La depresión, la ansiedad y los trastornos alimentarios afectan a casi la mitad de los atletas profesionales en el mundo. Sin embargo, el estigma, la presión mediática y la falta de apoyo especializado hacen que muchos oculten su sufrimiento. Deportistas, expertos y estudios revelan que sin salud mental no hay rendimiento sostenible. Sobre este tema fue consultada por el medio Doble Espacio, la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.
De acuerdo a estudios recientes, el 50% de los deportistas de élite presentan problemas de salud mental, destacando trastornos como la depresión y la ansiedad.
En 2021, la gimnasta más condecorada de la historia, Simone Biles, sorprendió al mundo tras retirarse de los Juegos Olímpicos de Tokio, priorizando su salud mental sobre la gloria deportiva. Naomi Osaka, tenista japonesa con cuatro títulos de Grand Slam, hizo lo mismo en el Torneo de Roland Garros tras confesar que sufría ansiedad y episodios depresivos. Lejos de ser casos aislados, estos acontecimientos encendieron una alarma a nivel global.
Las cifras son contundentes y preocupantes. Según una revisión bibliográfica publicada en 2024 por la revista Sanum, el 50% de los deportistas de élite presentan problemas de salud mental, destacando trastornos como la depresión y la ansiedad. La exigencia extrema, el miedo al fracaso, las lesiones y la presión mediática son factores de riesgo constantes.
En Chile las historias también abundan. El futbolista Mathías Vidangossy, integrante de la generación dorada que disputó el Mundial Sub-20 de Canadá 2007, reconoce a Doble Espacio que atravesó una década marcada por la depresión: “Cuando uno no sabe controlar sus emociones y tiene que salir a la cancha es destructivo”.
Estudios internacionales, especialistas y testimonios de figuras chilenas revelan el peso del estigma, la falta de apoyo especializado y la urgente necesidad de políticas públicas que protejan a quienes compiten al más alto nivel en nuestro país.
Los contrincantes invisibles
“Es fundamental que entrenadores y familias estén atentos a señales como cambios de ánimo, alteraciones del sueño, pérdida de interés o autopercepciones de fracaso”, indica la Dra. Vania Martínez, directora de Imhay y académica de la U. de Chile.
La exigencia de competir al máximo nivel convierte al deporte en un terreno fértil para que surjan distintas afecciones psicológicas. Según la revista Sanum, la depresión y la ansiedad son las más frecuentes, con prevalencias de hasta el 48% y 56% respectivamente. A esto le siguen en menor cantidad los trastornos del sueño (26%) y abuso de alcohol (19%).
La psiquiatra de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Imhay, Vania Martínez, explica a Doble Espacio que los desencadenantes de estos trastornos pueden ser múltiples: “Hay factores biológicos, psicológicos y sociales. En los atletas influyen especialmente las lesiones, la frustración frente a resultados, los conflictos con entrenadores e incluso la exposición mediática”, dice.
Asimismo, el psicólogo deportivo Pablo Correa coincide en que el deporte profesional viene con riesgos asociados: “El deportista vive bajo estrés constante. Hay una fuerte incidencia de la autoexigencia y de las expectativas externas”, comenta a este medio. Además, el terapeuta de la Universidad de Chile destaca que no siempre se trata de diagnósticos clínicos, pero sí de señales que deberían encender alertas tempranas para poder intervenir a tiempo.
Por ejemplo, según un estudio de la Universidad de Toronto, el 41% de los atletas del equipo nacional canadiense rumbo a Tokio 2020 presentaban criterios de depresión, ansiedad o trastornos de la conducta alimentaria (TCA), muchos sin estar diagnosticados. Estas cifras sorprendieron al estar muy por encima del 10% estimado en la población general.
La ansiedad, de hecho, es una de las emociones más frecuentes en la vida deportiva; así lo explica el psicólogo deportivo Alexi Ponce en su libro “Habilidades psicológicas en el fútbol”, y agrega que puede tener un doble filo. “En pequeñas dosis (la ansiedad) mantiene al deportista activo y concentrado, pero cuando se descontrola genera errores, bloqueos e incluso lesiones. El reto no es eliminarla, sino aprender a manejarla y transformarla en motivación”, comenta a Doble Espacio.
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) constituyen otro capítulo delicado. Según la revisión bibliográfica de la revista Sanum, el 59% de los jóvenes deportistas de élite estaban insatisfechos con su cuerpo, y el 11% padecían un TCA diagnosticado. La prevalencia es especialmente alta en deportes donde el peso y apariencia son un factor determinante, como la gimnasia, el patinaje artístico, la halterofilia, el atletismo, entre otros.
Incluso, Martínez advierte que en jóvenes el deporte es parte de su identidad. Si algo falla en ese ámbito, el golpe puede ser devastador y derivar en depresión o ansiedad. “Es fundamental que entrenadores y familias estén atentos a señales como cambios de ánimo, alteraciones del sueño, pérdida de interés o autopercepciones de fracaso”, detalla.
Entre la gloria y la sombra
Hablar de salud mental en el deporte sigue siendo un acto de valentía. En un entorno donde se valora la resistencia física y el control absoluto de las emociones, reconocer la vulnerabilidad aún se interpreta —muchas veces— como signo de debilidad.
Mathías Vidangossy fue parte de la recordada generación dorada de La Roja, junto a figuras como Alexis Sánchez, Eduardo Vargas y Claudio Bravo. Aunque vivió momentos de gloria, el deportista cuenta a Doble Espacio que sus problemas de salud mental apagaron con el tiempo su pasión por el fútbol. Hoy, tras un largo proceso personal, volvió a reencontrarse con el deporte en la King’s League, donde juega en el equipo Real Titán.
“Empecé a vivir tratando de darle el gusto al resto, en lugar de enfocarme en lo que realmente quería y necesitaba hacer. Eso nos ocurre con frecuencia a los deportistas”, confiesa Vidangossy, quien describe su carrera como una “montaña rusa” marcada por la depresión.
El futbolista reconoce que entre sus 19 y 30 años le cerró las puertas a todo lo externo, sin entender muy bien lo que le pasaba. “Me hubiese gustado saber sobre salud mental antes. Uno piensa que es lo que le toca, sin darse cuenta de lo que realmente está sucediendo. Ojalá estos conocimientos llegaran a los deportistas a tiempo”, comenta.
“Cuando un atleta no sabe controlar sus emociones se sabotea”, dice el centrocampista, destacando la importancia de la ayuda psicológica, así como en su caso, entender sobre metafísica. “Con los años entendí que lo más importante es aprender a gestionar mis emociones. No es solo el fútbol, sino también la cabeza y la espiritualidad”, enfatiza.
En el caso de la tenista de mesa Judith Morales, medallista sudamericana, la salud mental también ha sido un desafío silencioso, especialmente tras los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Según relata a este medio, ha pasado por episodios de depresión y ansiedad, los cuales ha enfrentado con ayuda profesional.
“Durante mi carrera he tenido un gran psicólogo del Comité Olímpico de Chile, quien me ha ayudado afrontar el deporte y situaciones de la vida. Sin embargo, hay varios deportistas que lo ven como un extra y no como algo fundamental en sus carreras”, subraya Morales.
La deportista explica por qué aún para muchos atletas puede ser difícil reconocer que necesitan ayuda o que están pasando por un mal momento. “En el deporte lo único que importa es rendir y ganar medallas. Si muestras ansiedad, te estigmatizan de inmediato como alguien que no puede darlo todo, y pasas a ser reemplazable por quien esté en mejor momento”, dice.
El problema no es menor. Estudios recientes señalan que las depresiones en deportistas tienden a pasar desapercibidas: a diferencia de la población general, no suelen expresarse en episodios de inactividad extrema, sino en baja en el rendimiento, irritabilidad y desconcentración, síntomas que se confunden fácilmente con un mal día de entrenamiento.
El estigma, además, se alimenta del temor a perder la titularidad o a ser descartados por los entrenadores. Como sintetiza el psicólogo Alexi Ponce: “Ignorar la salud mental ha llevado a muchas carreras a truncarse por ansiedad, depresión o falta de autocontrol. Sin salud mental no hay éxito deportivo real ni sostenido”.
Grandes desafíos: políticas, especialistas y visibilización
Pese a la creciente visibilización de la salud mental en el deporte, todavía existen importantes brechas estructurales. En Chile, según comenta la psiquiatra Vania Martínez, aún no existe una especialidad formal en psiquiatría deportiva, ni una sociedad científica que aborde la salud mental en atletas de élite.
“Muchas veces los deportistas reciben atención de psicólogos o médicos generales, que no siempre consideran lo que significa el deporte para su identidad. Incluso he sabido de casos en que se les recomendan abandonar su disciplina como única salida”, destaca Martínez. Asimismo, el psicólogo Pablo Correa agrega que: “En el alto rendimiento se requiere un conocimiento específico para entender cómo funciona el rigor y la autoexigencia”.
Si bien en América Latina los estudios sistemáticos son escasos, a nivel global la psiquiatría deportiva es un campo en consolidación. En 2024 se publicó el Primer consenso internacional sobre psiquiatría del deporte —del cual Martínez fue parte— donde se subrayó la necesidad de equipos interdisciplinarios que incluyan psiquiatras, psicólogos deportivos y entrenadores capacitados. La investigación enfatiza que la salud mental no debe confundirse con el “entrenamiento mental” orientado solo al rendimiento, sino que requiere diagnósticos, tratamientos y cuidados clínicos específicos.
Por otro lado, la deportista Judith Morales, va más allá y critica directamente la falta de apoyo estatal: “Con problemas de salud mental no hay respaldo. Muchos deportistas lo manifiestan con crisis de pánico, insomnio o desórdenes alimenticios, pero aun así deben seguir compitiendo, porque si no rinden pierden beneficios y cargan con más presión”.
Según explica la tenista de mesa, con lesiones graves la beca PRODDAR del Estado puede respaldarse, porque se justifica con exámenes y un análisis médico. Sin embargo, en salud mental no existe nada similar. “Solo con mayor protección y políticas claras se podrá avanzar en materia de salud mental en Chile. Antes de eso nadie va a querer exponerlo porque es señal de debilidad y que no estás apto para la presión del alto rendimiento”, comenta.
Otro desafío clave es la alfabetización en salud mental. La revisión bibliográfica de Sanum recomienda aumentar la educación en este ámbito no solo entre atletas, sino también en entrenadores, familias y dirigentes, para que sepan identificar señales de alerta e intervenir.
En paralelo, se necesita fortalecer las redes de apoyo. Vania Martínez plantea que los deportistas jóvenes, especialmente, enfrentan horarios, viajes y rutinas que dificultan mantener vínculos estables fuera del deporte: “Es fundamental que tengan espacios de relación con amistades y familia, porque si toda su identidad depende del deporte, cualquier crisis en ese ámbito puede transformarse en un colapso emocional”.
Por último, la visibilización pública juega un rol transformador. Los testimonios de figuras internacionales como Simone Biles o Naomi Osaka han abierto un espacio que antes no existía. Como menciona el psicólogo Alexis Ponce: “Entrenar la mente no es un lujo, sino una necesidad tan importante como entrenar el cuerpo. La salud mental no solo mejora el rendimiento, sino la vida entera del deportista”.
Fuente: Isidora Weibel Díaz y Óscar Durán
Doble Espacio, Revista de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
DIRECCIÓN
Profesor Alberto Zañartu n°1030
Independencia, Santiago de Chile
Núcleo para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes.
Imhay 2025
About the author