En entrevista con el programa Cuatro Cabezas de 13c Radio, la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, se refirió a la nueva estrategia de salud mental en la educación superior presentada hace unos días por el gobierno a través de los ministerios de educación y salud. Además, comentó la importancia de abordar adecuadamente el suicidio.
En el espacio radial, la también académica de la Universidad de Chile, si bien menciona que la salud mental ha alcanzado una mayor visibilidad a propósito de la pandemia que vivimos, señala con preocupación que el grupo de jóvenes y especialmente de quienes están en la educación superior son los que han visto mayormente afectado su bienestar psicológico. «Es algo bien paradójico el hecho de que es un factor protector para la salud mental el tener una mejor educación, pero, al parecer, mientras se está estudiando es un factor de riesgo y, a la misma edad, estar estudiando te pone en más riesgo que estar otra situación en la vida”, indicó.
Entonces, de acuerdo a la directora de Imhay, “es un grupo en el que hay que preocuparse y esta estrategia, lo interesante que tiene es que por primera vez veo que hay un compromiso institucional de parte de dos ministerios, de educación y de salud, en conjunto con rectores y rectoras de las universidades, directores de centros de formación técnica e institutos profesionales para abordar esta temática y apoyados también por la academia”.
Respecto a la (mal) llamada «Generación de Cristal», la Dra. Vania Martínez es enfática en señalar que esta denominación que se le ha dado al grupo de jóvenes puede convertirse en una dificultad para que pidan ayuda. «Por una parte, no deberíamos equipar el tener un problema de salud mental a ser débil, porque eso es estigmatizante y evita que la gente consulte y pida ayuda a tiempo. De hecho, una de las principales barreras que nosotros encontramos en investigaciones que hicimos en más de 7 mil estudiantes de educación superior, es que para pedir ayuda (decían): ´quería arreglármelas por mí mismo´. Ésa es la principal barrera: no pedir ayuda a otras personas y a profesionales de salud mental”.
Respecto al suicidio y sus signos de alerta, la psiquiatra infantil y del adolescente, menciona que todos deberíamos conocer cómo abordarlo. “Tal como deberíamos capacitarnos todos en resucitación cardiopulmonar, también deberíamos capacitarnos en cómo hacer una evaluación de riesgo suicida en nuestro entorno más cercano. Ojalá que nunca la tengamos que usar, pero si la usamos, podríamos salvar vidas. Hablar de suicidio puede prevenirlo siempre que lo hagamos de manera respetuosa”.
Escucha la entrevista completa:
Vania Martínez y Valeska Verges, profesoras de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile realizaron dos talleres dirigidos a alumnas y alumnos del Instituto Nacional en temas vitales para su desarrollo, como el bienestar mental, afectivo y sexual. Las jornadas educativas se desarrollaron en la Casa Central de la Universidad de Chile y contaron con la participación de la Rectora del emblemático liceo, Carolina Vega, quien entregó los diplomas de participación a las y los futuros líderes.
“En este taller de liderazgo en salud mental no esperamos que ellos se transformen en psicólogos de sus compañeros, pero sí que tengan más conciencia acerca de cómo podemos mejorar nuestra salud mental y también cuándo hay que pedir ayuda, y eso lo van a ir transmitiendo con sus compañeros, se va a ir notando”, comentó la profesora Vania Martínez.
En el tránsito de la niñez a la adultez, los adolescentes enfrentan un período crucial de crecimiento, descubrimiento y desarrollo. En esta etapa de la vida, la salud mental, junto a la salud afectiva y sexual de los jóvenes, juega un papel fundamental en su bienestar general y en la construcción de una base sólida para su futuro. Sin embargo, a pesar de su relevancia, estos aspectos a menudo son relegados a un segundo plano en la conversación pública y en la esfera educativa.
Es por esta razón que, en el marco del convenio de cooperación entre la Universidad de Chile y el Instituto Nacional (IN), la Profesora Titular de la Casa de Bello, Vania Martínez, académica de la Facultad de Medicina y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay); junto a Valeska Verges, Profesora Asistente del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (Cemera) de la misma unidad, realizaron dos talleres para estudiantes del emblemático liceo en la Casa Central de la U. de Chile.
Una de estas actividades se realizó el viernes 21 de julio, oportunidad en que la profesora Vania Martínez realizó un taller de liderazgo en salud mental para una veintena de estudiantes, que se extendió durante toda la mañana y culminó con la entrega de diplomas de participación, de la mano de la nueva Rectora del Instituto Nacional, Carolina Vega.
La Rectora del Instituto Nacional, Carolina Vega, celebró esta alianza entre ambas entidades. “Esta unión me parece virtuosa. Es una contribución histórica desde los comienzos de la República. Así que feliz de que la podamos continuar, fortalecer y ojalá hagamos muchas cosas juntos”.
“Los estudiantes se inscribieron voluntariamente para hacer este taller por su interés en el bienestar emocional, psicológico y social. La idea es que incorporen herramientas para reconocer cómo se puede favorecer una mejor salud mental, cómo detectar cuando necesitamos pedir ayuda y también bajar el estigma que todavía hay en nuestra sociedad en relación a este tema y a consultar en salud mental”, destacó la profesora Martínez.
Para analizar el tema, las y los escolares de octavo a cuarto medio se reunieron en grupos más pequeños para plasmar sus propios pensamientos acerca de qué piensan que es la salud mental. Luego, tras la conversación con la profesora a cargo del taller, presentaron sus resultados frente a sus compañeros y compañeras. “Tienen muy buenas ideas e integraron muy bien los conocimientos”, aseguró la académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
Esta es la segunda edición del taller, que el año pasado se realizó en forma virtual. Por lo mismo, esta realización en la presencialidad significa un plus para las y los liceanos, pues también tienen la oportunidad de visitar y conocer la Casa de Bello por dentro. “La experiencia de que sea presencial es mucho mejor y más cercana también. Además, que sea en la Universidad de Chile, también tiene un gran valor porque los escolares se sienten participando de una experiencia universitaria. Un espacio que los acoge mediante el convenio de colaboración, que es un acompañamiento que estamos haciendo en distintas áreas al Instituto Nacional”, comentó la directora del Imhay.
Alumnas y alumnos de octavo a cuarto medio participaron en ambos talleres del área de la salud, impartidos por profesoras de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.
En este sentido, la Rectora Carolina Vega celebró esta alianza entre ambas entidades. “Esta unión me parece virtuosa. Es una contribución histórica desde los comienzos de la República. Así que feliz de que la podamos continuar, fortalecer y ojalá hagamos muchas cosas juntos”, indicó.
“Me parece extraordinario que la Universidad de Chile tome el rol que siempre le ha correspondido, que es interesarse por los temas públicos, también de la educación, y hoy día de la salud mental. Es una tremenda oportunidad para nuestros estudiantes que miran la Casa Central de ‘La Chile’ con expectativa, quieren estar aquí. Así que estas primeras incursiones en talleres, en pequeños cursos les hacen muy bien, abren la mente, aumentan posibilidades. Así que enormemente agradecida de la U. de Chile por eso”, agregó la máxima autoridad del liceo.
La Rectora Vega añadió que estos conocimientos que reciben las y los estudiantes en la Casa de Bello son diseminados no solo en el colegio con sus compañeros y compañeras, sino que también a sus amigos y familiares en su vida privada. Se transforman así en líderes y agentes de cambio. “A veces no nos damos cuenta de eso, no pensamos que lo que aprendemos lo aprendemos no solo y exclusivamente para estar dentro de una sala o dentro de un colegio, lo cierto es que somos agentes de cambio en todas partes. Entonces, dentro de sus amigos, ellos probablemente tengan personas que están con problemas de salud mental, o de su familia nuclear y extendida, y, por lo tanto, ellos van a llevar un conocimiento que los demás no tienen. Y, en ese sentido, yo creo que potenciar el liderazgo, la capacidad de reacción de ellos es una maravilla”, afirmó.
Protegiendo el bienestar de las nuevas generaciones
Otra de las áreas que quisieron tratar los institutanos e institutanas fue la de la afectividad y sexualidad. Este taller estuvo a cargo de Valeska Verges, Profesora Asistente del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (Cemera) de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, unidad académica cuya misión es mejorar la calidad de los servicios que se ofrecen en el ámbito de salud reproductiva para adolescentes en el país y en Latinoamérica.
“En el taller de salud sexual y reproductiva trabajé con un grupo del colegio que es del centro de alumnos, de la Secretaría de Sexualidad y Género del Instituto Nacional. Son jóvenes líderes que están preparando para este segundo semestre realizar una feria sobre este tema en el liceo”, dice la profesora Verges, matrona y magíster en psicología adolescente.
Durante la jornada, se abordaron temas de género y de salud sexual en cuanto a la prevención de infecciones de transmisión sexual. “Hablamos bastante también de la diversidad sexual, que fue un tema que ellos mismos relevaron, para presentar a sus compañeros y compañeras estos aprendizajes, especialmente en torno a la prevención y el cuidado en relación a la sexualidad”, agrega la profesora del Cemera, quien, el próximo mes realizará un taller similar, pero para docentes del liceo.
El acompañamiento de la U. de Chile al Instituto Nacional ha sido en distintas áreas, por ejemplo, en temas de género y del proyecto educativo. “Hemos hecho varias acciones con los distintos equipos en diversas áreas. Ahora tenemos que avanzar en ir articulando y generando planes a mediano y largo plazo, porque mucho del trabajo que hicimos lo hicimos durante el confinamiento y fue un poco como dar respuestas a la urgencia. Esto no se va a acabar. Este convenio es independiente de las autoridades. Aquí hay un equipo comprometido para dar continuidad a este trabajo, que no es de un papá con un hijo, sino que son de dos hermanos, o sea, es un acompañamiento donde nosotros también estamos aprendiendo mucho del trabajo que se hace en el Instituto Nacional”, dijo la profesora Martínez.
Fuente: Carolina Aliaga, prensa Uchile.
Fotografías: Alejandra Fuenzalida.
¿De qué hablan los chilenos en terapia? Cuatro destacados psiquiatras, entre ellos, la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, entregan en Revista Ya sus visiones sobre cómo estamos los chilenos. ¿Su veredicto? El estallido social, la pandemia y la incertidumbre política y económica dispararon la ansiedad y los síntomas depresivos, pero tenemos mucho para ser resilientes.
Las cifras sobre salud mental en Chile suelen reflejar un escenario oscuro. El área laboral es especialmente compleja: según el informe de la ACHS de abril, el 67% de los diagnósticos de enfermedades profesionales en el país corresponde a salud mental. En 2021, la cifra llegaba al 52%. Por otro lado, según el Termómetro de la Salud Mental en Chile entregado en mayo —informe que realiza la PUC junto a la ACHS, pero con una muestra representativa a nivel nacional—, el 23,3% de los chilenos declara sentirse deprimido y el 22,3% se identifica con síntomas de “ansiedad generalizada”.
Al analizar los números en detalle, se puede apreciar además que las mujeres siempre muestran índices un poco más altos que los hombres. Y que si bien muchas estadísticas reflejan una leve mejoría en relación con el año 2020, siguen siendo bastante altas.
En sus consultas —y también en su trabajo académico o en organizaciones de la sociedad civil—, muchos psicólogos y psiquiatras palpan este fenómeno en la tremenda soledad con la que estas cifras se hacen carne en los individuos. Ven los ojos cansados, el desgano, el conflicto y la violencia. Ven también la duda, el temor, la incertidumbre. Ahí, la ansiedad y la depresión tienen nombre y apellido. Pero estos espacios revelan, también, las fortalezas del ser humano. Fortalezas a las que, finalmente, se puede echar mano para salir a flote.
Cuatro especialistas, cada uno desde la perspectiva que entrega su área de acción, describen aquí esta realidad, con dureza, pero sin perder la esperanza y reconociendo que lo que ven en el diván no necesariamente refleja a todos los chilenos. Porque en nuestro país hay poco acceso a tratamientos de salud mental, y también porque consultar a un profesional implica el reconocimiento de un problema y las ganas de abordarlo. Algo que, lamentablemente, todavía se da poco.
Vania Martínez, directora de Imhay:
“Hablar de generación de cristal es una exageración”
Desde su trabajo como directora de Imhay —Núcleo Milenio para mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes—, a la psiquiatra Vania Martínez, doctora en psicoterapia y académica de la U de Chile, le toca tomar contacto con miles de jóvenes. Un caso llamó particularmente su atención: una mujer que, liberado el uso de mascarillas con el declive de la pandemia, se resistía a dejar de usarlas. Se habían convertido en una especie de refugio que la protegía de mostrar su imagen real, con la cual no estaba conforme. Un claro ejemplo de cómo la pandemia caló profundo en la salud mental de nuestros jóvenes y adolescentes, con efectos que no se sabe aún cuánto durarán.
—Este es un grupo heterogéneo; hablar de “la generación de cristal” es una exageración, un estereotipo que generaliza, es injusto y no valora su potencial. Pero no podemos negar que, junto a los niños y los adultos mayores, los adolescentes y jóvenes están entre los más impactados por todo lo que implicó el covid-19. Porque, a esa edad, dos años es mucho tiempo. Y porque es una etapa de mucha vulnerabilidad —opina Martínez.
¿Qué dicen las cifras que maneja al respecto?
—Hay mucho dato que viene de diferentes estudios, pero juntos permiten corroborar la hipótesis de que es un grupo que ha sido muy afectado. Se ven bastantes casos de síntomas depresivos o trastornos de ansiedad y autolesiones. Aunque en 2020 bajaron las cifras de muerte por suicidio, ha aumentado la ideación suicida. Y en 2022 hubo mucha crisis de pánico y un incremento en las hospitalizaciones por salud mental —advierte.
El encierro forzado, asegura, tuvo de dulce y agraz. Fue bueno para los jóvenes cuyo entorno familiar es un espacio seguro, donde se vio a padres disfrutando junto a sus hijos y tratando de lidiar de la mejor manera posible con los desafíos del momento. Pero cuando había una gran conflictividad el impacto en los jóvenes fue alto. En esa línea, la comunidad LGBTIQ+ fue de las más afectadas, dice Vania Martínez, citando el estudio “La casa a veces es la boca del lobo”, realizado por la Oficina de Equidad e Inclusión de la Universidad de Chile en 2020.
Tanto en las charlas que realiza en colegios como en consulta, la psiquiatra ha observado el impacto negativo del mal uso de las redes sociales en este grupo etario.
—Un ejemplo son las páginas de confesiones, grupos privados a los que los adultos no tienen acceso. Ahí se hacen funas y no existe el derecho a defensa. Hay rabia por lo que se considera injusto, pero también está la idea de tomar la justicia en las propias manos; por eso en estas páginas se vuelcan rabias no comprobables ni conversadas. Les cuesta resolver sus temas hablando en persona. Y si a los adultos, que tenemos más experiencia de vida, nos pasa tanto que tenemos conflictos por mensajes de WhatsApp mal comprendidos, con mayor razón eso les ocurre a ellos —ejemplifica.
La sensación de falta de sentido en relación con sus proyectos de vida —que muchos describen como “vacío existencial”— también es frecuente. En esa línea, el cambio climático es una preocupación real, pero que, según Vania Martínez, muchas veces se expresa de manera negativa: en vez de motivarlos a la acción, empiezan a pensar cosas como “para qué me voy a esforzar si no hay futuro”.
—Antes, casi todas las personas pensaban que sus hijos iban a tener una mejor vida que ellos. Esta es la primera generación que enfrenta incertidumbre frente a esto y eso les afecta muchísimo—concluye.
Texto: Sofía Beuchat, revista YA | Ilustración: Francisco Javier Olea | Foto: Macarena Pérez
El objetivo es que en diciembre un consejo asesor en salud mental, compuesto por representantes del gobierno, instituciones, entre ellas, el Núcleo Milenio Imhay, y estudiantes, haga una entrega de sus recomendaciones al Congreso.
Se estima que en Chile, 1 de cada 4 estudiantes de educación superior tiene un problema de salud mental. Muchos de ellos ya ingresan a sus centros de estudios con una alta carga psicológica y, a su vez, otros factores pueden acrecentarla.
Al respecto, la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, señala que otros de los factores que pueden influir en los problemas de salud mental que presenta este grupo de la población juvenil es “El tener una sobrecarga horaria no sólo por carga académica, sino también por otras responsabilidades que tienen estudiantes como, por ejemplo, cuidado de personas mayores, cuidado de niños o tener que trabajar y estudiar. Y también se ha visto otros elementos que están influyendo como, por ejemplo, la población LGBTIAQ+ está en mayor riesgo. También si al interior de las universidades hay situaciones de bullying o ciberacoso”.
El alto valor económico de las consultas y el estigma son algunas de las barreras que enfrentan las personas al momento de buscar ayuda, pero una persiste en los jóvenes: “Las y los jóvenes universitarios creen que por sí mismos van a poder resolver los problemas y no necesitan el apoyo de un o una profesional. Esa es una barrera importante que podemos solucionar con información, con psicoeducación y con políticas de prevención y promoción de la salud mental en las instituciones de educación superior”, indicó el investigador joven de Imhay y académico de la Universidad Diego Portales, Dr. Álvaro Jiménez.
Para el investigador de Imhay, crear comunidad al interior de los centros de estudios puede marcar una diferencia positiva. “Si las instituciones de educación superior se transforman en comunidades y realmente las personas se sienten identificadas con ellas, van a estar promoviendo la salud mental y eso va a ser un factor protector relevante para las y los jóvenes”.
Ve la nota a continuación:
En entrevista con la edición matinal de Teletrece, la directora de Imhay y académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Dra. Vamia Martínez, se refiere al aumento de las consultas de salud mental por parte de estudiantes universitarios y a cuáles son los principales problemas psicológicos que presenta esta población.
“Lo más frecuente que hemos encontrado en estudios que estamos llevando a nivel nacional en 5 universidades del país es depresión, trastornos de ansiedad y consumo problemático de sustancias”, indicó la directora de Imhay.
Y agrega que “Desde el estallido social vimos que hubo un aumento de sintomatología, tanto ansiosa como depresiva, pero también una mayor conciencia de lo que es salud mental y de preocuparse de la salud mental, y de no normalizar ciertas situaciones, por ejemplo, no dormir, no alimentarse bien que era visto como parte de la vida universitaria. Ahora se ha tomado conciencia lo importante que es cuidar nuestra salud de manera integral, incluida la salud mental”.
“No es lo mismo decir ´ando depre´ que ´estoy con una depresión´. Hablamos de depresión cuando una persona lleva al menos dos semanas con poco ánimo y energía, ya no disfruta de las cosas que antes disfrutaba, tiene cambios en su sueño, en su apetito e incluso algunas personas tienen ideas de querer morirse o querer hacerse daño”, dijo la Dra. Martínez.
Ve la entrevista completa a continuación:
Autoridades de gobierno, de instituciones de Educación Superior y líderes estudiantiles concurrieron hasta la Casa Central de la Universidad de Chile para participar en la puesta en marcha del primer plan nacional de salud mental para estudiantes de educación superior. En la instancia, se dieron a conocer los resultados del diagnóstico realizado por la Subsecretaría de Educación Superior en esta materia. Además, se anunció un Consejo Asesor encargado de preparar un plan de acción que estará terminado en diciembre de este año y donde una de sus integrantes es la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.
Víctor Orellana, subsecretario de Educación Superior, y Andrea Albagli, subsecretaría de Salud Pública.
Pasada las 11:00 de la mañana, en la Sala Enrique Sazié de la Casa Central de la Universidad de Chile, se realizó el hito que marcó la puesta en marcha de la elaboración del primer plan nacional de salud mental para estudiantes de educación superior. El encuentro fue encabezado por el subsecretario de Educación Superior, Víctor Orellana; la subsecretaría de Salud Pública, Andrea Albagli, y la Rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés, y contó además con la participación de altas autoridades de distintas instituciones de educación superior, expertos en salud mental y representantes de varias federaciones de estudiantes.
La bienvenida estuvo a cargo de Pamela Díaz-Romero, vicerrectora (s) de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios de la U. de Chile, quien advirtió que «las cifras de estudiantes afectados en su salud mental ha crecido de manera alarmante durante el proceso de retorno a la presencialidad”. Sin embargo, señaló que dentro de las distintas casas de estudio existen esfuerzos para “desarrollar estrategias que permitan la detección oportuna, la contención adecuada y la derivación eficaz de los casos complejos. Para esto es fundamental la colaboración de las instituciones de educación superior con los ministerios de Educación y Salud”.
El lanzamiento del Plan de trabajo intersectorial de salud mental para la educación superior se realizó en la Casa Central de la U. de Chile, donde expuso sobre la temática la directora de Imhay y académica de la Facultad de Medicina, Dra. Vania Martínez.
Luego, un grupo de expertos expuso sobre distintas iniciativas en curso y las estrategias implementadas que buscan resguardar la salud mental en los estudiantes universitarios. El panel de especialistas, representantes de diferentes instituciones, lo conformaron Vania Martínez, directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) y académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile; Belén Vargas, asesora del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud (Minsal); María Teresa Ramírez, especialista de Somos Comunidad del Ministerio de Educación (Mineduc); Cristóbal Hernández, investigador del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP); e Ivonne Ahlers, directora de Salud Estudiantil de la Universidad de Chile.
Dentro de los puntos destacados, María Teresa Ramírez comentó que parte de la planificación del trabajo intersectorial es establecer el alcance de la acción institucional y gubernamental, así como la necesidad de articular redes de trabajo. “Es importante entender que el bienestar y la salud mental es una condición para la garantía del derecho a educación, desde la educación inicial y como un proceso continuó, con espacios articulados de acompañamiento”, sostuvo.
La Rectora Rosa Devés enfatizó la importancia de considerar la voz de las y los principales implicados en la elaboración de esta nueva política, las y los estudiantes.
Por su parte, Cristóbal Hernández hizo énfasis en la importancia de las comunidades, apuntando que “está demostrado que las personas desarrollamos nuestro máximo potencial cuando nos apoyamos y nos sentimos seguros. En el caso contrario, las relaciones interpersonales se transforman en un evento estresor”. Agregó, además, que “una buena calidad en estas relaciones ayuda a reflejar menor incidencia de síntomas depresivos”.
La profesora Ahlers, en tanto, expuso sobre el preocupante aumento en la gravedad y en el número de solicitudes de atención en salud mental en la Universidad de Chile, las que han crecido en un 167% en comparación a 2022. Además, presentó las acciones implementadas por la Casa de Bello en esta materia. “Esta situación la hemos enfrentado mediante un modelo de atención escalonada que involucra un equipo multidisciplinario y que incluye actividades de promoción y prevención en salud, atención clínica de problemas de salud mental y continuidad del cuidado”, detalló.
Resultados diagnóstico
Durante la actividad, los subsecretarios de Educación Superior y Salud Pública expusieron sobre los resultados del Primer Diagnóstico Institucional en Salud Mental del Sistema de Educación Superior. Entre los hallazgos, se dio a conocer que el 69,6% de las universidades cuentan con lineamientos sobre salud mental, en tanto, un 44,3% de las instituciones de educación técnico profesional poseen estas estrategias.
El subsecretario Orellana anunció que “hemos concluido el diagnóstico y vamos a pasar a la etapa de los hechos. Eso supone avanzar a constituir un comité asesor para terminar con un plan de acción en diciembre de este año”.
«Debemos reconocer que no hay salud sin salud mental. Su cuidado es continuo y se debe abordar desde lo preventivo hasta las atenciones en salud», aseguró por su parte la subsecretaria Albagli. La especialista planteó, asimismo, que «se ha instalado un estigma respecto a los problemas de salud mental, lo que se transforma en una barrera de acceso. Las personas sienten vergüenza, no comparten ni conversan sus problemas y eso evita que reciban el cuidado oportuno».
Sabina Orellana, presidenta de la FEUC y vocera oficial de la Confech, hizo un llamado a que este trabajo sea con los estudiantes y que “repensemos los modelos de estudios y de evaluación, las redes de apoyo de los estudiantes de regiones, el sistema de acompañamiento. Es posible tener una educación de excelencia y una cultura de bienestar, son compatibles. Estudiar no puede ser sufrimiento o ansiedad, la universidad no puede ser un espacio de riesgo, debe ser un espacio de disfrute”.
Compromiso institucional
El lanzamiento del plan de trabajo intersectorial en salud mental para la educación superior tiene como objetivo principal fortalecer las acciones y políticas en este ámbito, fomentando la colaboración entre las instituciones de educación superior y el gobierno.
Al respecto, la Rectora Rosa Devés enfatizó la importancia de considerar la voz de las y los principales implicados en la elaboración de esta nueva política. “Los y las estudiantes tienen una fuerza muy grande para movilizarnos. Ellos y ellas deben ser protagonistas”, expresó. Destacó, además, que «hoy mostramos que las instituciones, junto con el Ministerio de Educación y Salud, estamos trabajando articuladamente y esto es un ejemplo para otras políticas públicas”.
El Rector de la Universidad de Valparaíso y presidente del Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUECh), Osvaldo Corrales, destacó que se trata de un proceso participativo que va a contar con las experiencias de las propias comunidades. En este sentido, aseguró que “es un hito extraordinariamente importante, que desde ya cuenta con el apoyo de las universidades públicas. Estamos preocupados por la salud mental de las y los estudiantes y también de quienes trabajamos en la educación superior”.
De esta forma, se espera que el trabajo conjunto en torno a este plan permita identificar áreas de mejora, promover la implementación de medidas preventivas y de atención en salud mental, así como garantizar el bienestar de los estudiantes.
Fuente: Aldo Vidal – Periodista VAEC, Axel Leclerc – Periodista DSE
La adolescencia es considerada una etapa de la vida que conlleva grandes desafíos y uno de ellos es el lograr una comunicación fluida y basada en la confianza entre padres e hijos. Para abordar este tema, el Dr. Jorge Gaete, psiquiatra, académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes e investigador principal de Imhay entregó algunas claves para una comunicación efectiva en radio Maray de la región de Atacama.
La comunicación efectiva es un factor crucial en el desarrollo integral de los adolescentes. Al respecto, el Dr. Gaete, también director del Centro de Investigación en Salud Mental Estudiantil – UAndes, afirmó que mantener una buena conversación con los hijos en este período es fundamental para fortalecer su confianza, autoestima y mejorar la relación entre ambas partes.
Según el especialista, “tener conversaciones de temas tanto cotidianos como relevantes con los hijos de esta edad permite mantener el nivel de influencia de los padres durante la adolescencia y abordar nuevas dificultades en el desarrollo que aparecen en esta época, como la sintomatología emocional y conductas de riesgo”, menciona.
A continuación, el investigador de Imhay entregó seis consejos para mejorar la comunicación entre padres e hijos:
1) Observar: los padres deben ser capaces de reconocer las necesidades y las dificultades que observen a los cambios de humor.
2) Disponer de tiempos y espacios para que los adolescentes puedan saber que sus padres van a estar disponibles para ellos cuando lo necesiten.
3) Demostrar que uno confía en ellos explícitamente, depositándoles ciertas responsabilidades, por ejemplo, encargándoles alguna tarea cotidiana.
4) Diálogo: que la conversación sea un diálogo y no un monólogo.
5) Dar la oportunidad al adolescente de generar sus propias soluciones; para así, poder llegar a una solución colaborativa entre ambos, considerando tanto las necesidades de los hijos como las preocupaciones de los padres.
6) Límites claros: Si bien los adolescentes necesitan espacio para aprender y cometer sus propios errores, “es importante que esto ocurra en un ambiente cuidado y que tengan cierta estructura clara sobre dónde y cómo pueden moverse”, señaló el Dr. Jorge Gaete.
Escucha la entrevista a continuación:
El Estudio Longitudinal de Salud Mental Universitaria (ELSAM) del Núcleo Milenio Imhay, en el que participaron más de 7 mil estudiantes de cinco universidades CRUCH, reveló cinco ámbitos de problemas de salud mental: Trastorno Depresivo Mayor, Trastorno de Ansiedad Generalizada, Trastorno de Uso de Sustancias, Consumo Perjudicial de Alcohol, Alto Riesgo Suicida.
La Comisión de Convivencia Universitaria y Salud Mental del CRUCH en conjunto con Imhay llevaron a cabo el webinar “¿Cómo está la salud mental en nuestras comunidades estudiantiles universitarias?”.
Para reflexionar en torno a la problemática de salud mental en las comunidades estudiantiles universitarias, la Comisión de Convivencia Universitaria y Salud Mental del Consejo de Rectoras y Rectores de la Universidades Chilenas (CRUCH), junto al Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), llevaron a cabo el webinar “¿Cómo está la salud mental en nuestras comunidades estudiantiles universitarias?”, el miércoles 28 de junio.
En la instancia, la directora de Imhay, académica de la Universidad de Chile e investigadora principal del estudio, Vania Martínez, adelantó los principales resultados del periodo 2020-2022 del Estudio Longitudinal de Salud Mental Universitaria (ELSAM), también conocido como “EnlaUvamosjuntxs”.
Para el estudio se aplicó una encuesta a estudiantes de primer año de cinco universidades del CRUCH de todas las cohortes, orientada a identificar aspectos como: depresión, ansiedad, déficit atencional, manía, consumos de sustancias, riesgo suicida, autolesiones, trastorno de personalidad, historia de tratamiento, barreras para búsqueda de ayuda, experiencias adversas infantiles, estresores actuales, apoyo social.
El estudio, que tendrá una duración de cinco años, comenzó el año 2020 con estudiantes de la Universidad de Chile, sumándose en 2021 cuatro universidades más: la Universidad de Los Andes, la Universidad de Talca, la Universidad de O’ Higgins y la Universidad Austral de Chile. En esta segunda aplicación participaron 7.255 estudiantes, que corresponden a una tasa de respuesta total de 35% en promedio (42% mujeres y 26% hombres). “Esto en relación a otros países es bastante bueno, porque la mayoría de los países tienen un 10% de tasa de respuesta”, sostuvo la profesora Martínez.
Principales resultados
La aplicación de la encuesta permitió identificar cinco ámbitos de problemas de salud mental: Trastorno Depresivo Mayor, Trastorno de Ansiedad Generalizada, Trastorno de Uso de Sustancias, Consumo Perjudicial de Alcohol, Alto Riesgo Suicida. En estas dimensiones, mujeres y hombres presentan diferencias que en varios casos son significativas (ver cuadro comparativo).
Al respecto, Martínez destaca que en el caso de las mujeres se observan porcentajes más altos de depresión y ansiedad que en el trastorno de uso de sustancias, y que los hombres presentan una tasa mayor en el consumo perjudicial de alcohol. En cuanto al suicidio, son las mujeres quienes tienen un riesgo más alto que los hombres.
“Entre 2020 y 2022 vimos un aumento en el riesgo suicida de las mujeres, que nos da una alerta, pues de 6% en 2020 subió a 12% en 2022. Lo mismo ocurre en cuanto al consumo perjudicial de alcohol, que subió de un 16% a un 23% y que, preliminarmente, creemos que podría relacionarse con un nivel socioeconómico alto y con la disminución de brecha de género”, comentó la experta.
Con respecto a las principales barreras para buscar ayuda, identificaron la inseguridad de dónde ir o a quién consultar y el que las y los jóvenes prefieren afrontar el problema por su cuenta.
En relación con los grupos de riesgo que presentan ansiedad y depresión, el estudio permitió identificar los siguientes grupos de jóvenes: que pertenecen al grupo LGBTIAQ+; con un bajo nivel socio-económico; que tienen sobrecarga horaria; que no cuentan con un espacio adecuado para estudiar; que no tienen un computador personal; a quienes están en relación de pareja; y aquellas y aquellos que tienen una baja participación en actividades comunitarias.
Junto con los resultados de la encuesta, la experta también compartió un modelo multinivel de intervención en salud mental en estudiantes universitarios de seis etapas: educación y promoción de la salud mental; prevención y desarrollo de habilidades; detección y alerta temprana; soporte y servicios de salud mental; derivación oportuna; y manejo de crisis.
“Hemos visto que es importante abordar esto desde las universidades y creemos que, en forma transversal, el uso de las tecnologías de información y las comunicaciones son un aporte. También son necesarios los diseño participativos, donde las mismos jóvenes nos ayuden al diseño de la estrategia”, indicó la profesora Martínez.
Desafíos para las universidades
Posterior a la presentación, la presidenta de la sub comisión de Salud Mental del CRUCH y Decana de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Temuco, Bertha Escobar, señaló que mucho de lo que se plantea en el estudio da cuenta de la precarización de la vida comunitaria. “Estamos en un minuto en que la convivencia de los estudiantes que están ingresando a la universidad es un tema. Por lo tanto, creo que un ingrediente importante tiene que ver con mirar lo relacional y lo social como una parte importante del problema”, relevó.
A esto, la Coordinadora del Departamento de Bienestar Estudiantil de la Universidad de La Serena, Patricia Astroza, añadió que “los modelos de intervención en salud mental debieran ser trabajados, desde la promoción de estilos de vida saludables y la prevención, con todos los actores que están involucrados dentro de las universidades”.
“Necesitamos evaluar las acciones que estamos realizando en las instituciones, compartir esos resultados y las buenas prácticas que se realizan y, por supuesto, trabajar de manera intersectorial, estableciendo los límites que tienen las intervenciones dentro de las universidades y cómo realizar el trabajo con la red primaria de atención”, opinó la profesora Astroza, quien relevó el trabajo que la Comisión de Convivencia y Salud Mental del CRUCH está desarrollando.
Frente a este panorama, Vania Martínez enfatizó la importancia de pasar a la acción, conectando con la evidencia científica y apuntando a la intersectorialidad para tomar mejores decisiones en los sistemas de salud y en las universidades.
“Ya sabemos que el problema está, que existe y que tenemos que avanzar en actuar. Lo otro es conectar con la investigación y presionar al sistema de salud para que también asuman su rol y a lo que deben dar respuesta. También hay otros ministerios y sectores que podrían influir en esta labor, así apuntar a un trabajo intersectorial”, indicó Martínez.
Asimismo, la investigadora de Imhay y candidata a doctora en el Servicio de Salud e Investigación Poblacional del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres, Scarlett Mc- Ginty, señaló que ahora lo importantes es cómo podemos tener modelos que puedan integrar a toda la comunidad universitaria y en específico a la academia en la prevención de la salud mental.
“Muchas veces escuchamos de los jóvenes que la universidad es un factor de riesgo y esto no es necesariamente verdad, pues la universidad también puede ser un factor protector. Entonces hay un desafío acá de cómo se integra la salud dentro del currículum y dentro de toda la acción en el quehacer de las universidades en su conjunto”, indicó Mc- Ginty.
Sobre esto, Bertha Escobar, planteó que también es necesario “revisar hasta dónde debemos llegar como universidades. Cada vez que hay una patología declarada ya estamos llegando tarde y hay costos personales, sociales y académicos. Se necesita un trabajo con el sector público, cuyo presupuesto de salud mental dentro del presupuesto de salud sigue siendo muy precario”.
Sobre ELSAM
Cabe destacar que el estudio longitudinal se enmarca en un proyecto internacional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) titulado World Mental Health International College Student Initiative (WMH-ICS), liderado por la Universidad de Harvard y con presencia en 18 países, que busca generar datos epidemiológicos, evaluar intervenciones basadas en internet y diseminar las iniciativas que demuestren eficacia.
“Ser parte de esta iniciativa internacional hace que podamos comentar estos resultados con otros países y también conocer los datos de estos acerca de las intervenciones que están haciendo”, señaló Vania Martínez sobre la diferencia con otros tipos de estudio que no están estandarizados internacionalmente.
Fuente: Comunicaciones CRUCH
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Es una de las edades más complejas debido a distintos procesos del desarrollo. Sin embargo, los especialistas dicen que mantener una buena conversación con los jóvenes es clave para su confianza y autoestima. Para conocer cuáles son las claves de una buena comunicación entre padres e hijos, fue entrevistado por El Mercurio el Dr. Jorge Gaete, investigador principal de Imhay.
Hablar con los hijos durante el período de la adolescencia podría parecer un desafío, pero es clave para su bienestar, y el de toda la familia, ya que de lo contrario se pueden generar roces familiares, dicen los expertos.
Jorge Gaete, psiquiatra, académico de la U. de los Andes e investigador del Núcleo Milenio Imhay, agrega que poder tener conversaciones de temas tanto cotidianos como relevantes con los hijos de esta edad “permite mantener el nivel de influencia de los padres durante la adolescencia y abordar nuevas dificultades en el desarrollo que aparecen en esta época, como la sintomatología emocional y conductas de riesgo”, entre otros.
1.- Tener tiempo
“Hay que tener tiempo o hacerse el tiempo para que los adolescentes puedan saber que sus padres van a estar disponibles para ellos cuando lo necesiten”, señala Gaete. Esto implica actividades como comer o salir a ver una película juntos.
Además, agrega que si bien puede haber dificultades propias de la época, un estudio reciente en el que participó reveló que los adolescentes “se quejan que a medida que ellos crecen los padres empiezan a tener menos disponibilidad para ellos, para conversar y entregarles ayuda”.
2.- Observar
Los progenitores también tienen que estar atentos a cambios en sus hijos. Deben ser capaces de “reconocer sus necesidades y las dificultades que tengan al observar cambios de humor o en su conducta. Por ejemplo, si se han ido retrayendo”, acota Gaete. “Si yo no los observo ni los conozco, no puedo estar sintonizado con las necesidades que tienen y estar atento para poder ofrecer ayuda también”, precisa.
3.- Confianza
Estas acciones previas permiten generar una base de confianza de forma implícita, pero también “hay que demostrar que uno confía en ellos explícitamente, depositándoles ciertas responsabilidades, por ejemplo, encargándoles alguna tarea cotidiana que puedan realizar, como arreglar la puerta de la cocina”, añade. “Eso también va construyendo confianza”, lo que facilita comunicarse con ellos, indica.
4.- Escucha activa
Si un padre inicia una conversación, “se debe partir preguntando en vez de afirmando; preguntar, por ejemplo, qué piensan ellos de determinada situación o cómo se sienten al respecto”, señala Duarte.
Al escuchar sus respuestas, se debe empatizar. “No juzgarlos; valorar y validar las emociones, y tratar de entender los problemas por los cuales están pasando. Hacerles ver que pueden entender lo difícil que puede ser y lo tristes que se pueden sentir”, puntualiza Gaete.
5.- Diálogo y no monólogo
Otra estrategia es asegurarse de que “la conversación sea un diálogo y no un monólogo, ni del adolescente hacia el adulto, ni del adulto hacia el adolescente”, enfatiza Gaete.
En esa vía, dice Duarte, “cuando hablamos, hay que ser directos y concisos, no repetir la idea una y mil veces”. También, indica Salas, se deben “reforzar los aspectos positivos antes de centrarnos en lo que se podría mejorar”.
6.- Soluciones en conjunto
Asimismo, “si hay que tomar decisiones respecto de algún tema importante, se debería construir un acuerdo que, dentro de lo posible, respete ambas posturas”, apunta Duarte.
Primero, “se debería dar la oportunidad al adolescente de generar sus propias soluciones, por ejemplo, al preguntarle, ¿cómo podría llegar más temprano?, de ahí se puede conversar para llegar a un desenlace en el que se puedan satisfacer tanto las necesidades de los jóvenes, por ejemplo, de pasarlo bien en la fiesta, y las preocupaciones de los padres, como el que llegue a la casa sin inconvenientes”, ejemplifica Gaete.
7.- Límites claros
No obstante, también hay que “ser claros cuando las situaciones sobrepasan los límites y actuar de acuerdo a lo establecido, por ejemplo, en los reglamentos de convivencia escolar”, agrega Salas.
Duarte concuerda: “Se deben poner reglas y límites claros. Si bien los adolescentes necesitan espacio para aprender y cometer sus propios errores, es importante que esto ocurra en un ambiente cuidado y que tengan cierta estructura clara sobre dónde y cómo pueden moverse”.
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Un presidente que habla abiertamente sobre su trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el mayor programa de prevención de suicidio de Latinoamérica o el protocolo inédito de un conocido mal: Chile toma la delantera regional y encara sin complejos y de manera transversal su crisis de salud mental.
Se estima que uno de cada cuatro chilenos sufre problemas de salud mental, entre ellos el mandatario Gabriel Boric, quien padece TOC desde la adolescencia y en 2018 sorprendió anunciando que se tenía que ingresar dos semanas para tratárselo.
El exlíder estudiantil ha hecho de la lucha contra el estigma una de sus banderas, aprobando leyes como la que garantiza la inclusión de personas con trastorno del espectro autista (TEA), y ha prometido «la mayor inversión en 30 años» en salud mental.
«Durante demasiado tiempo ha sido un tema tabú que ha contribuido a la discriminación y el aislamiento», dijo recientemente en un foro de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Momento único de conciencia
Chile, según la OMS, es uno de los países de la región donde la prevalencia de enfermedades mentales es más alta, una situación que se ha acrecentado con la pandemia, especialmente entre los jóvenes. De acuerdo al Ministerio de Salud, solo una quinta parte tiene acceso a un tratamiento periódico.
Para Isabel Puga, presidenta del Colegio de Psicólogos, Chile tiene unas «peculiaridades» que lo distinguen de la región y aumentan el «riesgo» de la población a sufrir trastornos, como su idiosincrasia o su modelo socioeconómico.
«No somos tan buenos para las fiestas, somos más bien introvertidos (…) Nadie conversa con nadie en un ascensor o en el metro. Siempre estamos muy serios», afirmó a EFE.
A eso, apuntó, se suman las numerosas catástrofes ambientales vividas a lo largo de la historia y el modelo neoliberal instalado durante la dictadura (1973-1990), que fomentó la «individualidad» y la «sensación de soledad».
Pese a ello, para Vania Martínez, académica de la Universidad de Chile y directora de Núcleo Milenio Imhay, Chile «está en un momento único de toma de conciencia transversal», lo que explica el aluvión de iniciativas en pro de la salud mental.
«Ha habido un gran cambio y no es solo a raíz de la pandemia. Ya en el estallido social de 2019 se instaló la idea de cuidar la salud mental», indicó a EFE.
Un sondeo de octubre de Ipsos colocó a Chile entre los países más preocupados del mundo por este tema, solo después de Suecia.
«La gente está mucho más abierta e incluso se presume de ir al psicólogo y hacer terapia, algo impensable hace años», agregó Puga.
Presupuesto insuficiente
Si bien Boric «ha puesto aún más sobre el tapete el tema», desde el Colegio de Psicólogos recuerdan que Chile ya rompió barreras regionales en el 2000, cuando el Gobierno del socialdemócrata Ricardo Lagos implantó el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría.
Puga, quien participó en su confección, relató que el plan tuvo influencias de Canadá y Reino Unido y que, en general, ha sido respetado por casi todos los Gobiernos posteriores: «El modelo actual es bastante bueno, solo tiene un pero: el presupuesto», advirtió.
De toda la partida de salud en Chile, el 2,4 % se destina actualmente a salud mental, una cifra inferior a la mediana mundial (2,8 %) y al gasto en los países de ingresos altos (5,1 %), según la OMS.
«Si nos comparamos con otros países de la región, efectivamente hemos hecho avances. Tenemos patologías garantizadas en el sistema público, psicólogos en atención primaria y en escuelas, pero es insuficiente», enumeró Martínez.
Ve la nota original publicada en el diario español La Vanguardia AQUÍ
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