, de acuerdo con datos de la OMS. Entonces, ¿cómo es posible justificar esto en un país clasificado como de altos ingresos y en el que la depresión es la principal causa de la carga de enfermedad? Francamente una situación injustificable.

– ¿Qué espera de Chile para los próximos años en materia de salud mental?

Tanto la pandemia como otros desastres que afectan a poblaciones crean ventanas de oportunidades. Tras la pandemia, las necesidades y la pobre inversión en salud mental en Chile quedarán más expuestas. Ojalá que después de que la parte aguda de la pandemia haya pasado, la salud mental pudiera ser tomada más en serio en Chile.

Es de esperar que los nuevos grupos que entran a decidir el futuro de Chile puedan tener una mayor sensibilidad al tema que los que ya tuvieron su oportunidad. La salud mental no ha sido considerada como una prioridad por los diversos gobiernos de las últimas décadas. Si antes de la pandemia los recursos eran considerados escasos para cubrir las necesidades, en el futuro muy próximo la situación se tornará aún más deficitaria dado el aumento de necesidades. Sin salud no hay desarrollo. Y sin salud mental no hay salud ni desarrollo. ¿Cuánto tiempo tomará para que nuestros políticos y gobernantes comprendan esto?

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El CPEIP del Mineduc, el Ministerio de Salud e Imhay lanzan la segunda versión del curso gratuito «Prevención del suicidio en comunidades educativas»

En Chile, el suicidio sigue siendo la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años, grupo etario que se ha visto más afectado en su salud mental por la pandemia.

A partir del 02 de agosto, el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP), el Ministerio de Salud y el Núcleo Milenio Imhay realizarán la segunda versión de este curso dirigido a docentes que se desempeñen en colegios públicos o subvencionados de cualquier región del país.

El curso es de carácter gratuito y está dirigido a docentes de colegios públicos y subvencionados.

En el curso “Prevención del suicidio en comunidades educativas” se entregarán herramientas específicas para implementar estrategias de prevención de las conductas suicidas en comunidades educativas, desde una mirada integral y que beneficie a todos sus integrantes. También los participantes podrán aprender a cómo realizar, desde su rol docente, un primer abordaje para la detección de posibles situaciones de riesgo, en el contexto escolar.

El curso está dirigido a docentes que desean conocer herramientas para la prevención del suicidio posibles de llevar a cabo desde su rol formador. A través de una metodología teórico-práctica que combina la presentación de contenidos y el desarrollo de actividades y/o productos, los docentes podrán ir reflexionando sobre la práctica y proyectar la aplicación al aula de lo aprendido. El acompañamiento de tutores capacitados en la temática brindará acompañamiento y retroalimentación de manera constante a los participantes, junto con el desarrollo de dos sesiones en vivo para la profundización de contenidos.

Con esta acción formativa se logrará:

  1. Identificar las estrategias recomendadas para la prevención del suicidio en comunidades educativas.

  2. Distinguir elementos que favorecen la salud mental y aquellos que la ponen en riesgo.

  3. Identificar las diferentes manifestaciones del fenómeno de suicidalidad y los mitos más frecuentes asociados.

  4. Identificar los factores de riesgo y de protección de la conducta suicida, distinguiendo aquellos vinculados con el espacio escolar.

  5. Aplicar recomendaciones para el desarrollo de acciones seguras de sensibilización y educación en suicido en el contexto escolar.

  6. Reconocer señales de alerta para la detección de riesgo de suicidio.

  7. Identificar los pasos a seguir ante situaciones de conducta suicida en estudiantes.

  8. Realizar un primer abordaje ante la detección de riesgo de suicidio de un estudiante y activar su derivación a equipo de salud.

  9. Aplicar estrategias de cuidado propio para sí mismo.

DATOS DEL CURSO :
Fecha:  Desde el 16 de agosto al 08 de octubre.
Modalidad: 100% e-learning (con algunas clases sincrónicas)
Tiempo de dedicación:  30 horas.
Cupos: 500 becas
Postulaciones: AQUÍ
Consultas: infocursos.cpeip@mineduc.cl

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UChile y UACh comienzan a aplicar la encuesta de salud mental #enlaUvamosjuntxs

El director alterno de Imhay y académico de la Universidad Austral de Chile, Dr. Álvaro Langer, junto a nuestra investigadora joven, Scarlett Mac-Ginty, conversan sobre salud mental universitaria en el marco de un nuevo proceso de aplicación de la encuesta #enlaUvamosjuntxs, iniciativa que desarrolla distintas actividades para evaluar la salud mental de los y las estudiantes universitarios/as, mejorar su bienestar y ofrecer intervenciones innovadoras basadas en Internet y tecnologías digitales para la prevención e intervención temprana de los problemas de salud mental.

Ve la entrevista a continuación: 

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Dra. Vania Martínez se integra a grupo de trabajo internacional que elaborará propuestas y estrategias de abordaje de la salud mental para América Latina

La académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio Imhay forma parte de un grupo compuesto 8 expertos internacionales que buscan redactar un documento diagnóstico de la emergencia sanitaria en Latinoamérica y en base a ello elaborar propuestas de políticas y estrategias en salud mental para la región.

La Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL) conformó el grupo de trabajo internacional «Situación de la Pandemia por COVID-19 en América Latina y la Salud Mental», donde fue invitada a participar la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.

Desde Chile y como única representante de nuestro país, la Dra. Vania Martínez, académica de CEMERA de la Facultad de Medicina y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), fue invitada a participar por la Asociación Psiquiátrica de América Latina (APAL) en un grupo de trabajo internacional denominado «Situación de la Pandemia por COVID-19 en América Latina y la Salud Mental». El objetivo de este equipo es realizar un diagnóstico de la situación actual y en base a ello elaborar propuestas de políticas y estrategias en salud mental, que eventualmente puedan presentarse a los gobiernos. 

La APAL es una Asociación Internacional integrada por las Sociedades Psiquiátricas Nacionales, que por su antigüedad, crecimiento y desarrollo, agrupan en proporción mayoritaria a los médicos psiquiatras de los distintos países de América Latina y el Caribe.

Actualmente esta organización está integrada por profesionales de 20 países de la región y funciona como una corporación profesional y social de bien público sin fines de lucro y ha tenido un rol muy importante durante los últimos 60 años, generando aportes en el conocimiento científico, la formación de nuevos profesionales y la colaboración de sociedades para visibilizar la importancia de la salud mental. 

La Dra. Martínez menciona que la invitación a participar del proyecto llega de la mano de la Dra. Alejandra Armijo, representante de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile (SONEPSYN) y Secretaria Regional de Países Cono Sur en APAL. “Valoro mucho esta invitación. Ella me contactó debido a que he estado muy presente desde la Universidad de Chile con el documento que hicimos para la mesa social sobre estrategias de salud mental y luego en la participación de la mesa de expertos del programa Saludablemente”. 

Colaboración Internacional

La académica es parte de los 8 expertos de diferentes países que componen este grupo de trabajo y tendrán como tarea principal elaborar un documento que dé cuenta del diagnóstico de la región, qué es lo que se está haciendo en materia de políticas públicas y también de hacer propuestas en base a ese diagnóstico. 

La Dra. Martínez afirma que “es importante esta instancia para compartir experiencias a nivel latinoamericano ya que nosotros tenemos varios factores probablemente en común y que nos diferencia de Europa y Norteamérica. Compartimos cierta cultura, dificultad en los recursos, entonces podemos sacar experiencias compartidas en relación al enfrentamiento de la pandemia en términos de salud mental”. 

“Es fundamental considerar que cuando hablamos de salud mental no estamos hablando solo de patologías sino que hablamos más allá. Que sea un bienestar general y por lo tanto, lo que falta todavía es fortalecer medidas para promoción y prevención de la salud mental, que no venga sólo desde el sector de salud sino desde los distintos sectores y actores”, agrega. 

La siguiente etapa del proyecto contempla la creación de una encuesta que se enviará a los distintos países que participan de APAL, con el objetivo de recoger diferentes parámetros e insumos en relación a datos sanitarios generales, respuestas a la pandemia por parte del Estado, apoyo económico de la población vulnerable, documentos técnicos para cuidar la salud mental, entre otras. 

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Universidad Austral de Chile comenzó a aplicar encuesta de salud mental #enlaUvamosjuntxs

Desde el día 14 de junio la UACh dio inicio a la aplicación de la encuesta digital de salud mental para sus estudiantes de primer año. La iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, que es liderada a nivel internacional por la Universidad de Harvard, tiene por objetivo evaluar y mejorar la salud mental de los y las estudiantes a lo largo de su vida universitaria.

“Contestar esta encuesta nos va a permitir tener un diagnóstico más preciso de las distintas problemáticas que están viviendo las y los jóvenes universitarios y así poder generar estrategias de promoción y prevención que sean atingentes a las diversas situaciones que están viviendo”, indica el director alterno de Imhay y académico de la UACh.

La iniciativa denominada #enlaUvamosjuntxs desarrolla actividades para evaluar la salud mental de los y las estudiantes universitarios/as y mejorar su bienestar durante la carrera. Mediante el acompañamiento a mechones y mechonas que ingresaron este año a la Universidad, se implementarán diversas acciones con el fin de generar herramientas innovadoras basadas en Internet y tecnologías digitales para la prevención e intervención temprana de los problemas de salud mental.

Este año se incorporó la UACh al proyecto y para involucrar a la comunidad universitaria a ser parte de este proceso, se habilitó una encuesta digital para estudiantes de primer año que estará disponible entre el 14 de junio y el 30 de julio. A quienes contesten, se les realizará un seguimiento durante su trayectoria universitaria, motivo por el cual deberán contestar anualmente el cuestionario. Los y las estudiantes recibirán un reporte personalizado basado en sus respuestas, y aquellos identificados con riesgo suicida serán contactados/as y derivados/as con profesionales de la salud mental.

Alianza Global

El proyecto The WHO World Mental Health International College Student Initiative (WMH-ICS) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es liderado a nivel mundial por la Universidad de Harvard. Actualmente se encuentran participando diversas universidades de 18 países, en los cinco continentes.

En nuestro país, la Universidad de Chile fue la primera en incorporarse a esta iniciativa, y el proceso de aplicación fue liderado por la Dra. Vania Martínez, académica de CEMERA, de la Facultad de Medicina y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay).

Álvaro Langer, director alterno del Núcleo Milenio Imhay, profesor asociado del Instituto de Psicología en la UACh y director del grupo de investigación de Mindfulness, Salud Mental y Cultura, menciona que es importante que más jóvenes se sumen a este proceso: “Uno de los desafíos de aplicar esta encuesta es generar sintonía con la campaña de salud mental de la universidad y que no sea una iniciativa aislada. En ese sentido, hemos tenido diversas reuniones con la mesa de salud mental, hablando con distintos actores para que esta encuesta vaya en la misma línea. Esto también implica ajustar los protocolos para los y las estudiantes que puedan presentar riesgo de problemas más graves de salud mental, con el objetivo de utilizar los dispositivos que actualmente están funcionando al interior de la universidad”.

Contestar esta encuesta nos va a permitir tener un diagnóstico más preciso de las distintas problemáticas que están viviendo las y los jóvenes universitarios y así poder generar estrategias de promoción y prevención que sean atingentes a las diversas situaciones que están viviendo”, agregó.

“Contamos con el apoyo de estudiantes Centinelas UACh, que son facilitadores comunitarios y trabajan activamente articulando una estrategia pionera de prevención de riesgo suicida en salud mental universitaria», indica el coordinador del proyecto en la UACh, Reiner Fuentes.

Reiner Fuentes, Psicólogo del Centro de Salud Universitaria y miembro del equipo coordinador de la encuesta #enlaUvamosjuntxs, asegura que “ha sido clave la colaboración de la Mesa de Salud Mental, en donde hemos preparado los protocolos y flujogramas de acción para contener a tiempo a estudiantes que respondan la encuesta y requieran apoyo o acompañamiento psicológico. Estamos súper comprometidos con hacernos cargo de la información que se levantará, la cual sabemos será crucial para pensar en ajustar y perfeccionar nuestras estrategias de prevención y promoción de salud mental”.

Articulación del proyecto

Además de la detección oportuna de problemas de salud mental, la encuesta entregará herramientas para conocer cuál es su estado de salud y bienestar emocional a lo largo de la vida universitaria y ayudará a identificar problemas que pueden afectar las relaciones interpersonales y el rendimiento académico.

Fuentes destaca la colaboración con el grupo Centinelas UACh, “contamos con el apoyo de esta red de estudiantes universitarios que son facilitadores comunitarios y trabajan activamente articulando una estrategia pionera de prevención de riesgo suicida en salud mental universitaria. Así les Centinelas colaborarán en la difusión de la encuesta vinculándose con delegados de carrera de primer año y también con los centro de estudiantes”.

Este año, junto la UACh, además del segundo año de aplicación en la UChile, se incorporarán a la iniciativa otras tres nuevas instituciones de educación superior: Universidad de Talca, Universidad de Los Andes y la Universidad de O’higgins.

Ve los videos promocionales a continuación:

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U. de Chile aplicará por segundo año consecutivo encuesta online para evaluar la salud mental de sus estudiantes

Durante este mes de junio, se habilitará la segunda encuesta digital de salud mental para estudiantes de primer y segundo año de la Casa de Bello, consulta que en el 2020 permitió identificar que 3 de cada 4 estudiantes reportaron que su estado de ánimo era peor o mucho peor en comparación al contexto pre-pandémico. La iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, liderada a nivel internacional por la Universidad de Harvard, tiene por objetivo evaluar y mejorar la salud mental de los y las estudiantes a lo largo de su vida universitaria.

En el año 2020, la encuesta fue respondida por 2.411 estudiantes y reveló que 3 de cada 4 estudiantes reportaron que su estado de ánimo es peor o mucho peor en comparación a antes de la pandemia.

La iniciativa, denominada #enlaUvamosjuntxs, desarrolló durante el 2020 diversas actividades para evaluar la salud mental de los y las estudiantes universitarios/as y mejorar su bienestar durante la carrera. La campaña para acompañar a mechones y mechonas se replicará nuevamente este año y contempla la implementación de múltiples herramientas basadas en Internet y tecnologías digitales para la prevención e intervención temprana de los problemas de salud mental.

Para involucrar a la comunidad universitaria en este segundo proceso de aplicación, se habilitará una encuesta digital para estudiantes de primer y segundo año que estará disponible durante un mes. El objetivo es poder realizar un seguimiento durante su trayectoria universitaria, motivo por el cual deberán contestar anualmente el cuestionario. Los y las estudiantes recibirán un reporte personalizado basado en sus respuestas, y aquellos/as identificados/as con riesgo suicida serán contactados/as y derivados/as con profesionales de la salud mental.

Hallazgos del primer proceso

El proyecto The WHO World Mental Health International College Student Initiative (WMH-ICS) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es liderado a nivel global por la Universidad de Harvard. Actualmente, se encuentran participando diversas universidades de 20 países, en los cinco continentes. En nuestro país, la Universidad de Chile fue la primera en incorporarse a la iniciativa, cuyo proceso de aplicación es liderado por la Dra. Vania Martínez, académica de CEMERA de la Facultad de Medicina y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay).

En el año 2020, la encuesta digital de salud mental #enlaUvamosjuntxs fue respondida por 2.411 estudiantes mayores de 18 años de primer año de la Casa de Bello. Dentro de los resultados, se encontró que 3 de cada 4 estudiantes reportaron que su estado de ánimo es peor o mucho peor en comparación con el contexto pre-pandémico. Las estudiantes mujeres presentaron significativamente mayores niveles de sintomatología depresiva y ansiosa, y reportaron de forma significativa una mayor percepción de empeoramiento del estado de ánimo en contexto de pandemia. “Los hallazgos de este estudio refuerzan la necesidad de implementar intervenciones y estrategias orientadas a favorecer una mejor salud mental de los estudiantes universitarios en Chile con un enfoque de género”, indica la Dra. Martínez.

La encuesta abordó los acontecimientos adversos en el grupo familiar y experiencias negativas relacionadas con la pandemia por COVID-19: Un 47,1 por ciento de los y las estudiantes encuestados reportó una disminución de ingresos en su grupo familiar, un 16,9 por ciento señaló que uno de los integrantes de su núcleo perdió su trabajo, el 15,7 por ciento tuvo un miembro de su grupo familiar que contrajo el virus, y un 1,9 por ciento declaró haber sido diagnosticado por COVID-19. En términos de conectividad, un 47 por ciento de los encuestados reportó haber tenido dificultades para acceder y seguir clases en modalidad online y un 82,5 por ciento señaló haber sufrido problemas de concentración en los estudios y actividades cotidianas.

Seguimiento del proyecto

La Dra. Martínez destaca que “esto nos va ayudar a ir determinando cuáles son los factores protectores y los factores de riesgo para la salud mental. No solamente estamos realizando esta encuesta, también estamos haciendo intervenciones, evaluándolas y esperamos que las que sean efectivas las podamos diseminar a más personas”. Por otra parte, señala que “nos interesa que la mayor cantidad de jóvenes participen, no solo las personas que se están sintiendo mal. Quizás puede ser más cercano contestar la encuesta para alguien que tiene problemas de salud mental, pero a nosotros nos interesa también quienes no tienen problemas de salud mental, porque de esa forma vamos a ir aprendiendo cómo prevenir estos cuadros y promover una mejor salud mental en la comunidad”, agregó.

Para Scarlett Mac-Ginty, candidata a doctora en el Servicio de Salud e Investigación Poblacional del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres e investigadora joven de Imhay, quien forma parte del proyecto #enlaUvamosJuntxs, “uno de los grandes desafíos en la aplicación de la encuesta es lograr una alta participación que permita que los resultados obtenidos sean representativos de la diversidad de estudiantes de la Universidad. Con la información que contamos de la aplicación del año pasado sabemos, por ejemplo, que los estudiantes de mayor edad y de sexo masculino respondieron menos. De similar manera, no todas la facultades tuvieron la misma participación y nos gustaría lograr que todas estén igualmente representadas”.

Mac-Ginty asegura que es necesario lograr al menos un 80 por ciento de participación en la encuesta de seguimiento: “Esto es fundamental para lograr resultados que nos permitan seguir las trayectorias en salud mental durante la vida universitaria, más aún en este contexto de pandemia, que ha significado mayores desafíos y cambios en la experiencia y la formación de las nuevas generaciones”.

Con los datos obtenidos en este primer proceso en Chile, se podrá comparar bajo un mismo instrumento a nivel internacional con el resto de países que se encuentran participando en el proyecto. “Esto nos permitirá poder aportar a la implementación y evaluación de políticas en torno a la salud mental y posicionar un marco general para trabajar a nivel universitario”, señaló la profesora Martínez.

Este año se incorporan a la iniciativa las otras universidades albergantes del Núcleo Milenio Imhay: Universidad Austral de Chile, Universidad de Talca y Universidad de Los Andes. Además, también se incorporó la Universidad de O’Higgins, a través de un convenio en el marco del Proyecto Tutoría de la Universidad de Chile.

 
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Charla: «Salud mental en la comunidad universitaria: ¿Qué podemos hacer?»

Invitada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Valparaíso, nuestra directora, Dra. Vania Martínez, dictó la charla «Salud mental en la comunidad universitaria: ¿Qué podemos hacer?», donde conversó respecto a los efecto que ha provocado el contexto de pandemia en el bienestar emocional de los y las jóvenes universitarios/as , y de la importancia de abordar la prevención del suicidio como una tarea de todos y todas.

Ve el video:

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Depresión en universitarios durante la pandemia: “La adultez emergente es un periodo crítico en términos vitales”

La Tercera destaca el estudio de salud mental realizado por nuestro Núcleo Milenio a estudiantes universitarios. La investigación realizada señaló que tres de cada cuatro estudiantes (77,7%) reportaba que su estado de ánimo estaba peor o mucho peor en comparación al contexto pre pandémico y que las mujeres presentan mayores niveles de sintomatología depresiva y ansiosa, y son ellas quienes reportaron un mayor empeoramiento del estado de ánimo (80,8% versus el 74,2 de los hombres).

“A lo largo del tiempo ha habido una mayor prevalencia de dificultades de salud mental en los jóvenes universitarios. Hay que considerar que en los últimos años la población universitaria es mucho más diversa; han ingresado más mujeres, más estudiantes que son primera generación en ingresar a educación superior en sus familias y también, más estudiantes de niveles socioeconómicos bajos. Y a eso se le suma que el 75% de los trastornos mentales se desencadena entre los 18 y 29 años, por lo que estamos hablando de un periodo que de por sí es crítico en términos vitales», señala el investigado de Imhay, Dr. Álvaro Jiménez.

En mayo del año pasado un grupo de investigadores del Núcleo Milenio Imhay –orientado a la salud mental de jóvenes y adolescentes– realizó una encuesta a más de 2.400 estudiantes de primer año de universidad para dar cuenta de cómo habían visto afectada su salud mental durante los primeros meses de la pandemia. Los resultados, recopilados en un estudio publicado en la revista de psiquiatría Sopnia, revelaron que tres de cada cuatro estudiantes (77,7%) reportaba que su estado de ánimo estaba peor o mucho peor en comparación al contexto pre pandémico, y que casi la mitad de las mujeres y un tercio de los hombres presentaba efectivamente sintomatología ansiosa y depresiva moderada o severa. A eso se le suma que un 3,2% de los hombres y un 5,7% de las mujeres presentó riesgo suicida. Riesgo que era aun mayor (alcanzó el 20%) en los estudiantes que se identifican como no binarios.

Y es que como explica Álvaro Jiménez, académico de la Facultad de Psicología de la UDP, investigador del Núcleo Milenio y coautor, junto a Vania Martínez (Universidad de Chile) y Scarlett Mac-Ginty (King’s College London), del estudio previamente mencionado, la etapa de vida en la que se encuentran los jóvenes universitarios, denominada adultez emergente, es un periodo crítico en términos vitales.

Mucho, aunque no suficiente, se ha hablado sobre el impacto de la pandemia en la salud mental de niños, adolescentes, pero no así de universitarios. Se trata de una etapa de transición al mundo adulto, y de adaptación en términos educacionales, profesionales y sociales, todos factores altamente estresores. Si a eso además le sumamos un contexto de confinamiento, distanciamiento físico y riesgo vital, los niveles de estrés aumentan considerablemente.

Como explica la psicóloga clínica, consultora organizacional y colaboradora en la Fundación Liderazgo Chile, Monserrat Santa María, la universidad es un espacio de comunidad y convivencia en la que se mezclan distintas realidades y culturas. “Hay diversidad en los modos de aprendizaje, en las situaciones económicas, en los entornos familiares y en las expectativas de cada cual. Eso de por sí conlleva mucho estrés, especialmente para aquellos que estudian a través de becas y tienen que cumplir. Es, además, una etapa que se desarrolla en paralelo a etapas del ciclo vital propias de la individuación de la persona”, explica. “Por lo tanto, lo ideal sería vivirla de la manera más adaptativa posible; es decir, poder compensar las destrezas que tenemos para enfrentar las demandas versus la cantidad de demandas que efectivamente enfrentamos. Cuando eso se desequilibra, nos vemos sometidos a una eventualidad de estrés”.

Es eso lo que ha pasado este año. Como dice Jiménez, si bien el empeoramiento del estado de ánimo es transversal a toda la población, cuando se compararon los resultados del estudio a una encuesta realizada a la población adulta general durante el mismo periodo, se vio que un 43,4% de los adultos declaró que su estado de ánimo estaba peor o mucho peor en comparación al contexto pre pandémico, lo que demuestra que los impactos se sintieron de manera más notoria en los jóvenes universitarios. “A lo largo del tiempo ha habido una mayor prevalencia de dificultades de salud mental en los jóvenes universitarios. Hay que considerar que en los últimos años la población universitaria es mucho más diversa; han ingresado más mujeres, más estudiantes que son primera generación en ingresar a educación superior en sus familias y también, más estudiantes de niveles socioeconómicos bajos. Y a eso se le suma que el 75% de los trastornos mentales se desencadena entre los 18 y 29 años, por lo que estamos hablando de un periodo que de por sí es crítico en términos vitales”.

Por eso, los especialistas están de acuerdo en que todo apunta a que este sea de los grupos de la población más afectados. Incluso más que los adultos mayores. “Uno habría pensado que la población más vulnerable al virus –y más vulnerable en términos socioeconómicos– también sería la población con la salud mental más afectada, pero no es así. Los universitarios se encuentran en un periodo en el que es mucho más relevante el contacto físico y la socialización presencial”, explica Jiménez. “Las condiciones de encierro para muchos ha sido de hacinamiento y se han provocado tensiones en los grupos familiares”.

De hecho, el estudio también reveló que 6 de cada 10 estudiantes había sufrido algún tipo de acontecimiento adverso en su grupo familiar en esos primeros meses de pandemia. Entre éstos, un 47% reportó que su familia había disminuido los ingresos y un 17% señaló que al menos uno de los integrantes del núcleo familiar había perdido el trabajo. “Habría que agregar, eso sí, que en muchos de estos casos los jóvenes reportan que estos síntomas ansiosos y depresivos no comenzaron durante el periodo universitario, sino que mucho antes. Hay una vulnerabilidad previa que arrastran y que probablemente al enfrentarse a condiciones de mayor estrés, se ve agudizada”, termina Jiménez.

Por su lado, Monserrat Santa María precisa que al desborde emocional provocado por la pandemia se le suma que los estudiantes de primer año de la universidad vienen saliendo de una realidad de colegio, muy distinta, y además no han podido conocer a sus profesores, compañeros o establecimiento. También se le suma la situación del estudio remoto, que implica contar con espacios que pueden no estar en casa, y eso puede conllevar un peor desempeño y finalmente una mayor frustración. “Además, hay estudios que plantean que una exposición de más de cinco horas a las pantallas está correlacionado con tendencias depresivas. Y para qué hablar del ciberacoso, todos factores de riesgo”, detalla. Y es que efectivamente, el Estudio Nacional sobre Ciberacoso en Pandemia –presentado por la Secretaría General de Gobierno y la Fundación Summer el 23 de marzo de este año– dio cuenta de que un 49% de los encuestados (de un total de 2.370) reconoció haber sido víctima de acoso virtual al menos una vez en los últimos tres meses.

Todo esto, como acuerdan los especialistas, solo refuerza la necesidad de implementar políticas públicas e intervenciones orientadas a la salud mental. Porque como dice Santa María, esta es una crisis país previa a la pandemia, solo que ahora se vuelve más notoria y cruda. “Solo un 20% de las personas que requiere atención mental psicológica realmente puede acceder a ella. Antes al menos habían cierto indicadores que advertían; se podía detectar los síntomas de manera presencial, ver si alguien estaba mal, pero ahora que todo es online, esas alertas tempranas no están”, explica.

“Las mujeres presentan mayor carga de síntomas depresivos y ansiosos”

El estudio demostró también que las mujeres presentan mayores niveles de sintomatología depresiva y ansiosa, y son ellas quienes reportaron un mayor empeoramiento del estado de ánimo (80,8% versus el 74,2 de los hombres). Estos resultados, como explica Jiménez, son consistentes con estudios pre pandémicos que develan que son siempre las mujeres las que presentan mayor carga de síntomas depresivos y ansiosos. “Esto, como ya sabemos, se debe a que las mujeres están más expuestas a las desventajas sociales en todo sentido; menores ingresos, ocupaciones peor remuneradas, desigualdades de estatus, violencia, discriminación y mayor carga laboral. En condiciones de confinamiento, son ellas las que le dedican mayor cantidad de tiempo a los trabajos domésticos y de cuidado, en todos los rangos de edad. Lo que, en el caso de las universitarias, significa rendir en el plano académico pero también hacerse cargo de la casa o de los hermanos chicos, por ejemplo”. Son ellas, como precisa Jiménez, las que declaran tener más dificultades para seguir las clases online y son ellas las que se están haciendo cargo de las preocupaciones del núcleo familiar e incluso de lo invisible.

No hay que olvidar, como precisa Santa María, que ha aumentado la violencia doméstica intrafamiliar. “Antes habían espacios que permitían salir de eso, pero ahora muchas víctimas están encerradas con sus agresores. La respuesta primaria tiene que ver con el desborde y la depresión. Por eso es sumamente fundamental fortalecer los factores protectores; que la distancia física no implique un aislamiento emocional y que se invierta en políticas públicas y programas de atención a estudiantes, ese es un costo eficiente”.

Lee el artículo original de La Tercera AQUÍ

PorImhay

Investigador Imhay integrará Consejo Asesor de Seguridad de TikTok para Latinoamérica

Lionel Brossi,  profesor del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile e investigador de Imhay, será parte de esta instancia que reunirá a diversos investigadores latinoamericanos especialistas en tecnología, derechos humanos y género. El Consejo se reunirá trimestralmente para analizar y enfrentar desafíos clave de la compañía en la región, como la seguridad de niños, niñas y adolescentes, la alfabetización digital y la salud mental, entre otros temas.

Lionel Brossi, académico del ICEI de la UChile e investigador Imhay, formará parte de este Consejo que abordará los desafíos actuales y futuros de TikTok en la región en temas de confianza y seguridad.

El pasado martes 1 de junio, la plataforma y red social TikTok dio a conocer los nombres de quienes compondrán su Consejo Asesor de Seguridad para Latinoamérica, que entregará sus recomendaciones a la compañía en temas de confianza y seguridad para toda la región hispanohablante. Entre los integrantes de este organismo se encuentra el académico del Instituto de la Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile, Lionel Brossi.

Este Consejo reúne a un grupo de líderes de la academia, el gobierno y la sociedad civil, quienes ayudarán a desarrollar políticas con visión de largo plazo, que no solo aborden los desafíos de hoy, sino que también planifiquen con anticipación la respuesta a futuros problemas que enfrentará esta industria.

De acuerdo a la más importante red social de videos cortos, el organismo se reunirá trimestralmente para discutir con los líderes regionales de TikTok sobre temas clave, incluida la seguridad de los menores, la alfabetización digital, la salud mental y los derechos humanos.

“La seguridad es una prioridad para nosotros, es uno de los cimientos para formar una comunidad diversa y creativa, por lo que nuestro trabajo en este aspecto nunca termina. Revisamos constantemente nuestras políticas y herramientas existentes, e innovamos para tomar nuevas medidas que garanticen la seguridad dentro de los miembros de la comunidad”, ha comunicado TikTok sobre la conformación de este Consejo.

El profesor Brossi, director de Relaciones Internacionales del ICEI y parte del equipo directivo del Núcleo de Inteligencia Artificial y Sociedad de la misma unidad académica, es además director de Conectados al Sur, una red multisectorial que se centra en el bienestar digital de los los jóvenes. También trabaja activamente con grupos y expertos de UNICEFUNESCO y 5Rights, para promover la educación tecnológica y los derechos humanos. 

Sus labores en este consejo serán compartidas con la profesora Eugenia Mitchelstein, directora del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de San Andrés y cofundadora del Centro de Estudios de Medios y Sociedad en Argentina (MESO); Ana Baquedano, experta en temas de privacidad de datos y violencia contra las mujeres, reconocida con premios como el premio State Youth Award; Daniel Castaño, Director y fundador del Centro de Ética Digital de la Universidad Externado de Colombia; Carlos Cortés, abogado, periodista político, cofundador de la organización Green Lantern y presentador de televisión; Angélica Contreras, consultora especializada en campos como tecnología, perspectiva de género, derechos digitales y acoso sexual; y Andrea Urbas, miembro del Comité Ejecutivo de la ONG Chicos.Net que busca promover los derechos y la protección de los jóvenes en línea.

De acuerdo a TikTok, a futuro esperan poder expandir el Consejo en el futuro, con representantes de otros mercados y diferentes áreas de especialización para apoyarnos a medida que los desafíos que enfrentamos continúan evolucionando.

Fuente: América Jiménez, Coordinadora Unidad de Comunicaciones ICEI U. de Chile

PorImhay

El golpe de la pandemia en la salud mental de las y los estudiantes universitarios

Un reciente estudio realizado por Imhay a estudiantes de primer año de la Universidad de Chile, muestra que tres de cada cuatro encuestados reconoce que su estado de ánimo «era peor o mucho peor en comparación al contexto pre pandemia».

Scarlett Mac-Ginty es investigadora joven de Imhay y parte del equipo de trabajo de la investigación.

«Mi mayor problema con las clases virtuales ha sido el poder concentrarme. Además, con la pandemia mi mamá quedó sin pega y hemos tenido ciertos problemas económicos, entonces como que igual tienes la cabeza en distintas partes. Por así decirlo, cuesta un poco afrontar esta nueva vida, ya que es primera vez que tengo clases virtuales y en verdad ha sido una experiencia súper desagradable».

El relato de Leonardo Valdebenito, estudiante de primer año de filosofía de nuestra casa de estudios, grafica, en parte, esta nueva realidad que están enfrentando miles de jóvenes que entraron a la universidad, sin saber que lo imaginado en su minuto cambiaría por completo.

Su historia coincide con la de otros y otras estudiantes, quienes no sólo han tenido que luchar con la con la novedad de las clases virtuales, sino que también con todos los factores adversos que la pandemia ha profundizado: problemas económicos, mala conectividad, nuevas dinámicas familiares y un largo etcétera que sin duda ha afectado como nunca antes su salud mental.

Ejemplo de esto es lo que ha tenido que vivir Fernanda Ponce, estudiante de Bachillerato de segundo año de la Universidad: «Por estar muy enfocada en los estudios y las clases, y no darme tiempo para despejarme o para descansar cuando realmente lo necesitaba mi salud mental se vio afectada muy negativamente. También pasaron otras situaciones personales que perjudicaron más eso, entonces tuve que acudir a atención psicológica y de hecho aun estoy con psicólogo porque ya no podía cargar con tantas cosas yo sola y no sabía cómo solucionarlo».

Los números de la «Encuesta Longitudinal en Salud Mental» (ELSAM) del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), realizada en junio y julio de 2020 y cuyos resultados fueron entregados recientemente, otorgan claridades del efecto negativo que ha tenido pandemia en las y los estudiantes universitarios.

La investigación, aplicada a 2411 alumnos y alumnas de primer año de la Universidad de Chile, señala que el 77,7% de los y las estudiantes percibió que su estado de ánimo era peor o mucho peor en comparación al contexto pre pandemia, «siendo las mujeres las que reportaron peor estado de ánimo y mayor severidad en los síntomas».

Pero no sólo eso: un 47,1% de los y las estudiantes encuestados reportó una disminución de ingresos en su grupo familiar, un 16,9% señaló que uno de los integrantes de su núcleo perdió su trabajo, el 15,7% tuvo un miembro de su grupo familiar que contrajo el virus, y un 1,9% declaró haber sido diagnosticado por COVID-19.

Para Scarlett Mac-Ginty, candidata a doctora en el Servicio de Salud e Investigación Poblacional del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres e investigadora joven de Imhay, quien forma parte del proyecto, esto muestra que la conexión de los distintos factores es crucial a la hora de analizar los datos: «Muchas veces pensamos sólo en la salud mental en lo que respecta a la experiencia de la universidad, lo que pasa adentro, las clases, pero como muestra el artículo esto no es así. Por esto es muy importante que cuando hablamos de salud mental universitaria no debemos olvidar que está todo conectado».

La psicóloga y coordinadora del Área Psicoeducativa de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Facultad de Ciencias Sociales de la UChile, Gabriela Jáuregui, ratifica este análisis: «Desde la experiencia de escucha cotidiana a estudiantes podría decirte que los efectos de la pandemia en jóvenes toma diversos tintes, los que están también en cierta medida sujetos a condiciones en que la pandemia encuentra a estos estudiantes. Y cuando digo condiciones me refiero a condiciones socioeconómicas, condiciones habitacionales, condiciones afectivas en las que la realidad de cada sujeto aporta a esta configuración y dependiendo de estos también la pandemia va tomando estos matices».

Sociabilización y virtualidad

Las y los estudiantes coinciden en que la virtualidad y la sociabilización son parte de los factores «más importantes» a la hora de pensar en su salud mental y el impacto de la pandemia en su estado de ánimo.

María José Gallegos, estudiante de segundo año de periodismo del Instituto de la Comunicación e Imagen, cuenta que lo más complejo ha sido perder «esa experiencia de conocer gente en persona, hacer amigos, participar de cosas presencialmente, que se hagan discusiones y debates en la misma clase, que nos conozcamos. Tengo ganas de sentir como esa esencia de la universidad», agregando que «al principio fue bastante difícil por diferentes motivos. La pandemia, la cuarentena, el no salir, no ver a nadie y estar sólo con la gente que vive en tu casa constantemente es extraño. Además, por lo menos en mi generación no se generaron tantas instancias de conocer la universidad. Este año hubo una semana mechona y todo, pero igual no es lo mismo conocer a las asistentes sociales o a la DAE en persona y poder pedirle ayuda. O por ejemplo a los profesores. Decir no entiendo este trabajo. Todo es por correo. Entonces eso igual afecta. Esa conexión con las personas, ese sentimiento de que no es una pantalla, es una persona. Por eso creo que la parte humana ha sido lo más difícil».

Su compañera de la UChile, Inyer Iturrieta, estudiante de tercer año de derecho, ha tenido sentimientos similares: «Extraño mucho el contacto humano, ver a mis compañeras, interactuar con los profesores, pasar tiempo en la Universidad».

La psicóloga y directora de la Dirección de Salud Estudiantil (DSE) de la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, Viviana Guajardo, concuerda con las estudiantes: «El mayor impacto ha sido, tanto en este grupo etario como en otros, que la sociabilización entre pares es muy importante, donde además se crean y se afiatan los vínculos en un ambiente donde los estudiantes de los primeros años comparten experiencias comunes, que les permiten conocer y avanzar en la vida universitaria. Además, la mayoría ha debido adaptarse a las modalidades online, donde no solo los estudiantes no estaban preparados sino que tampoco los docentes y el sistema educacional».

Cuando las condiciones no son las mejores o cuando no sólo nosotros sino que todo nuestro entorno trata de adecuarse a estas nuevas realidades y relaciones, dicha adaptación se complejiza aún más. Según el estudio de Imhay, un 47% de estudiantes reconoció dificultades para acceder y seguir las clases en modalidad online, y un «82,5% reportó haber sufrido problemas de concentración en los estudios y actividades cotidianas».

«Podía concentrarme mucho más estando allá (en la universidad) porque iba dedicada a estudiar, en cambio en la casa uno esta cocinando, haciendo aseo, etc; pero no dedicándose al cien por ciento a estudiar», relata Inyer.

La directora de Salud Estudiantil recuerda que muchos de los espacios de convivencias se han visto afectados «por el distanciamiento social en pandemia», lo que «afecta en la calidad de vida del estudiante, en su aprendizaje (no todos pueden aprender de la misma forma frente a una pantalla). Si ha eso sumamos las brechas de acceso a los estudiantes en sus entornos, (no todos cuentan con los espacio privados para asistir a sus clases online, mala conexión, etc) genera estrés en la mayoría de los y las estudiantes, provocando sintomatología que puede llegar a convertirse en un problema de salud».

Scarlett Mac-Ginty, parte del equipo de la encuesta señalada e investigadora joven de Imhay, agrega: «Encontramos que hay una relación con los chicos y chicas que tenían problemas con las clases online. Esto puede ser porque no tienen un espacio adecuado, porque no tienen una buena conexión a internet, porque no tienen un buen equipo o computador, o sencillamente por la metodología de las clases, y son estos los que presentan mayor sintomatología depresiva y ansiosa. También los estudiantes que auto reportan tener problemas de concentración. Y estamos hablando de concentración en las tareas cotidianas y en los estudios en general».

La estudiante de derecho también cree que todos estos factores han influido en su salud mental, pero siente «que es algo más bien ´generalizado´, que vamos a tener todos como un ´síndrome de estrés pandémico´, porque jamás pensamos poder lidiar estando encerrados tanto tiempo. Tengo la suerte de vivir en el campo con un patio enorme, pero no me imagino lo difícil que debe ser para la gente que su patio es su balcón. El compartir con nuestros amigos y familia era mucho más importante para nuestra salud mental de lo que creíamos. Aún así creo que somos súper adaptables y podremos salir adelante»

Una oportunidad para la Universidad de Chile

En abril 2019, las y los estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo paralizaron sus actividades para manifestarse por una demanda muy poco escuchada en Chile y en nuestra casa de estudios. Vestidos de negro, en el frontis de la FAU, portaron carteles con los conceptos: llanto, depresión, estrés, sobrecarga académica, etc. A los pocos días, su reclamo era uno de los temas más comentados en redes sociales y matinales, revolucionando, también, a toda toda la comunidad universitaria.

La joven investigadora de Imhay recuerda que «cuando salió la intervención de los y las estudiantes de arquitectura vimos que muchos profesores conocidos y también políticos salieron diciendo que ´que estos niños son flojos, que yo saqué la carrera y trabajaba´, etc, entonces siempre se comparaban y eso no es justo, porque hay un cambio generacional, y ese es otro punto que ha empeorado en general la salud mental dentro de un mundo globalizado que es mucho más incierto para los y las jóvenes ahora».

A dos años de dicha expresión, la salud mental de la comunidad estudiantil es uno de los ejes centrales del trabajo de nuestra institución. Con una pandemia a cuestas, la Dirección de Salud Estudiantil ha redoblado sus esfuerzos para mantener las atenciones a distancia. Con el uso de los medios tecnológicos, se han realizado más de 7000 consultas de psicología y psiquiatría.

Además, con el objetivo de realizar intervenciones en el ámbito de la prevención y promoción, la DSE ha incorporado a su equipo a una médico familiar y una psicóloga comunitaria, sumándose a las distintas actividades grupales a distancia, las que buscan mejorar el manejo de la sintomatología de ansiedad y depresión. Siendo parte, a su vez, de la campaña Conciencia Saludable, de la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, la que busca contribuir a mejorar el bienestar biopsicosocial de las y los alumnos de nuestra Universidad.

Para Viviana Guajardo, directora de Salud Estudiantil, «es importante hacer énfasis en el autocuidado y en las estrategias de promoción y prevención en el ámbito de bienestar mental. No todos necesitan psicólogos o psiquiatras frente a situaciones que nos agobien, en especial durante este periodo de mayor incertezas. Lo importante es difundir las estrategias de autocuidado y cuidado de los otros (comunicar que nos ocurre) y conocer los síntomas de alerta que nos deberían llevar a consultar con un profesional de salud».

Por su parte, Gabriela Jáuregui, psicóloga y coordinadora del Área Psicoeducativa de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Facultad de Ciencias Sociales de la UChile, cree que «el desafío el de la gestión de estos espacios de escucha y trabajo directo con estudiantes se traduce en generar puentes. Me refiero a dispositivos que permitan enlazar la dimensión subjetiva con esta dimensión social y así como con esta dimensión académica formativa en un marco institucional».

La directora de la DSE recuerda que el rector Ennio Vivaldi «ha llevado el tema no solo dentro de la Universidad sino que también a la mesa social del Minsal» y que “como institución universitaria debemos poner en relevancia este tema, ya que si bien esto se viene discutiendo hace muchos años, hoy implica una oportunidad para visibilizar esta temática”.

Para la profesional «la Universidad debiese avanzar primero en la literacidad o alfabetización en temáticas de salud mental (se habla mucho pero se sabe poco de salud mental), disminuir el estigma y favorecer espacios de diálogos y estrategias comunitarias para el abordaje de los temas de salud mental. Hace algunos años se promovía el slogan, ´la salud mental es salud´, hoy debiese promoverse la idea que salud mental no es sólo salud, ya que requiere una articulación intersectorial tanto dentro como fuera de la Universidad».

Fuente: Renato Henríquez Salazar, periodista de la Dirección de Asuntos Comunitarios