[PRENSA] Más de la mitad de los universitarios viven con estrés y un tercio de ellos sufren de insomnio

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[PRENSA] Más de la mitad de los universitarios viven con estrés y un tercio de ellos sufren de insomnio

Encuesta realizada por investigadores de Imhay, la Universidad de los Andes y la Universidad de Talca, reporta que cerca del 38% manifiesta síntomas de ansiedad y una parte importante se ha sentido desesperanzado. Los más afectados son los de primer y segundo año. Fomentar el sentido de comunidad y ofrecer talleres de primeros auxilios psicológicos son parte de las respuestas de la academia.

En el estudio, aplicado a más de 5 mil estudiantes, se reportó que la prevalencia de los problemas de salud mental ocurren de manera transversal entre distintas casas de estudio y que “las principales problemáticas se ven en la población más joven, es decir, los de primer y segundo año”, indica el académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes e Investigador Principal de Imhay, Dr. Jorge Gaete.

“Eso implica, de alguna manera, que gran parte del problema comienza antes de llegar a la universidad. Son personas que vienen con bastante sintomatología; no es algo que uno podría decir que se va acentuando a medida que van avanzando la carrera”, explica el psiquiatra

De ahí que consultado respecto a qué acciones se pueden tomar para reducir el número de universitarios con problemas de salud mental, una primera recomendación “es un llamado a las políticas públicas a hacer medidas de prevención en la población infanto-juvenil. Si queremos tener adultos más sanos, debemos tener claro que muchos de ellos parten su sintomatología tempranamente y que no parece que en general estemos dando buenas respuestas”, responde el investigador Imhay.

Aunque los datos del estudio se tomarin a mediados de 2020, los autores advierten que cifras preliminares muestras que con el paso del tiempo, esgas siguen igual e incluso han ido en aumento. “No tenemos indicadores de que esta problemática esté mejor, sino más bien de que está igual o peor”, resume el Dr. Gaete.

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Investigador Senior de Imhay es postulado al Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022

Patrocinado por connotados psiquiatras, el actual director y exdirectores de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, y el apoyo de diversos especialistas, instituciones y organismos chilenos y extranjeros, incluyendo la Organización Mundial de la Salud, el Dr. Ricardo Araya es el primer profesional de la salud mental nominado a este galardón.

El Dr. Ricardo Araya ha dedicado la mayor parte de su carrera a desarrollar propuestas de atención en salud mental para comunidades de bajos recursos y grupos con mayores necesidades en salud mental, como mujeres, jóvenes y pacientes mayores.

El doctor Araya es actualmente profesor e investigador del King’s College London, uno de los centros académicos y científicos más importantes del mundo en el campo de la psiquiatría, y forma parte del equipo del Núcleo Milenio Imhay como Investigador Senior.

Dada la relevancia de su trabajo, el impacto de sus innovaciones y el impulso que le ha dado a la investigación científica en salud mental, directores y exdirectores de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de la Universidad de Chile, entre los que se cuentan los Dres. Luis Risco, Fernando Ivanovic-Zuvic, Graciela Rojas, Hernán Silva y Julio Pallavicini, decidieron patrocinar su postulación para el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas, que debe resolverse en agosto próximo.

Además, apoyan su nominación diversas instituciones y personalidades, como el Núcleo Milenio Imhay; la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile (Sonepsyn); la Ministra de Salud, Dra. Begoña Yarza; el exrector de la Universidad de Chile, Dr. Ennio Vivaldi; la economista Andrea Repetto; el médico salubrista Giorgio Solimano; e incluso autoridades extranjeras, como la Directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud, Dévora Kestel.

“Todas esas personas han mandado cartas muy bonitas. Ha sido reconfortante para mí, porque no estoy acostumbrado, nunca he buscado reconocimiento o postulado a alguno de estos premios tan importantes”, comenta el científico. Sin embargo, su nominación le entusiasma, porque “tiene que ver con la visibilidad de la salud mental. Llegó el momento en que empecemos a ´matricularnos´, porque nunca nadie de nuestro rubro ha sido elegido”.

El psiquiatra chileno no sólo ha sido reconocido por sus pares nacionales e internacionales, ya que el sociólogo estadounidense Ronald Kessler -profesor de la Universidad de Harvard y el científico más citado en el mundo- ha dicho que el Dr. Ricardo Araya es uno de los cinco líderes en salud mental global. Pocos profesionales chilenos han recibido halagos así, de una eminencia científica internacional.

“Es bonito escuchar que lo que uno ha hecho durante cuarenta años ha tenido una repercusión, y que personas que están a un alto nivel lo vean”, comenta desde Londres este renombrado médico chileno, que durante su carrera ha participado en más de 60 proyectos de investigación y ha publicado más de 300 artículos científicos, que han recibido un alto índice de citas. Veinte de esos trabajos han aparecido en la prestigiosa revista médica The Lancet.

Innovaciones en salud mental

El psiquiatra junto a un equipo de investigadores enseñaron, en Zimbabwe, África, a inusuales monitores, como profesores, líderes sociales e incluso personas mayores, para que dieran asesoría a personas con problemas de salud mental conversando en bancas dentro o fuera de las clínicas. El plan se llamó ‘La Banca de la Amistad’ (Friendship Bench). Esta iniciativa fue elogiada por la Organización Mundial de la Salud, Naciones Unidas, y los gobiernos de EEUU, Reino Unido y Canadá, entre otros.

Ricardo Araya se tituló de médico en la Universidad de Chile, se especializó en psiquiatría e hizo un posgrado en el Maudsley Hospital de Londres, uno de los centros más prestigiosos del mundo. Comenzó su labor docente y científica, primero en la Universidad de Bristol, luego en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, y desde 2017 en en el King´s College, también en Londres, donde es Profesor Titular -una categoría que ningún académico chileno había obtenido antes- de Salud Mental Global.

Ambas instituciones -King´s College y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical- se aliaron para formar el Centro para la Salud Mental Global (CGMH), y nombraron al profesor Araya como codirector, junto con el reconocido psiquiatra indio Vikram Patel. Con él lanzó en 2007 el Movimiento para la Salud Global Mental (MGMH), una red colaborativa de personas e instituciones para mejorar la atención de quienes viven con problemas mentales y trastornos psicosociales, especialmente en países de ingresos medios y bajos. La iniciativa tiene adscritas a más de 10 mil personas de 200 organismos en el mundo.

Es así como el especialista ha dedicado la mayor parte de su carrera a desarrollar propuestas de atención en salud mental para comunidades de bajos recursos y grupos con mayores necesidades en salud mental, como mujeres, jóvenes y pacientes mayores.

“No me era suficiente el estar frente a una persona que me contara sus problemas y tratar de entenderla y ayudarla a nivel individual. Quería entender cómo operaba esto a un nivel más general, poblacional: cuáles eran los problemas más comunes, por qué la gente se enfermaba o no, cómo salían adelante, qué cosas funcionaban y cuáles no”, relata el doctor Araya. “Yo tenía una sensibilidad social importante y eso era lo que me motivaba: qué se puede hacer para ayudar a estas personas que tienen estos problemas, que son tan comunes, y donde no hay los medios como para poder sacarlas adelante”.

Realizó sus primeros esfuerzos de innovación en salud mental en la década de los 90, en Chile, donde fue asesor en el Servicio Nacional de la Mujer y estuvo a cargo de la primera Encuesta de Violencia Intrafamiliar, que sentó bases para la Ley de Violencia Intrafamiliar del 2005. También fue Asesor Científico Superior y Director de la Unidad de Evaluación de Atención Primaria del Ministerio de Salud.

Gracias a los contactos internacionales que el profesor Araya ya cultivaba, consiguió financiamiento del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos para hacer en Chile un estudio sobre costo-efectividad de un modelo de tratamiento para la depresión en mujeres a nivel de atención primaria.

El esquema fue innovador y potente porque, entre otras características, ofrecía una solución a la falta de recursos humanos especializados en la atención psiquiátrica, transfiriendo responsabilidades en el cuidado de la depresión a personal no-médico y empoderando a personas con depresión para fortalecer su autocuidado.

Dada la relevancia de este trascendental estudio, la revista científica The Lancet lo publicó en 2003, como el primer ensayo clínico de una intervención ampliamente exitosa en salud mental en atención primaria en países en vías de desarrollo y con menos recursos.

En Chile el modelo fue implementado a mayor escala y es la base del actual Programa Nacional de Depresión en Atención Primaria. Su impacto sigue siendo visible ya que ha impulsado, por ejemplo, que se formen grupos de autoayuda liderados por mujeres que se han recuperado de su depresión y que comienzan a ayudar a otras que están aún en proceso.

Además, el modelo pasó a ser un referente a nivel global, a tal punto que se convirtió en un estándar de atención en varios países, y fue adoptado por la Organización Mundial de la Salud.

El Dr. Ricardo Araya formó parte de la comisión de trabajo organizada por la Organización Mundial de la Salud “Ayudando a adolescentes a crecer”. En la foto aparece junto a los profesores del King’s College London: Crick Lund, Mark Jordans y Taiana Sailsbury.

“Los jóvenes lo están pasando mal”

Debido a su inquietud por promover iniciativas y políticas públicas para comunidades con mayores necesidades de atención en salud mental, el científico chileno lidera en los últimos años varias investigaciones centradas en población juvenil.

“La salud mental está muy estrechamente relacionada con lo que está pasando en la sociedad, a diferencia de muchas enfermedades de la salud física”, plantea el Dr. Araya. “Y hoy en día están pasando muchas cosas para la gente joven. El tema más álgido en este momento es la crisis económica, que obviamente afecta a todos, pero a los jóvenes les va quitando oportunidades. Tuvimos el Covid, que les quitó la posibilidad de poder interactuar, y los jóvenes estuvieron apretaditos dos o tres años, y las consecuencias de eso aún no las sabemos, vamos a verlas más adelante”.

“El tema de salud mental en los jóvenes está candente, no sólo porque ellos lo están pasando mal, sino que la sociedad se está resintiendo porque ellos están mal”, advierte. “Los jóvenes son el presente, si no invertimos ahí, si no les ayudamos a sentirse mejor, a sentir que pueden hacer una contribución a nuestra sociedad, vamos mal ¿no?”.

En la actualidad, este científico chileno -postulante al Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022- tiene en marcha un estudio para desarrollar un modelo de atención para jóvenes afectados por los conflictos armados en Colombia; en otra investigación busca identificar los factores de resiliencia que ayudan a prevenir o tratar depresión y ansiedad en jóvenes de Lima, Buenos Aires y Bogotá; y en Chile -como Investigador Senior en el Núcleo Milenio Imhay- impulsa el uso de tecnología y aplicaciones digitales en diversos tipos de intervenciones, como herramientas computacionales para prevenir y tratar trastornos mentales en adolescentes y estudiantes universitarios.

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[OPINIÓN] «Los colegios no son guarderías»

Sin pretender transformar a los colegios en centros de salud ni a los profesores en personal sanitario, hay que reconocer que los profesores están en una posición privilegiada para aportar. Ellos, al establecer un contacto cercano y prolongado con sus estudiantes, cuentan con una oportunidad única para favorecer su adecuado desarrollo emocional y reconocer situaciones de riesgo que ameritan una evaluación en salud mental, comenta en The Clinic la académica de la Facultad de Medicina y directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.

Semanas atrás el presidente del Colegio de Profesores afirmó: “Nuestros contratos de trabajo en ninguna parte dicen que los docentes estemos contratados para cuidar niños. No somos guardería”. Sin embargo, a pesar de que no son guardería ni tampoco son la familia, ni son psicólogos, ni trabajadores sociales, a los profesores les toca ejercer roles de cuidado de manera frecuente.

Es de ahí que surgen dos inquietudes: por una parte, ¿son los docentes los encargados de llevar a cabo estos roles? Y, por otra, ¿están preparados los docentes para asumir roles de ese tipo?

En relación a la primera interrogante hay que reconocer que muchas veces quienes debieran cumplir roles de cuidado -tanto personas como instituciones- no lo hacen de una manera adecuada y oportuna. Ejemplos cotidianos de aquello son: un apoderado que no pide hora al psicólogo porque no cree en ellos, un estudiante que no puede dedicarle tiempo suficiente al estudio porque tiene que cuidar a sus hermanos menores, un centro de salud que no tiene suficientes profesionales, etc. Es entonces cuando, sin proponérselo ni planificarlo, los profesores se ven en la obligación de ejercer roles de cuidado.

En ese escenario, en realidad lo que corresponde es fortalecer el trabajo intersectorial y apoyar a quienes han descuidado sus roles o no los han podido ejercer de manera efectiva por distintas razones. Desde luego que gran parte de las familias requieren más herramientas; también nuestra sociedad debiera reconocer la necesidad que tenemos de fomentar actitudes solidarias para enfrentar las situaciones de crisis de distinto tipo.

Establecer alianzas con la Academia y los equipos de investigación puede ayudar a definir intervenciones posibles y útiles de implementar para un mejor bienestar de los estudiantes. Fortalecer las redes de apoyo, implementar intervenciones educativas en parentalidad positiva, fomentar la co-responsabilidad, establecer condiciones laborales que permitan compatibilizar los roles familiares, son estrategias probadamente efectivas que deben ser puestas en marchas por distintos actores.

Adicionalmente, sin lugar a dudas se requiere una mayor inversión en salud mental desde el Gobierno, el que ha prometido casi triplicar el presupuesto que tiene el Ministerio de Salud en esta área al final de su mandato. Esta inversión debiera materializarse paulatina y decididamente y apuntar no solo a realizar tratamientos oportunos y de calidad, sino también, intervenciones promocionales y preventivas basadas en la mejor evidencia disponible.

Por lo tanto, para un mejor bienestar de los estudiantes, se requiere que cada uno cumpla con su rol, las familias, la sociedad, el sistema de salud, las autoridades, etc.

Por otra parte, para favorecer el bienestar de los estudiantes y, sin pretender transformar a los colegios en centros de salud ni a los profesores en personal sanitario, hay que reconocer que los profesores están en una posición privilegiada para aportar. Ellos, al establecer un contacto cercano y prolongado con sus estudiantes, cuentan con una oportunidad única para favorecer su adecuado desarrollo emocional y reconocer situaciones de riesgo que ameritan una evaluación en salud mental.

Algunas de esas situaciones no son detectadas en los hogares porque a las familias les cuesta reconocerlas y, en otras ocasiones, porque ocurren en las mismas familias, como puede suceder con la negligencia, el abuso sexual y el maltrato físico y psicológico. Entonces podríamos decir que en relación a la pregunta ¿son los docentes los encargados de llevar a cabo roles de cuidado?, la respuesta sería que sí. De hecho, no solo los profesores pueden aportar, sino que además es necesario que lo hagan, incluyendo una adecuada detección y referencia al sistema de salud.

Sin embargo, además se requiere que los otros actores involucrados en el bienestar de los estudiantes ejerzan efectivamente su rol.

En relación a la interrogante de si están los profesores preparados para ejercer roles que favorezcan el bienestar de los estudiantes, es importante insistir en que por su experiencia y labor están muchas veces en mejor posición que las familias y el mismo sistema de salud para aquello. Sin embargo, frecuentemente los docentes tienden a sentirse inseguros de sus capacidades y dejan esos roles en manos de quienes consideran “más expertos” en la comunidad educativa, como psicólogos escolares o el equipo de convivencia escolar.

Se requiere avanzar en apoyarlos con capacitaciones y acompañamientos pertinentes a sus necesidades y su realidad local. Estas capacitaciones deben apuntar a actualizar sus conocimientos y fortalecer sus competencias y habilidades en temáticas de bienestar y salud mental de estudiantes. Eso sí, hay que recordar que para cuidar adecuadamente a otros debemos partir por cuidarnos nosotros mismos. Entonces es importante que los profesores además reciban herramientas y tengan condiciones laborales que favorezcan su autocuidado.

Ve la publicación original de The Clinic AQUÍ

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Yanira Zúñiga, doctora en derecho e investigadora Imhay: “Nueva constitución ayudaría a desbloquear el reconocimiento de derechos de niños, niñas y adolescentes”

En asuntos tan diversos como la vida cívica, educación o su salud -incluida la salud mental- el nuevo texto induciría a considerar la autonomía progresiva y sus decisiones personales.

“Lo que hace este nuevo texto al desarrollar el principio del Interés Superior y el de la Autonomía Progresiva, en mi opinión, es dar luces sobre la necesidad de que esas reglas e interpretaciones que históricamente hemos construido respecto de la situación de niños, niñas y adolescentes en el plano de la salud, tienen que ser conciliadas con el respeto de sus propias autonomías”, plantea la Dra. Yanira Zúñiga, académica de la Universidad Austral de Chile e Investigadora Principal de Imhay.

Si el texto elaborado por los convencionales constituyentes se aprueba en septiembre próximo, Chile pasará a ser uno de los pocos países del mundo en establecer como principio constitucional los derechos de sus niños, niñas y adolescentes.

Si bien nuestro país ha adherido a principios y acuerdos internacionales, como la Convención de Derechos del Niño de la ONU (1989), a la hora de aplicar sus contenidos no han faltado los problemas de interpretación legal, que han significado que no se manifiesten plenamente en la práctica. Por eso, que en el nuevo texto haya un artículo completo dedicado al tema -número 26 del capítulo de Derechos Fundamentales y Garantías- más otros acápites en áreas específicas, es un cambio notable respecto a la actual Constitución.

“Además hay un compromiso en el nuevo texto constitucional no sólo de proteger sino también por promover, por garantizar -es decir, por ir más allá- y por crear una institucionalidad que tendría fuente en el texto constitucional en materias de protección de garantías de la niñez”, destaca la doctora en derecho, Yanira Zúñiga, profesora titular de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Austral de Chile e Investigadora Principal de Imhay. “Y no es sólo avanzar en el reconocimiento de derechos, sino también en proteger algunos derechos específicos: protección ante la violencia, el maltrato, la explotación, el abuso, situaciones que han sido problemáticas en el caso chileno. Y también el sostenimiento de una institucionalidad con la cual el Estado se compromete para garantizar también eso, que son los fenómenos más críticos de violación de derechos de la niñez y adolescencia”.

Asumir facultades y responsabilidades

Los grandes principios que establece la propuesta de nueva Constitución respecto a los niños, niñas y adolescentes se refieren a la Autonomía Progresiva, al Interés Superior, al Desarrollo Integral y al Derecho a Formar Parte de su Familia.

“Yo diría que refuerza muchas cosas”, explica la doctora en Derecho. “Eleva a carácter constitucional estos principios que estaban sólo en la legislación -sobre todo autonomía progresiva y principio del interés superior del niño- y esto es siempre importante porque la Constitución opera como norma suprema y entonces permite ir orientando el desarrollo del resto de la legislación; y eventualmente podría permitir -si se aprueba el texto- que se discuta más adelante la constitucionalidad de algunas normas que no se conformen a ese paradigma”.

Aparte del artículo 26, que reconoce derechos y garantías, hay otros puntos novedosos desplegados en varios capítulos, como el que les faculta a votar, si así lo desean, a partir de los 16 años.

“Esta norma proviene de varias iniciativas populares que fueron presentadas por asociaciones, sobre todo de estudiantes secundarios. Entonces, ahí aparece una dimensión de participación de ellos a través de esta modalidad de apertura de discusión”, enfatiza la investigadora de Imhay.

En el fondo, éste y otros artículos apuntan a reconocer que ellos y ellas tienen facultades para tomar decisiones, y que la sociedad entera -familia, Estado y demás instituciones- deben comprometerse para promover y proteger esos derechos.

“La noción de Autonomía Progresiva es, por definición, algo dúctil, móvil, que no está asociada a hitos rígidos de edad. Lo que busca es justamente una protección que sea muy sensible a los contextos de desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, de su entorno, y también al tipo de decisiones que pueden tomar”, explica la académica. “Por ejemplo, no es lo mismo tomar una decisión para rechazar un tratamiento médico importante para mantener su propia vida, que decidir si se hace o no un tatuaje. Son dos decisiones que repercuten de forma distinta: ambas podrían afectar la salud, pero no con la misma intensidad. Entonces el principio funciona siendo sensible tanto a las características de sus destinatarios como al tipo de decisiones que puedan adoptarse”.

Derecho a una educación sexual no sexista

Los grandes principios que establece la propuesta de nueva Constitución respecto a los niños, niñas y adolescentes se refieren a la Autonomía Progresiva, al Interés Superior, al Desarrollo Integral y al Derecho a Formar Parte de su Familia.

El texto constitucional establece también, como algo fundamental, que todas las personas tienen derecho a recibir una educación sexual integral no sexista. Ésta es probablemente el área donde la propuesta de la Convención viene a despejar más dudas, según la investigadora de Imhay.

“Bajo esta nueva lógica, los padres no pueden interferir en los derechos de sus hijos a acceder a educación integral en esta materia, que además es un área estratégica para el desarrollo de sus derechos sexuales y reproductivos: contar con información que sea integral. Es la lógica del sistema internacional y de la protección de los derechos de los niños, de su propia autonomía, que ellos tengan información pertinente, de buena calidad, para adoptar decisiones sobre su propia vida. Y eso había sido parte de discusiones recientes, con un fallo del Tribunal Constitucional chileno que declaró inconstitucional parte de las normas que se discutieron en el proyecto de ley sobre Garantías de la Niñez. La interpretación que hizo el Tribunal Constitucional – al priorizar los derechos de los padres sobre la posibilidad de que sus hijos tuvieran educación sexual integral y educación no sexista- es contraria a la centralidad de los derechos de la niñez y la adolescencia que ahora con mayor rotundidad expresa la propuesta constitucional, haciéndose eco de los desarrollos internacionales en esta materia, que no permiten que los padres bloqueen los derechos de los hijos”.

Derechos y autonomía en Salud

El hecho de que se incluya en la propuesta de constitución el principio de Autonomía Progresiva en niños, niñas y adolescentes también va a abrir puertas en materia de reconocimiento de la toma de decisiones en materia de atención de salud, la cual hasta ahora estaba exclusivamente en manos de los adultos.

“Lo que hace este nuevo texto al desarrollar el principio del Interés Superior y el de la Autonomía Progresiva, en mi opinión, es dar luces sobre la necesidad de que esas reglas e interpretaciones que históricamente hemos construido respecto de la situación de niños, niñas y adolescentes en el plano de la salud, tienen que ser conciliadas con el respeto de sus propias autonomías”, plantea Yanira Zúñiga. “Esto va a depender del tipo de decisiones que tomen, pero lo que no sería consistente con estas nuevas reglas que se asumiera que los niños, niñas y adolescentes no tienen nada que decir respecto de esos tratamientos. Y esto opera tanto para las cosas relacionadas con su salud física como con su salud mental”.

Las y los profesionales de la salud, y especialmente los de la salud mental, han percibido desde siempre que uno de los obstáculos para que muchos niños o jóvenes se atrevan a relatar sus preocupaciones o dolores más personales es justamente el temor a que sus familias se enteren o influyan en una consulta o tratamiento. Ahora se abre, entonces, una posibilidad para reformular marcos regulatorios, tanto en lo legal como en lo administrativo, que aclaren el trabajo de los equipos profesionales en su interacción con estos pacientes.

“Hasta ahora no había mucha claridad en esta materia, siempre estaba la idea de que había una relación tripartita (que incluye siempre a profesionales, niños, niñas y adolescentes, y a sus padres). Sin embargo, en muchos casos se produce una colisión entre los intereses de unos u otros, y aquello que favorece el Interés Superior del Niño no siempre se alinea con los intereses o visiones parentales, sobre todo en materia de salud mental o de salud reproductiva”, explica la doctora en Derecho. “Quizás en campos como la salud mental es necesario ser más deferentes con esa autonomía, que -como hemos dicho- es progresiva. Seguramente en el marco de un futuro desarrollo legal, habrá que aclarar muchas cosas en términos de procedimiento, es decir, sobre cómo operar cuando no haya el mismo parecer entre los niños, niñas y adolescentes, y sus padres y madres o representantes legales”.

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[PRENSA] Recomendaciones para cuidar la salud mental de los estudiantes

El Dr. Jorge Gaete, es psiquiatra, académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, donde es director del Centro de Investigación Salud Mental Estudiantil (ISME) y es investigador principal del Núcleo Milenio Imhay.

Debido a los altos contagios de enfermedades respiratorias y la saturación de recintos hospitalarios, el gobierno decidió extender el periodo de vacaciones de invierno, pero ¿cómo cuidar la salud mental de los estudiantes en este receso? Al respecto habla el investigador principal de Imhay y académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, Dr. Jorge Gaete, en el portal laserenaonline.

El Dr. Gaete  señala que una de las medidas relevantes es respetar las horas de sueño. “Es importante que los jóvenes puedan descansar alrededor de 8-10 horas, ya que un estudiante que duerme poco es más propenso a presentar un cuadro ansioso o depresivo”, explica el especialista.

En relación con las actividades recreativas en estas vacaciones, el también investigador principal de Núcleo Milenio IMHAY comenta que “es recomendable realizar caminatas en familia, andar en bicicleta y correr en lugares ricos en vegetación y árboles. Es importante estar en contacto con la naturaleza y evitar el uso de pantallas”.

Medidas para cuidar la salud mental de los jóvenes en estas vacaciones:

  • Dormir alrededor de 8-10 horas diarias.

  • Mantener una alimentación balanceada y un orden en las comidas: desayuno, almuerzo y cena.

  • Evitar el uso excesivo de alimentos procesados.

  • Realizar actividad física, idealmente 3 veces a la semana por mínimo 30 minutos.

  • Cuidar el uso de pantallas. En jóvenes mayores de 13 años es recomendable un uso moderado, por ejemplo: entre 1 y 2 horas diario. Mientras que en estudiantes menores es prudente reducir al mínimo su exposición. Las recomendaciones de la OMS y de la American Pediatric Association para menores de 2 años es no usar pantallas, y entre los 2 y 5 años su uso debería ser como máximo 1 hora al día.

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Los efectos del adelanto de vacaciones en la salud mental familiar

El académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes e investigador principal de Imhay, Dr. Jorge Gaete, fue entrevistado en CNN Chile respecto a los efectos en la salud mental familiar a propósito del adelanto de las vacaciones de estudiantes.

Al respecto, el Dr. Gaete aseguró que “los chicos durante la pandemia tuvieron algunos retrasos en temas de aprendizaje y el desarrollo de ciertas habilidades cognitivas, emocionales y sociales. Uno diría que, mientras más tiempo le demos a que esas habilidades se puedan desarrollar en el contexto escolar, será algo positivo“.

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[OPINIÓN] La insostenible realidad de la salud mental

No ha pasado un año desde el fatal incendio ocurrido en un hogar protegido en San Felipe, donde murieron seis pacientes dados de alta del Hospital de Putaendo que estaban en proceso de reinserción social. En tanto, cientos de personas siguen deambulando con sus familiares, buscando –sin éxito– alguna cama de hospitalización frente a crisis suicidas o de agresividad por trastornos de salud mental. Para qué hablar de la falta de horas disponibles para ingresar e, incluso, hacer seguimiento de pacientes que ya se encuentran en tratamiento.

Por Carlos Ibáñez
Psiquiatra, académico de la Universidad de Chile, investigador colaborador del Núcleo Milenio Imhay y coordinador de la Red Salud Mental Es Salud.

La triste polémica suscitada a propósito de la denuncia de la ministra de Salud, María Begoña Yarza, en contra de profesionales del Hospital del Salvador de Valparaíso por acciones calificadas como tortura, resulta una muestra de la precaria situación en que se encuentran los establecimientos de salud mental en nuestro país.

No ha pasado un año desde el fatal incendio ocurrido en un hogar protegido en San Felipe, donde murieron seis pacientes dados de alta del Hospital de Putaendo que estaban en proceso de reinserción social. En tanto, cientos de personas siguen deambulando con sus familiares, buscando –sin éxito– alguna cama de hospitalización frente a crisis suicidas o de agresividad por trastornos de salud mental. Para qué hablar de la falta de horas disponibles para ingresar e, incluso, hacer seguimiento de pacientes que ya se encuentran en tratamiento.

Esta realidad está en gran parte causada por la falta de financiamiento de la salud mental, que hemos denunciado en repetidas oportunidades, haciendo eco de los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La Ley 21.331 del reconocimiento y protección de los derechos de las personas en la atención de Salud Mental, promulgada en abril de 2021, garantiza “la equidad en el acceso, continuidad y oportunidad de las prestaciones de salud mental, otorgándoles el mismo trato que a las prestaciones de salud física (…) y no sufrir discriminación por su condición en cuanto a prestaciones o coberturas de salud”. Lamentablemente, vemos que estos derechos están muy lejos de ser realidad.

El reciente anuncio de la ministra de Salud –señalado también en el programa del Presidente Gabriel Boric–, que compromete aumentar el presupuesto de salud mental hasta alcanzar un 6% del presupuesto de salud al finalizar este Gobierno, podría considerarse como una luz al final del túnel para revertir la desmejorada infraestructura y capacidad instalada para la atención de salud mental de nuestra población.

Consideramos que las personas merecen conocer una hoja de ruta clara y que resguarde un sistema que desarrolle equilibradamente los tres niveles de atención y la prevención. El trabajo conjunto entre organizaciones de pacientes, profesionales, sociedades científicas y académicas y el Gobierno es una gran oportunidad para superar esta crisis.

(*) Adhieren:

Flavia Alvares, presidenta Círculo Polar

Hilda Cerda Espíndola, presidenta CORFADICH

Juan Pablo Jiménez, Investigador MIDAP

Vania Martínez, Directora Núcleo Milenio IMHAY

Javier Pinto, secretario general de Asociación Psicoanalítica Chilena, APCH

Nadia Ramos, presidenta Asociación Chilena de Estrés Traumático

Pablo Salinas Torres, director del Departamento de Psiquiatría Oriente, Universidad de Chile

Álvaro Wolfenson, GDT de Enfermedades del Ánimo SONEPSYN

Atahualpa Granda, Sociedad Chilena de Salud Mental

Mario Valdivia, Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia, SOPNIA

Rogelio Isla, UPD Instituto Psiquiátrico “Dr. José Horwitz Barak”. Universidad de Chile

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[PRENSA] U. de Chile: crean análisis del lenguaje para predecir probabilidad de desarrollar esquizofrenia

Un equipo de la Facultad de Medicina y del Núcleo Milenio Imhay creó un algoritmo en base a la identificación de biomarcadores en el relato hablado tanto de personas que cursaron su primer episodio de psicosis, como de pacientes crónicos con esta enfermedad, demostrando que tienen el potencial de ser utilizados como herramienta de diagnóstico psiquiátrico.

El estudio fue liderado por la lingüista, profesora del Departamento de Psiquiatría Sur e investigadora adjunta de Imhay, Dra. Alicia Figueroa-Barra

Un equipo de académicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, liderado por la lingüista y profesora del Departamento de Psiquiatría Sur e investigadora adjunta de Imhay, Alicia Figueroa-Barra, creó un innovador algoritmo, el cual, mediante la identificación de biomarcadores en el relato hablado, busca predecir probabilidad de desarrollar esquizofrenia; iniciativa plasmada en el artículo “Automatic language analysis identifies and predicts schizophrenia in first-episode of psychosis”, publicado el 1 de junio de 2022 en Nature Schizophrenia, una de las revistas de mayor relevancia en el área.

El trabajo recoge el análisis de 133 entrevistas abiertas que se realizaron tanto a personas sanas como a individuos que tuvieron su primer episodio de psicosis y a pacientes ya diagnosticados con esquizofrenia. Para eso, las y los investigadores transcribieron de forma manual todas las entrevistas clínicas y de tipo fenomenológico “para hacer un pre procesamiento con el fin de extraer algunas palabras que ‘generan ruido en el modelo’”; el cual contaba con una versión previa basada en la tesis doctoral de la académica.

Desde hace unos diez años, explica la también postdoctorada del Instituto de Neurociencia Biomédica e investigadora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), se está incorporando el lenguaje como parte de la evaluación clínica del paciente psiquiátrico, «no solamente como la dimensión comunicativa del sujeto, sino como parte de sus síntomas». En ese sentido, como destaca la profesora Figueroa-Barra, este trabajo es relevante «no sólo porque está en línea con lo último que se está investigando en psiquiatría en muchos lugares en el mundo, sino que también es el primero que se hace con hispanohablantes«. El modelo, además está ajustado no solo al castellano, sino también a nuestra variable dialectal, es decir, al español de Chile. 

En cuanto a la creación del algoritmo para el análisis automático, otro de los participantes es el profesor Mauricio Cerda, ingeniero en computación y especialista en procesamiento de señales e imágenes. El experto, en declaraciones que comparte la U. de Chile en su sitio oficial, explica que una medición «manual» de la información «tiene mucha variabilidad», por lo cual «vimos cómo sistematizar las diferencias entre los grupos estudiados –sanos, primer episodio y crónicos–, para ver si son estadísticamente significativas y ahí probamos una serie de variables”.

El valor predictivo de la coherencia semántica

Las variables estudiadas por el equipo fueron agrupadas en tres ámbitos: fluidez verbal, productividad verbal y coherencia semántica. La primera, apunta a la continuidad discursiva e incluye elementos como pausas y vacilaciones; y es que los silencios generalmente se reconocen como parte de trastornos formales del pensamiento en el examen del estado mental, “en particular si duran más de dos segundos y la frecuencia de aparición por unidad de tiempo”, explica el profesor Cerda.

En tanto, la productividad verbal se refiere a la capacidad de pronunciar una serie de palabras y oraciones, tales como el número total de palabras y diferentes palabras por oración, longitud promedio de palabra y determinante o recuento de pronombres. En pacientes con esquizofrenia se considera una característica inherente una productividad verbal baja o pobreza de expresión.  

La coherencia semántica consiste en la organización lógica de significado en el discurso a través de estructuras lingüísticas interrelacionadas. Por ejemplo, “las personas con esquizofrenia cambian de tema de conversación abruptamente; pasan de responder lo que se les pregunta a hablarte de su perro o de cualquier otra cosa, sin que haya una continuidad entre medio”, dice el profesor Cerda. Además, “el uso erróneo y laxo de palabras o expresiones afecta la concordancia y comprensión del habla, por lo que el oyente tiene que hacer un esfuerzo para entender”, agrega la profesora Figueroa.

De esta forma, más que analizar palabras específicas, estudiaron un conglomerado de rasgos de importancia. Así, hicieron estimaciones de qué tan denso es el vocabulario dependiendo de la cantidad de veces que se repite una palabra en determinado contexto o tiempo.

Como detalla el profesor Cerda, en los tres niveles hay características que son más importantes que otras, «porque en una persona con esquizofrenia lo que está alterado es la estructura de pensamiento, que se refleja de diferentes maneras. Pero en cuanto hacer posible predecir si es que una persona con primer episodio psicótico va a derivar en esquizofrenia, la coherencia es un factor mucho más significativo que otros».

Al tener las características definidas, detalla Cerda, «entrenamos un algoritmo de clasificación automático con un primer subconjunto de entrevistas y después medimos la exactitud en un subconjunto distinto de entrevistas. Este algoritmo también nos informa qué variables son más relevantes en la predicción. Concretamente es un grupo de árboles de decisiones, en donde la coherencia es la característica que está más arriba en ese árbol”.

Llamativos resultados

En un análisis longitudinal y para predecir qué pacientes con primer episodio psicótico se convertirían o no en pacientes con esquizofrenia, los investigadores compararon los resultados de aplicar el análisis del lenguaje respecto de estudiar a los mismos grupos sólo en base a datos demográficos o sus respuestas en pruebas PANSS –escala de los síndromes positivo y negativo, uno de los instrumentos más utilizados por especialistas para valorar la sintomatología de los pacientes con esquizofrenia– o a todos estos factores combinados entre sí. 

“Usando solo información demográfica del paciente, los resultados fueron malos: 43,33% de exactitud; pero mejoraron al cruzarlo con la información del PANSS, llegando a 65,83%. La información de PANSS, por sí sola, permitió una precisión de exactitud del 67,5%; curiosamente, la extraída del análisis del lenguaje proporcionó un 75,83% de exactitud. Y cuando toda la información se combinó y se seleccionaron las diez características principales en el análisis del lenguaje, se logró una exactitud de 77.5% para predecir si un paciente con primer episodio llegaría a un diagnóstico confirmado de esquizofrenia”, explica el profesor Cerda.

En este punto, la profesora Figueroa-Barra hace énfasis en que este método de análisis automatizado del lenguaje no apunta a reemplazar otras herramientas diagnósticas y exámenes, sino que a complementarlos. “Es interesante porque hay una intuición en general por parte de los psiquiatras de que hay elementos llamativos en el paciente a partir de su discurso. Este algoritmo sistematiza información preeminente que no es posible de ser analizada a simple vista y mucho menos en el dinamismo de un intercambio clínico; viene a corroborar las sospechas y a poner en alerta, a partir de información concreta, medible y cuantificable. Eso tiene gran importancia, porque es la evolución de esta subjetividad que tiene la entrevista clínica, que depende del criterio del médico”.

Por ello, los investigadores señalan que como la esquizofrenia comienza sus manifestaciones clínicas en la adolescencia, “la intervención temprana cobra aún más valor». Además, dada la carencia de especialistas de salud mental en todo Chile y más aún en zonas remotas, «si hubiese la posibilidad de desarrollar una herramienta simple, como una aplicación de celular basada en estos avances (…) sería un salto cuántico porque mostramos que el análisis del lenguaje tiene el potencial de ser utilizado como herramienta de detección de diagnóstico psiquiátrico. Gracias al análisis del lenguaje, y a partir de una conversación, se ahorra un montón de intervenciones costosas para el paciente, en lo emocional y económico».

También formaron parte del equipo de trabajo Manuel Durán y Camila Valderrama, del CIMT; y el doctor Pablo Gaspar, de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, de Psiquislab y del Departamento de Neurociencia. Además, contó con la colaboración de expertos de otras entidades nacionales y trasandinas.

Lee el artículo publicado en T13.cl

PorImhay

Jóvenes entran a la universidad ya con alta carga de problemas de salud mental

Estudio detectó alta prevalencia de estrés, ansiedad e incluso riesgo suicida en más de 5 mil estudiantes de pregrado de primero a quinto año de diferentes carreras. ¿Cómo prevenir? Sentido de pertenencia universitaria es clave.

Muchos de nuestros indicadores son peores que lo que uno encuentra en otros estudios internacionales”, señaló el Dr. Jorge Gaete, investigador principal de Imhay.

Estudios realizados en años anteriores en nuestro país ya habían dado cuenta de las preocupantes cifras de problemas de salud mental en estudiantes universitarios. Por ejemplo, en un estudio con una muestra de 601 universitarios chilenos, y en otro estudio con 2.411 alumnos de 1er año. En este sentido, y durante la pandemia, un equipo de académicos y estudiantes de las universidades de los Andes y de Talca, e investigadores del Núcleo Milenio Imhay, se abocaron a la tarea de analizar el tema en este nuevo y  particularmente complejo escenario.

El estudio, publicado recientemente en Frontiers in Psychiatry, analizó las respuestas de 5.037 universitarios de pregrado mayores de 18 años, en Santiago, quienes fueron encuestados a mediados de 2020. Las preguntas buscaban conocer síntomas actuales y pasados de salud mental, historial familiar de problemas de salud mental, uso de sustancias, orientación sexual, victimización en la universidad sentido de pertenencia universitario y temor al contagio por el nuevo coronavirus, entre otros.

“Son cosas que no habíamos estudiado con tanta profundidad en Chile. Se habían reportado en el extranjero, y eso le da un valor de originalidad, de poder entender un poco mejor algunos de los factores relacionados”, explica el psiquiatra Jorge Gaete, Doctor en Epidemiología Psiquiátrica de la Universidad de Bristol (Inglaterra), profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, e Investigador Principal de Imhay.

Lo primero que atrajo la atención del equipo investigador fue la alta prevalencia de problemas reportados, como estrés, ansiedad, depresión, insomnio y riesgo suicida, tal como se observa en el gráfico.

Lo primero que atrajo la atención del equipo investigador fue la alta prevalencia de problemas reportados, como estrés, ansiedad, depresión, insomnio y riesgo suicida.

“Hubo niveles más altos de los que uno puede ver en la literatura internacional, y que es una problemática que en general tenemos en Chile con los temas de salud mental”, dice el Dr. Gaete.  Y agrega que “muchos de nuestros indicadores son peores que lo que uno encuentra en otros estudios internacionales”.

En cuanto al riesgo suicida reportado (20,4 %), el investigador advierte que los resultados dependen de la forma en cómo se mida el factor. El estudio consideró cuatro grados de riesgo: desde la sensación de desesperanza o deseo de estar muerto pero sin tener la intención de concretarlo, y la ideación suicida – pensamientos acerca de desear la propia muerte o de quitarse la vida -, hasta la planificación y el intento suicida.

“Uno puede pasar de una etapa a otra, o quedarse pegado mucho tiempo en una. Es un proceso complejo, difícil de predecir”, advierte el investigador. “Hay que tener una visión de la gradualidad, sin necesariamente considerar que todos están en un riesgo inminente”. Eso sí, a quienes tenían algún nivel de ideación suicida, automáticamente se les contactó para orientarlos a recibir atención psicológica.

Ayudar a los recién llegados

Otro de los hallazgos del estudio es que -como encuestaron a estudiantes de primero a quinto año de distintas carreras- se pudo comprobar que los principales problemas se dan en el segundo año de la carrera, y luego entre los recién ingresados.

“Nuestros estudiantes están llegando con una carga de problemas de salud mental bien importante y, en ese sentido, se requiere establecer cuáles son las mejores acciones de ayuda con esta población de primer año, y evaluar esas acciones. Hay pocas experiencias evaluadas con ensayos controlados, que nos digan lo que está funcionando, en particular en estudiantes universitarios. Y eso genera más preguntas acerca de lo que debemos hacer para ayudarles, porque tenemos que hacerlo cuando llegan”.

Factores protectores

Al cruzar los datos obtenidos, los investigadores determinaron que junto con los factores de riesgo, también hay elementos protectores para la salud mental juvenil. El principal de ellos resultó ser el sentido de pertenencia con la universidad.

“Es un factor que raramente se estudia, y que es muy importante para los jóvenes, porque cuando uno va desarrollando su vinculación desde el punto de vista social, uno parte en la infancia desde el apego inicial hacia sus cuidadores; luego en la adolescencia viene el incorporarse al mundo social; y luego la adaptación al mundo del adulto. Todos esos son elementos importantes para proteger la salud mental de cada uno”, afirma el Dr. Gaete. “En la medida en que yo me siento parte de una comunidad, de que tengo sentido de apoyo, y de que las personas que están a mi alrededor son parecidas a mí y siento que mi voz es escuchada, probablemente tenga mayores oportunidades de encontrar ayuda cuando la necesite y eventualmente reducir sintomatología de salud mental.”

De hecho, luego de terminado este estudio, se realizó una intervención para enseñar mindfulness a un conjunto de estudiantes, y contrastar variables con un grupo de control. La intervención tuvo buenos resultados, según comenta el Dr. Gaete, y el equipo ya está preparando una nueva publicación científica para darlos a conocer.

PorImhay

Ve el webinar donde nuestro investigador, Dr. Jorge Gaete, habla sobre violencia en las aulas

En actividad organizada por la Sociedad de Pediatría (SOCHIPE), filial Araucanía, nuestro investigador aclaró conceptos sobre violencia escolar y bullying, características de cómo se expresa la violencia, cuánto nos está afectando, los factores que podrían explicar la violencia y el bullying, y qué pueden hacer las comunidades educacionales para prevenir la violencia escolar.

De acuerdo al especialista la definición de violencia escolar más consensuada es “la violencia juvenil que ocurre en la propiedad escolar, en el camino hacia o desde la escuela o eventos patrocinados por la escuela o durante un evento patrocinado por la escuela. Un joven puede ser víctima, perpetrador o testigo de la violencia escolar. La violencia escolar también puede involucrar o afectar a los adultos».

“Es importante tener en cuenta que la violencia para algunos autores –esto no es un consenso tan claro- ha sido pensada como un elemento, de alguna forma, en donde el aprendizaje tiene un rol importante y la continuidad en el tiempo tiene un rol importante el tema de la convivencia social en la cual están insertos los sujetos. A diferencia de la agresión, propiamente tal, que a veces algunos autores la han conceptualizado como un elemento de expresión que puede aparecer dentro de la naturaleza humana sin necesidad de estar ejercida como parte de un aprendizaje. Por ejemplo, el caso de chicos que son impulsivos o que tienen un temperamento difícil, estos pueden tener acciones agresivas, pero no necesariamente enmarcadas dentro del concepto más social del el punto de vista de la violencia”, esto aún está en debate, aclara el Dr. Gaete.

Además, según indicó el investigador de Imhay “La violencia juvenil incluye varias conductas. Algunos actos  violentos, como la intimidación y murmuración, pueden causar más daño emocional que daño físico. Otras formas de violencia, como la violencia de pandillas y el asalto (con o sin armas), pueden provocar lesiones graves o incluso la muerte”.

Algunas formas de violencia escolar son: bullying, peleas, otras formas de abuso físico y psicológico, exclusión social, el vandalismo y los shootings (muertes masivas que se dan especialmente en Estados Unidos).

Por otro lado, destacó el especialista, el bullying es un subtipo de violencia escolar, que incluye al ciberbullying o ciberacoso, definido como un comportamiento agresivo no deseado por parte de otro niño o grupo de niños que no son hermanos ni tienen una relación romántica con la víctima. Implica daños físicos, psicológicos o sociales repetidos y, a menudo, tiene lugar en las escuelas y otros entornos donde se reúnen los niños y en línea. En general, hay un desbalance de poder entre el agresor (perpetrador) y la víctima.

Ve la charla del Dr. Jorge Gaete en el siguiente link: