En términos médicos, la adicción al celular no es todavía una categoría diagnosticada. Sin embargo, los expertos advierten que la dependencia y falta de control que afectan a algunos usuarios de teléfonos móviles es similar a la que sufren los adictos a sustancias o al juego. ¿Cómo saber cuándo estamos sufriendo un uso problemático de esta herramienta? ¿Qué medidas debemos tomar y cuándo pedir ayuda? Son algunas de las dudas que responden los académicos de nuestro plantel Carlos Ibáñez y Nicolás Libuy.
El investigador de Imhay, Dr. Nicolás Libuy, advirtió que el uso problemático de estas tecnologías también puede aparecer como una comorbilidad asociada a otros problemas de salud mental y no solo como una adicción por sí misma.
Pasar más tiempo de lo habitual y planificado usando el teléfono celular, estar permanentemente preocupados y atentos a los aparatos, sentirse ansiosos o angustiados cuando no se tiene acceso a ellos y sentir alivio cuando se los vuelven a tener, son parte de las vivencias que caracterizan un uso problemático de este tipo de tecnologías.
«También es preocupante cuando se empieza a postergar otro tipo de actividades o el uso del celular empieza a interferir con la vida habitual, con las relaciones interpersonales. Hay personas que pueden afectar significativamente sus relaciones familiares, faltan a algunas responsabilidades o incluso pueden tener algunos problemas de salud física relacionados con molestias como dolor de cabeza, tendinitis o problemas de sueño», afirmó Nicolás Libuy, psiquiatra, académico de la Facultad de Medicina e investigador del Núcleo Milenio Imhay.
Al igual que las compras compulsivas, la adicción a Internet y a las tecnologías son conductas adictivas, pese a que todavía no logran generar un consenso suficiente que las convierta en una categoría diagnóstica independiente que las defina como adicciones en sí mismas. «Esto es más una cosa de tiempo que de confiabilidad del trastorno», afirmó Carlos Ibáñez, psiquiatra experto en adicciones del Hospital Clínico de la U. de Chile y académico de la Facultad de Medicina, quien advirtió que «en la adicción al celular, hay muchos criterios que son completamente equivalentes a los de una adicción a las sustancias».
A tanto llegan las similitudes, que hoy ya se acuña el concepto de «nomofobia», para describir el terror que viven algunos usuarios al estar sin su teléfono móvil. Este síntoma sería similar al síndrome de abstinencia o privación que se produce en los adictos a sustancias, que experimentan un malestar físico y psicológico cuando suspenden el consumo. «Hoy podemos ver que hay personas que llegan a sufrir un malestar bien intenso cuando de repente se le pierde el celular, se le echa a perder o se quedan sin acceso a éste», explicó el doctor Ibáñez.
Dicho lo anterior, los expertos advierten que el uso problemático de estas tecnologías también puede aparecer como una comorbilidad asociada a otros problemas de salud mental y no solo como una adicción por sí misma. «Si hay personas que están con problemas anímicos, ansiosos, trastornos de personalidad, trastornos psicóticos o incluso trastornos del desarrollo en jóvenes o en adolescentes, eso se puede expresar precisamente usando problemáticamente el teléfono celular, internet u otras tecnologías», explicó el Dr. Libuy.
Dado que el celular es una herramienta ampliamente utilizada, no es tan fácil identificar cuando una persona que ocupa el teléfono está con una pérdida de control. «Lo que nos permite diferenciar estas conductas son lo disfuncional que son para la persona y su contexto», detalló el Dr. Carlos Ibáñez. Por ejemplo, si a propósito de la cantidad de tiempo que la persona está en el celular tiene problemas para relacionarse con sus pares, funcionar en su estudio o trabajo, se aleja de su familia y su entorno, o tiene consecuencias físicas por el excesivo uso del celular, posiblemente estamos frente a un problema.
«Que un familiar o un cercano te advierta que estás usando mucho el celular, ya es suficiente como para alertarse, y decir ‘ok voy a hacer un cambio’. Si la persona es capaz de hacer un cambio por su cuenta, poniéndose límites respecto al uso del teléfono movil, la mayoría de las veces eso es suficiente», agregó el especialista de la Clínica Psiquiátrica del HCUCH.
En esta misma línea, el Dr. Libuy refirió junto con ponerse límites también es importante intentar reemplazar el tiempo que se deja de usar el celular por otras actividades que estén libres de esta tecnología. «Si no reemplazo estas conductas me va a ser más difícil poner límites. Si veo que no da resultado ahí es recomendable buscar ayuda con algún profesional de la salud mental para evaluarlo, y ver si hay otros trastornos que deben ser abordados o se está desarrollando una adicción que hay que manejar», advirtió el investigador del Núcleo Milenio Imhay.
Un punto que relevan los especialistas en adicciones es que no todas las conductas a través del teléfono o internet son potencialmente adictivas, y no todas las personas que se vinculan a estos aparatos son susceptibles de desarrollar una adicción. Sí está bastante claro, que efectivamente los videos juegos, los juegos por apuesta y algunas redes sociales, van generando sistemas de incentivo y recompensa que tienen mayor potencial adictivo en sus usuarios.
«Hay personas que pueden tener mayor susceptibilidad a desarrollar adicciones con estas tecnologías, entre ellos las personas que sufren adicciones a sustancias o de otro tipo y también quienes tienen otros trastornos mentales, ya sean del ánimo, de ansiedad, problemas de control de impulso, o trastornos de personalidad», apuntó el Dr. Libuy.
En términos etários, si bien una adicción a la tecnología puede desarrollarse en cualquier momento de la vida, existe una mayor preocupación con el grupo de adolescentes y niños, dado que su cerebro se está desarrollando y todavía no está madura la región prefrontal que tiene q ver con la inhibición de la conducta y con la toma de decisiones. «Eso hace que estos grupos de menor edad sean más susceptibles al desarrollo de adicciones, tanto cuando se inicia precozmente el consumo de sustancia pero también con el tema de las tecnología», concluyó el académico de nuestro plantel.
Fuente: Francisca Siebert, Prensa UChile.
En una nueva edición del programa «Con Ojo Clínico» de UChile TV, la investigador de Imhay y del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia del King’s College de Londres, Scarlett Mac-Ginty, conversó sobre los principales problemas de salud mental que presentan los/as jóvenes universitarios.
Revisa la entrevista a nuestra investigadora desde el min: 29:36.
«Algunos medios continúan utilizando un lenguaje sensacionalista para describir un supuesto “aumento del suicidio en Chile”, a pesar de que los datos oficiales indican que las tasas de suicidio se han estabilizado durante los últimos años. Esta forma de narración tiende a estructurar la información según un estilo de pensamiento dicotómico cargado de emotividad, reduciendo así la complejidad del problema». Escriben Álvaro Jiménez y Vania Martínez, investigadores del Núcleo Milenio Imhay.
Durante los últimos años hemos observado un creciente interés de los medios de comunicación por cubrir el impacto individual y social que representa el suicidio. Conversar sobre este tema en el espacio público es una tarea necesaria. Sin embargo, su cobertura mediática no siempre se realiza de manera adecuada.
A propósito de un reciente reportaje publicado por un medio de circulación nacional y que entrega testimonios de trabajadores que han presenciado suicidios el mall Costanera Center, es importante señalar que distintos estudios describen una asociación entre un estilo de cobertura sensacionalista y el riesgo de aumento del comportamiento suicida en la comunidad (fenómeno conocido como “efecto Werther”). Estas potenciales conductas imitativas afectan principalmente a personas vulnerables, como aquellas que sufren depresión o presentan conductas autolesivas. Sin embargo, el riesgo no depende sólo de estas características individuales, sino también del contenido y estructura de la información publicada por los medios.
Como parte del Plan Nacional de Prevención del Suicidio, el Minsal diseñó un programa de trabajo con los medios de comunicación. Éste incluye: capacitación a periodistas y editores, recomendaciones comunicacionales para difundir información sobre suicidio, minutas con información de utilidad para la prevención, y un sistema de monitoreo de los contenidos que se difunden en la prensa.
A pesar de estos esfuerzos, en la cobertura mediática del suicidio persisten elementos potencialmente nocivos: identificación de la persona suicida y descripción de su personalidad, detalles del método suicida utilizado, reporte del lugar del evento y establecimiento de causalidades únicas del suicidio. Algunos medios continúan utilizando un lenguaje sensacionalista para describir un supuesto “aumento del suicidio en Chile”, a pesar de que los datos oficiales indican que las tasas de suicidio se han estabilizado durante los últimos años. Esta forma de narración tiende a estructurar la información según un estilo de pensamiento dicotómico cargado de emotividad, reduciendo así la complejidad del problema.
Todo ello no significa que los medios de comunicación no puedan jugar un rol activo en los esfuerzos de prevención del suicidio. Al contrario, dado el alcance que logra la prensa a través de sus plataformas, una correcta cobertura del fenómeno, sin duda, puede contribuir a su prevención (fenómeno conocido como “efecto Papageno”). Por ejemplo, los medios pueden aportar en la alfabetización de la población en temas relacionados a la salud mental -desacreditando mitos- y reduciendo el estigma asociado a los trastornos mentales, considerado una de las principales barreras para la búsqueda de ayuda. Asimismo, los medios pueden reforzar el mensaje de que se trata de una causa de muerte prevenible, entregando información sobre los servicios de apoyo disponibles (Fono Salud Responde: 6003607777).
La prevención del suicidio es tarea de todos y esto incluye a los medios de comunicación.
Escriben:
– Álvaro Jiménez Molina, psicólogo, doctor en sociología, académico de la Facultad de Psicología de la U. Diego Portales e investigador del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay).
– Vania Martínez Nahuel, psiquiatra infantil y del adolescente, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay)
Columna publicada originalmente en The Clinic
En el marco del lanzamiento de la Red de Salud Digital de las Universidades Estatales, la investigadora de Imhay y estudiante de doctorado de King’s College of London, Scarlett Mac-Ginty. compartió algunas reflexiones y aprendizajes que han tenido en estudios y análisis en torno a la salud de los y las jóvenes.
“Sabemos que alrededor de un tercio de los jóvenes ya tienen un antecedente de salud mental al ingresar a la universidad, donde el inicio se da más o menos a los 16 años. También sabemos que esta población, los estudiantes universitarios, tienen una mayor prevalencia de presentar estos problemas que la población en general, incluso la población de su misma edad que no asiste a la universidad”, precisó durante su intervención.
Ve su presentación en el siguiente link:
Doce planteles de Arica a Magallanes son parte de la instancia liderada por la Universidad de Chile, un proyecto que busca contribuir a la transformación digital del sistema universitario y sanitario chileno. Impulsada con fondos del Ministerio de Educación, la iniciativa «es un hito no solo relevante para las universidades, sino que relevante para el país», enfatizó el Rector (s) de la Casa de Bello, Alejandro Jofré, quien en su calidad de Prorrector coordina esta red.
Dentro de la actividad la investigadora de Imhay, Scarlett Mac-Ginty, expuso sobre los desafíos de las intervenciones digitales para la salud mental estudiantil.
“El objetivo general que hemos formulado es desarrollar esta red con una gobernanza orientada a fortalecer e instalar competencias, capacidades y acciones para casos de usos en el abordaje de los desafíos en salud digital, vinculándonos con instituciones públicas y privadas”, señaló en el lanzamiento de la Red de Salud Digital de las Universidades Estatales (RSDUE), Steffen Härtel, director del Centro de Informática Medica y Telemedicina de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, presidente del Comité Académico CENS y coordinador alterno del proyecto.
La actividad, realizada de manera telemática, contó con la participación del Rector (s) Alejandro Jofré, que en su calidad de Prorrector coordina la RSDUE; de la investigadora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes, Imhay, y estudiante del Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencias del King’s College of London, Scarlett Mac-Ginty; además de diversas autoridades de los planteles estatales que son parte de la iniciativa.
En la Red de Salud Digital participan doce universidades estatales desde Arica a Magallanes, cuatro instituciones externas y será liderada por la Universidad de Chile. Dentro de sus principales ejes está la promoción de la salud mental en los y las estudiantes, la formación de capital humano avanzado y también lograr avances para la interoperabilidad de datos.
La instancia impulsará diversas acciones de carácter colaborativo por los próximos tres años y se enfocará en las carreras de salud e ingeniería. Alejandro Jofré, junto con agradecer la participación y el esfuerzo de cada una de las instituciones que son parte de esta red, señaló que “se han adherido a este desafío que consiste en formar una red de salud digital en condiciones bien especiales porque todavía seguimos en pandemia. Sin embargo, esta idea y esta necesidad de armar una red de salud digital va mucho más allá de este momento que estamos viviendo”.
Además, precisó que para él “la salud digital es el futuro de la salud, lo diré así porque hoy día nos pone a la frontera de la tecnología (…) Es un desafío con impacto social y el hecho de que estén involucradas la gran mayoría de las universidades estatales hace que el impacto regional esté de alguna forma garantizado”. Por lo mismo, sostuvo que la red “va a jugar un rol primordial en los próximos años”.
Por su parte, Steffen Härtel afirmó que “nos pusimos en nuestro norte la salud mental, específicamente la de nuestros estudiantes, que es algo que observamos en nuestra realidad cotidiana. Y sentimos que estamos en deuda de abordar estas necesidades, con más concentración, acción y cariño también”.
Además de agradecer la posibilidad de compartir este espacio, la estudiante de doctorado de King’s College of London e investigadora de Imhay, Scarlett Mac-Ginty, compartió algunas reflexiones y aprendizajes que han tenido en estudios y análisis en torno a la salud de los y las jóvenes. “Sabemos que alrededor de un tercio de los jóvenes ya tienen un antecedente de salud mental al ingresar a la universidad, donde el inicio se da más o menos a los 16 años. También sabemos que esta población, los estudiantes universitarios, tienen una mayor prevalencia de presentar estos problemas que la población en general, incluso la población de su misma edad que no asiste a la universidad”, precisó durante su intervención.
Asimismo, la también académica de la Facultad de Odontología de la U. de Chile, dijo que “si bien la educación es un factor protector de la salud mental en esta etapa, estos estudiantes están con un mayor riesgo de presentar estos problemas. Esto también nos preocupa porque ha existido un aumento sostenido de la matrícula y no solo un aumento de la matrícula de la educación superior, sino que también una diversificación, y acá nos referimos a que cada vez tenemos estudiantes de primera generación que sus familias no asistieron a la educación terciaria y están asistiendo a la universidad y esto representa en Chile más del 60 por ciento de todo el estudiando de la educación superior”.
En esta línea, abordó cuáles son los problemas más relevantes que aquejan a la población joven. “Es la depresión, la ansiedad, y el consumo problemático de alcohol y drogas, y estos problemas no están distribuidos de la misma manera en toda la población, sino que tenemos ciertos grupos de riesgo, por ejemplo las mujeres, los estudiantes de primera generación, los estudiantes que se identifican con la comunidad LGDTB. Todo esto está afectando el rendimiento académico y tendrán una mayor probabilidad de deserción”. Por esta razón, valoró la iniciativa asegurando que es necesario abordar de manera coordinada estos temas.
Al cierre del lanzamiento, se desarrolló un panel de Salud Digital moderado por la Dra. Viviana Guajardo, en representación de la U. de Chile, acompañada de Francisco Rauld (ITMS/ATRYS), Álvaro Riquelme (Allm Inc) y la Dra. Mónica Cardona académica de la U. del Biobío.
Fuente: Maritza Tapia, periodista Prensa U. de Chile.
El uso de tecnologías digitales no es algo nuevo en salud mental. Sin embargo, este tipo de intervenciones, comenzadas a principios de la década del 2000, nunca logró consolidar una transformación real en este campo. Eso hasta la llegada de la pandemia, hito que cambió a la fuerza la atención clínica, administrativa y asistencial del mundo de la salud mental. Aunque aún falta investigación sobre el impacto de este giro, especialistas y servicios en esta área ya acumulan experiencias que les permiten evaluar, replantear y trazar desafíos a futuro, en un mundo donde todo indica que lo digital no desaparecerá con el fin de la crisis sanitaria.
La psiquiatra, directora del Hospital Clínico de la U. de Chile e investigadora del Núcleo Milenio Imhay encabezó el II Encuentro de Salud Mental Digital ¿Qué aprendizajes nos deja la pandemia?, actividad que se realizó este lunes.
“La pandemia nos ha enseñado muchas cosas y también nos ha golpeado, y de eso queremos hablar hoy”, comenzó diciendo la psiquiatra y directora del Hospital Clínico de la U. de Chile (HCUCH), Graciela Rojas, quien dio inicio al II Encuentro de Salud Digital ¿Qué aprendizajes nos dejó la pandemia? La instancia, realizada gracias al Concurso U-REDES CONSOLIDACIÓN de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de nuestro plantel, convocó a diversos especialistas en salud mental para hablar de los programas, tecnologías y plataformas digitales utilizadas durante estos casi dos años de pandemia.
En su intervención, la Dra. Rojas expuso diversos programas implementados en Chile a partir de la década del 2000, a través de los cuales se monitoreó a pacientes por vía remota, se implementó el uso de plataformas y software para prevención en salud mental o se monitoreó el uso de drogas mediante redes sociales. “Hasta ahí, éramos unos locos geniales que se nos ocurrían hacer cosas raras. Recibíamos muchas felicitaciones, pero de ahí a que estas tecnologías fueran a ser usadas masivamente por los clínicos, había una distancia enorme”, comentó la directora del HCUCH, quien remarcó el drástico giro de esta situación debido la irrupción del COVID-19.
“La pandemia fue una oportunidad para la telemedicina en general, y para la salud mental, porque fuimos los más postergados. Entonces, se masificaron las atenciones remotas en salud mental y todos los psicólogos y psiquiatras empezaron tanto en el ámbito privado como público a brindar este tipo de atenciones. En un primer momento, a como diera lugar, usando cualquier tipo de plataforma o incluso el celular o el Whatsapp. Surgieron diversas modalidades de atención, algunas de las cuales no fueron muy regladas o que no tuvieron el suficiente soporte tecnológico, pero que cumplieron con el desafío de poder entregar una atención a los pacientes que así lo requerían”, expresó la Dra. Rojas, quien destacó otros importantes avances que se dieron en este período como la implementación de recetas digitales de psicotrópicos y los seguros de salud comenzaron a dar cobertura a estas atenciones.
Pese a estos avances, la especialista advirtió: “Yo creo que no está asegurado el curso de los acontecimientos para el futuro, todavía hay una incertidumbre sobre quiénes van a seguir solicitando atención remota o qué servicios van a poder seguir brindándose de manera remota. Lo que está sucediendo actualmente es que se está imponiendo un sistema híbrido de atención”. Junto a estas dudas, también comentó sobre los desafíos que plantea la salud mental digital, como la privacidad en la atención que no siempre tienen garantizada los pacientes en sus casas, la regulación a este tipo de servicios, y el desarrollo de investigación que entregue evidencia sobre estos casi dos años de transformaciones en salud mental durante la pandemia.
Desde Londres, el psiquiatra Ricardo Araya, académico del King´s College London y director del Centre for Global Mental Health, quien ha sido asesor en salud mental de diversos grupos profesionales y de investigadores en América Latina, África y Asia, relató diversas experiencias de intervenciones en salud mental digital realizadas recientemente en Latinoamérica, incluyendo el proyecto JAPI de intervención para preescolares, una iniciativa dirigida a fortalecer habilidades cognitivas y no cognitivas a través del juego, y un programa para el tratamiento de personas con depresión que sufrían de hipertensión y diabetes en Perú y Brasil.
Los resultados mostrados por el investigador respecto a estas intervenciones eran alentadores. No obstante, fue enfático en subrayar que queda mucho por avanzar en el tema. “Existen todavía muchos problemas para la ruta digital, aún hay muchas dificultades en la falta de infraestructura y alfabetización digital en muchas partes del mundo. No hay un financiamiento que permita a las personas acceder a estas intervenciones, hay marcadas desigualdades, ya sea por ingresos, edades y niveles de educación”, comentó el Dr. Araya, quien también se refirió a la privacidad de la información y las adaptaciones culturales de las plataformas -que muchas veces son importadas-, como temas que deben ser atendidos.
Considerando lo anterior, el académico de King´s College advirtió que si bien la pandemia ha ayudado a la aceleración de la salud mental digital, el progreso se enfoca especialmente para servicios que son más simples: teleconferencias, telefonía, sitios web, eventualmente aplicaciones. “Las cosas más sofisticadas siguen siendo reservadas para los países más ricos. ¿Qué es lo que va a pasar después de la pandemia? Está todo por verse, pero yo creo que el espacio que han ganado las intervenciones digitales es un espacio que va a permanecer”, concluyó.
El aislamiento y la incertidumbre provocados por el contexto de pandemia tuvieron fuertes consecuencias en la vida de las personas, y particularmente en la salud de estas. Frente a este escenario, el Hospital Digital de la Subsecretaria de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud debió trazar nuevas estrategias con el fin de contener a la población. El programa “Saludablemente”, lanzado en junio de 2020, cumplió con esa función, convirtiéndose en una plataforma de consulta sobre diversos temas de salud mental, proveyendo de material tanto para personal de salud como para la población, y dando ayuda psicológica por vía remota.
“La llegada del programa “Saludablemente” alteró y cambió absolutamente todo lo que nosotros teníamos”, relató el psicólogo Ricardo Pinto, encargado de Proyectos Unidad Hospital Digital, respecto experiencia vivida en pandemia. Así, pasaron de contar con un equipo de seis profesionales en salud mental a 120, y las llamadas telefónicas que antes alcanzaban las 2 mil mensuales ya van en 300 mil durante este período.
La atención a través de videollamadas, que comenzó en enero de este año, significó otro desafío para el Hospital Digital. “Tuvimos que realizar muchos cambios a lo que veníamos haciendo, hemos tenido que desarrollar protocolos no solo para poder responder a la población, sino también internamente. Desarrollamos un equipo interno que nos permite ir acompañando a nuestros profesionales, realizando reuniones clínicas, revisando casos, revisando turnos, respondiendo a la prevención de suicidio, que es uno de los pilares de nuestro trabajo. Creemos que es un programa que hoy funciona bien, y esta alta demanda nos lo demuestran”, afirmó Pinto.
Otro de los puntos destacados por el psicólogo fue que este programa ha ido de la mano de una fuerte difusión a través de las autoridades, redes sociales, televisión y diarios. “Como desafío queremos implementar nuevas plataformas, estamos buscando canales de atención a la población, queremos seguir desarrollando el tema de difusión de la estrategia, queremos que la red de salud conozca lo que estamos haciendo y poder a llegar a trabajar con ellos, y -en lo posible- ampliar la oferta de este programa a la población, porque tiene algunos requisitos para acceder a la atención”, concluyó el encargado de Proyectos Unidad Hospital Digital.
Desde los prestadores privados, compartió su experiencia el psiquiatra Dante Diez de Medina, subdirector médico del Grupo Clínico y de Investigación de Psicomédica, centro que realiza atención de salud ambulatoria y opera como prestador GES. “La pandemia alteró el funcionamiento habitual de nuestras atenciones presenciales y eso nos llevó a desarrollar estrategias para que los pacientes pudieran tener continuidad de sus tratamientos”, contó el Dr. Diez de Medina, quien detalló que con el inicio de la pandemia rápidamente el centro debió implementar un módulo de teleconsulta dentro de la ficha electrónica y estandarizar estas atenciones con el equipo médico.
“Las ventajas que muestra esta modalidad de atención nos hace pensar en que llegó para quedarse. En nuestro contexto de atenciones ambulatorias en salud mental sí es posible llevar a cabo un proceso completo de atención por medio telemático, y esto abre una nueva oportunidad para dar acceso y cobertura a pacientes en lugares geográficos a los que a veces no se podía llegar. Esto impone el desafío de adoptar una mirada telemática para todos los procesos de atención: asistenciales, clínicos y administrativos. Particularmente en nosotros y en nuestra modalidad vemos la necesidad de que esto se contemple dentro de las normativas que son un poco rígidas y que se cree un estándar para que las teleatenciones puedan cumplir este criterio para nosotros y a nivel país, y así poder seguir aprovechando las ventajas que la teleatención nos permite”, expresó el especialista.
Finalmente, se abrió la discusión y las preguntas a los asistentes, espacio moderado por el psicólogo Álvaro Jiménez, quien es académico de la Universidad Diego Portales e Investigador Núcleo Milenio Imhay para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes, y la Dra. Vania Martínez, académica de la Facultad de Medicina y directora de Imhay.
Fuente: Francisca Siebert, prensa UChile
Ve el video del seminario a continuación:
El suicidio es la primera causa de muerte en jóvenes de entre 15 y 19 años. Más de 700 000 personas en el mundo deciden quitarse la vida cada año, lo que supone una muerte cada 40 segundos. Sobre cómo identificar ideas y conductas suicidas, nuestra investigadora colaboradora, Elizabeth Suárez, escribió para el sitio theconversation.com
«La prevención del suicidio juvenil en la era covid-19 es un tema de gran relevancia social. La adolescencia y juventud son etapas del desarrollo con alta vulnerabilidad, debido a los desafíos que conlleva este período y a sus propias características y demandas, limitadas por las medidas tomadas para el control del virus», indica la investigadora colaboradora de Imhay, Dra. Elizabeth Suárez.
Este fenómeno no se reduce únicamente a la tasa de defunciones, a la muerte por suicidio, sino también a las ideas y conductas suicidas previas, lo que puede significar que desconozcamos la dimensión real del problema.
Así lo constató un estudio realizado en 11 países europeos. Sus resultados muestran una prevalencia de la ideación suicida en adolescentes del 32,3 %, siendo la de intentos de un 4,2 %.
La situación generada por la pandemia ha supuesto una amenaza para la salud mental de las personas. Especialmente para los más jóvenes.
La probabilidad de que una persona pueda presentar una conducta suicida durante su juventud no depende de un único factor que explique tal fenómeno. Depende de la interacción de muchos ellos, según el consenso de los investigadores.
Destacan la enfermedad mental, como la depresión, o ciertos factores psicológicos, como la angustia, la desesperanza o la impulsividad. La exposición a eventos adversos a lo largo de la vida también podría aumentar la posibilidad de conducta suicida.
Dada la situación de crisis generada por la pandemia por covid-19, todos estos factores son críticos. No solo por el estrés y las tensiones que pueden generar, también por la vulnerabilidad psicológica en la que nos encontramos actualmente.
Estudios recientes estiman que las tasas de suicidio pueden incrementarse debido a los factores de riesgo asociados a la crisis de la covid-19.
Entre ellos, motivos económicos, por el miedo e inestabilidad que generan; y de aislamiento social, relacionados con la ideación y conducta suicida y que dificultan el acceso a personas de apoyo.
También las dificultades para acceder a servicios de salud mental, que servirían de soporte a los jóvenes, las preocupaciones relativas a la evolución de enfermedades preexistentes o al desarrollo de nuevas patologías o el contexto ansiógeno promovido por las noticias y los cambios estacionales.
En abril de 2021 se publicó un estudio con 37 casos de suicidio ocurridos durante la pandemia. Más de la mitad de los fallecidos fueron adolescentes hombres de unos 16,6 años de media. Las motivaciones principales estuvieron vinculadas al malestar psicológico (depresión y sentimientos de soledad), la educación en línea y la angustia académica, además de la adicción a redes sociales como TikTok y el miedo al contagio.
También se ha detectado un aumento en las búsquedas realizadas en internet relacionadas con problemas de salud mental o referentes a líneas de ayuda vinculadas a los factores de riesgo de suicidio.
En contraste, otros autores han encontrado una disminución en la incidencia de la conducta suicida en jóvenes desde el inicio de la pandemia. Esto podría estar vinculado a factores protectores, como la resiliencia.
El porqué es que, en ocasiones altamente estresantes como la generada por el SARS-CoV-2, las personas acuden al apoyo mutuo para salir adelante. Este soporte podría ser considerado preventivo en relación a la intención de suicidio.
Las señales de alarma son acciones o comportamientos que nos alertan sobre la posibilidad de que una persona esté en riesgo de suicidio.
Entre los indicios más directos, que los jóvenes hablen o escriban sobre sus deseos de morir, se hieran de manera persistente o se sientan una carga para los demás. En su discurso, además, se atisba una pérdida de sentido de la vida, de desesperanza.
Otra señal de advertencia son los actos de despedida: que la persona envíe cartas o mensajes por redes sociales o se desprenda de objetos y pertenencias valiosas para él o ella. También los cambios de hábitos de vida personal o de la higiene, alejarse de amigos y familia o el consumo de alcohol o drogas.
La prevención del suicidio juvenil en la era covid-19 es un tema de gran relevancia social. La adolescencia y juventud son etapas del desarrollo con alta vulnerabilidad, debido a los desafíos que conlleva este período y a sus propias características y demandas, limitadas por las medidas tomadas para el control del virus.
Se necesitan estudios sobre cómo se pueden mitigar las consecuencias para la salud mental durante y después de la pandemia en los más jóvenes.
Para ayudar y mejorar la salud emocional de quienes atraviesan situaciones de este tipo existen servicios sanitarios, de urgencias y recursos comunitarios.
Si necesitas ayuda psicológica, puedes llamar al Fono Salud Responde: 600 360 7777
Las condiciones de pandemia por COVID-19 y las medidas de distanciamiento físico para reducir la circulación del virus obligó a muchos servicios y profesionales de la salud mental a implementar intervenciones remotas apoyadas en internet o contacto telefónico. En este contexto, el Hospital Clínico Universidad de Chile, la Facultad de Medicina y el Núcleo Milenio Imhay, entre otras instituciones organizan este evento con el fin de conocer cuáles son los desafíos y aprendizajes que nos ha dejado la pandemia en materia de atención en salud mental.
En el contexto pre-pandémico las tecnologías digitales habían demostrado ser herramientas eficaces para la implementación de intervenciones preventivas y de tratamiento en salud mental, contribuyendo a reducir las brechas de atención en zonas con acceso limitado a recursos sanitarios.
Hoy el uso de estas tecnologías se ha masificado y acelerado. De hecho, en junio de 2020, el Ministerio de Salud de Chile comenzó a implementar el programa “Saludable-mente”, una plataforma online destinada a entregar apoyo psicosocial a personas con problemas de salud mental.
A partir de la experiencia de trabajo de diversos actores en salud mental, el “II Encuentro de Salud Mental Digital” abordará los aprendizajes que nos deja la pandemia en esta área y abrirá una discusión sobre el presente y futuro de la salud mental digital.
DR. RICARDO ARAYA BALTRA
Académico del King´s College London
Director del Centre for Globlal Mental Health
Asesor científico de diversos grupos de investigación de salud mental en América Latina, África y Asia.
Investigador Senior de Imhay.
DRA. GRACIELA ROJAS
Directora General Hospital Clínico
Universidad de Chile
PS. RICARDO PINTO
Encargado de Proyectos Unidad Hospital Digital
Ministerio de Salud
PS. NATALIA ROMERO
Supervisora del programa SaludableMente
Ministerio de Salud
DR. DANTE DIEZ DE MEDINA
Subdirector médico del grupo clínico y de investigación
Psicomédica
DRA. VANIA MARTÍNEZ
Académica UChile
Directora Núcleo Milenio Imhay
DR. ÁLVARO JIMÉNEZ
Académico UDP
Investigador Núcleo Milenio Imhay
A pesar de la difícil prueba que ha significado para las familias el estrés provocado por la pandemia, esta situación nos hace preguntarnos si podemos readaptar nuestros roles de padres, madres y tutores para los próximos años.
Este 2021 Maite Mariqueo se prepara para ir al colegio. Primero toma desayuno, se baña, se viste y peina para entrar a clases, y una vez sentada, al otro lado de la pantalla, aparecen sus compañeras y compañeros para empezar la clase de modulación vocal. Cada niño respetará el turno del otro apagando el micrófono para empezar las clases virtuales.
Todo esto parece normal para un adulto, pero con Maite todo es diferente porque apenas tiene cuatro años y ya debe conectarse a Zoom para ir a clases.
Ya pasaron 18 meses desde los primeros casos confirmados de coronavirus en el país y poco a poco la normalidad vuelve a los hogares, después del cierre temporal de los colegios. Aunque esto en apariencia, pues un estudio encargado por el Ministerio de Educación y el Banco Mundial reveló que en el primer año de pandemia los alumnos de menores ingresos del quintil 1 podrían perder un 95 por ciento de sus aprendizajes, mientras que aquellos de mayores recursos (quintil 5) podrían perder un 64 por ciento.
Según Gabriel Vilche, psicólogo particular del equipo “Tú clínica”, en estos casi dos años de pandemia, ha atendido casos de mujeres que han manifestado un fuerte grado de estrés por estar ejerciendo un doble rol de profesora.
Por su lado explica que “nadie pensó que tenían que preocuparse de las tareas de los hijos. Preocuparse de las conexiones de Internet para que entren a clases fue otro factor de estrés. Muchas consultas me han llegado de madres que no pueden comprender cómo sus hijos no quieren conectarse a las clases. Uno no se pone en el lugar de los niños”.
Para la mamá de Maite, Daniela Ortega, la pandemia retrasó en parte la interacción de poder jugar, compartir y desarrollar la personalidad de su hija, pues nota que a Maite le cuesta relacionarse con otros niños. “Ella habla de adentro con miedo”, ya que apenas ha retomado sus clases presenciales hace dos meses.
“En 2020 entró a una escuela de lenguaje y alcanzó a ir un mes hasta que partió la pandemia. Era su primera vez interactuando con los niños. Era importante que ella empezará a desenvolverse porque es hija única. Yo tuve que ser su profesora por así decirlo y tenía sus clases online. El año pasado tuvo que hacer todos sus trabajos por WhatsApp”, agrega a través de una videollamada.
Sin embargo, señala que desde que empezó a ir de forma presencial, Maite anda más contenta dado que demuestra más ganas para aprender.
Con respecto a la población en general, la pandemia ha desnudado que los síntomas de depresión han aumentado a causa de la mayor precariedad económica.
Según el estudio Termómetro de la Salud hecho por la Universidad Católica y la Asociación Chilena de Seguridad arrojó que 28.7 por ciento de las personas ha tenido síntomas de depresión. Al mismo tiempo, en cada hogar, hay cuidadores o padres solteros que deben lidiar con problemas económicos. No obstante, medidas como el Ingreso Familiar de Emergencia han podido ayudar a la economía de las familias.
Según Vania Martínez, quien es médica y directora del Núcleo Milenio Imhay, el diagnóstico es bastante claro, “Es mucho mayor el impacto que tiene la pandemia en la población más vulnerable porque tienen menor acceso a recursos económicos”, puntualiza. “De todo el presupuesto que tiene el Ministerio de Salud es menos del 2,5 por ciento para la salud mental. Sin embargo, nosotros sabemos que gran parte de lo que la gente se enferma son problemas de salud mental. Entonces un 2,5 por ciento es muy bajo. La Organización Mundial de la Salud recomienda un 6 por ciento”, explica Martínez.
Es decir, si no se toman medidas a tiempo para disminuir los “estresores” que causa la incertidumbre económica —como la pérdida de empleo — podría subir drásticamente los casos de suicidios pese a que se han mantenido bajos en 2020, esto podría significar una escalada en medio de los hogares que perciben menos de $500 mil. Martínez expresa que las políticas públicas pueden jugar un rol importante, puesto que “una política de deporte también puede influir en una mejor salud mental, al igual que una política cultural, etc. No tiene que ver con poner más psicólogos ni psiquiatras, sino que debemos preguntarnos cómo hacer que nuestra vida diaria sea más saludable”.
A pesar de todo lo ocurrido en estos casi dos años de pandemia, Vilche reflexiona que en estos tiempos de covid, la adversidad ha sacado lo mejor del ser humano. “Tenemos mucha segregación en este país… pero pese a este panorama, a muchas parejas y familias la pandemia los fortaleció más, hubo más calidad de vida”, afirma con mucho optimismo.
Fuente: Francisco Zúñiga, duplos.cl
A continuación podrás ver la entrevista realizada a la directora de Imhay y académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Dra. Vania Martínez, quien conversó sobre distintos temas de salud mental y respondió a la pregunta central del programa «Miss Virus & Mister Covid»: ¿La crisis nos hizo crecer en pandemia?
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