Un artículo publicado en Nature Mental Health, donde participa como coautora la investigadora de Imhay Belén Vargas, advierte que los programas escolares para la prevención del suicidio corren el riesgo de ser ineficaces si no se adaptan a la realidad educativa. El texto subraya la necesidad de fortalecer la implementación, promover la colaboración intersectorial y asegurar financiamiento sostenido para que estas iniciativas lleguen efectivamente a los jóvenes.
Jo Robinson, investigadora del Centro Orygen, donde dirige la unidad de investigación para la prevención del suicidio, reconocido como el principal centro mundial en investigación sobre suicidio juvenil.
Los programas de prevención del suicidio en las escuelas ofrecen una importante oportunidad para llegar a los jóvenes en riesgo de desarrollar pensamientos y comportamientos relacionados con el suicidio (SRTB), pero corren el riesgo de ser ineficaces si no se presta mayor atención a su implementación.
Esa es una de las principales conclusiones de un nuevo artículo, liderado por Jo Robinson, directora de la unidad de investigación para la prevención del suicidio del Centro de Excelencia en Salud Mental Juvenil – Orygen, de Australia, publicado en la revista Nature Mental Health y donde participan como coautores la psicóloga e investigadora de Imhay, Belén Vargas, y Samuel McKay, también de Orygen.
En el artículo, los autores respaldan el potencial de los programas escolares para la prevención del suicidio, pero hacen un llamado a que se replantee la forma de superar importantes desafíos tales como:
Belén Vargas, investigadora de Imhay, es una de las coautoras del artículo publicado en la revista Nature Mental Health y titulado «Rethinking suicide prevention in schools starts with implementation».
El artículo aboga por un enfoque más amplio e integrado de la prevención del suicidio en las escuelas, que tenga en cuenta los determinantes sociales que pueden conducir al SRTB (como el costo de la vida y la desigualdad en materia de salud), así como los factores de riesgo individuales, los problemas de salud mental, la asistencia a la escuela y el acoso escolar.
La profesora Robinson señaló que los programas de prevención del suicidio a menudo son desarrollados por investigadores con un enfoque acotado y con financiamiento a corto plazo, lo que puede dificultar que las escuelas prioricen la implementación de los programas.
“Las escuelas son entornos con múltiples tareas y complejos en los que los recursos son escasos, por lo que los programas de prevención del suicidio pueden parecer una carga más dentro de un plan de estudios ya de por sí sobrecargado”, afirmó la profesora Robinson.
De acuerdo a la investigadora australiana, es importante diseñar programas teniendo en cuenta su implementación, considerando la realidad del entorno escolar y explorando cómo se pueden aprovechar los programas existentes para integrar mejor la educación en la prevención del suicidio en todo el sistema.
El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes en el mundo, y el artículo reconoce la relevancia de los entornos escolares para llegar a esta población, aumentar la conciencia y visibilizar los apoyos disponibles.
“Las investigaciones han demostrado que, aunque muchos programas de prevención del suicidio en las escuelas parecen prometedores, sus efectos a largo plazo siguen sin estar claros, en parte debido a las dificultades de coordinación entre las diferentes áreas de investigación, el gobierno y las políticas», indicó la profesora Robinson.
“Uno de los problemas que observamos es que, mientras las actividades para prevenir el suicidio son responsabilidad de los ministerios de salud, las escuelas dependen de los ministerios de educación, y a menudo existe una desconexión entre lo que recomiendan los programas de prevención y lo que las escuelas pueden realmente implementar”. En este punto, el artículo destaca la experiencia de Chile como ejemplo de experiencia, donde el Ministerio de Salud ha logrado trabajar articuladamente con el Ministerio de Educación para incorporar la prevención del suicidio en las comunidades educativas.
“Necesitamos un enfoque intergubernamental y modelos de financiamiento a largo plazo que consideren la implementación y el co-diseño con las escuelas y los jóvenes, para que estos programas cruciales puedan llegar e involucrar a los jóvenes que más los necesitan”, concluyó la investigadora.
Enlace al artículo: https://www.nature.com/articles/s44220-025-00484-6
Fuente: Orygen
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