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Columna de opinión: Vivir después del suicidio

Por: Álvaro Jiménez
Psicólogo, doctor en sociología, académico Facultad de Psicología UDP e investigador del Núcleo Milenio Imhay y el Instituto Milenio MIDAP.

A 10 años del inicio del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, es una buena ocasión para hacernos la pregunta respecto a las mejores maneras de cuidar y acompañar a aquellos que tras el vacío de la pérdida se ven enfrentados a un presente congelado, para que el tiempo pueda recuperar su fluir, para hacer frente al dolor de vivir después de un suicidio.

El suicidio es una forma radical de detener un sufrimiento insoportable. Pero allí donde acaba con el dolor de uno, produce dolor en otros.

Angélica tiene 29 años y a los 26 perdió a su hermana. Ella recuerda “un proceso de duelo increíblemente turbulento, con una necesidad de buscar los ‘por qué’, ‘qué no vimos’, ‘qué podríamos haber hecho’. La inversión de energía asociada a la respuesta al suicidio desgasta el triple en relación a otras muertes”. Como Angélica, una de cada cinco personas se verá expuesta al suicidio de un conocido o ser querido en algún momento de su vida. Además, por cada suicidio hay entre cinco a diez personas que sufren un impacto significativo y requieren algún tipo de apoyo.

La pérdida de un ser querido por suicidio puede tener graves consecuencias para la salud física y mental de las personas, así como para el bienestar de familias y comunidades. Se denomina “sobrevivientes” a aquellas personas vinculadas afectivamente a quienes han intentado suicidarse o han muerto por suicidio (familiares, amigos, compañeros) y se han visto afectadas en distintos grados por la pérdida. Al tratarse de una muerte repentina y estigmatizada, una interrupción violenta de la vida cotidiana que altera profundamente las dinámicas familiares, el duelo por suicidio presenta características que lo diferencian de otros tipos de duelo. Como lo describe Nicole (43 años), quien hace una década perdió a su padre, “la muerte por suicidio es más terrible porque socialmente es una cuestión tabú, traumática, de la que no se habla”.

En las fases iniciales del duelo, los sobrevivientes a menudo oscilan entre la negación de la pérdida y una experiencia de suspensión del tiempo que puede venir acompañada por sentimientos de rabia, abandono o vergüenza. El suicidio genera además cuestionamientos que interpelan a los sobrevivientes respecto a su papel (real o imaginario) en la muerte del otro. De ahí que en muchos casos las personas se vean inmersas en una vida parasitada por la culpa, esa forma dolorosa de sentir lo irreparable.

Esta manera de habitar el mundo, caracterizada por un movimiento pendular y acelerado entre distintos estados afectivos, queda reflejada en el testimonio de Claudia (25 años), quien hace cuatro años perdió a su hermana mayor: “era un círculo que me ponía muy irritable y después me sentía culpable. Y después me volvía a poner irritable. Como que no podía salir de ese bucle […] es como una montaña rusa constante. Uno siente que avanza y está muy bien. Y luego vuelves a retroceder: la misma pena, la misma rabia, como si hubiese pasado un mes”.

Durante el proceso de duelo, los sobrevivientes se ven en la necesidad de construir un marco de sentido para comprender las razones y secuelas de la pérdida, un trabajo de reconstrucción de significados que puede extenderse durante varios años. Y es que el suicidio es un acto que instala una incógnita en el corazón de la vida (¿por qué lo hizo?) y el sobreviviente deberá aprender a convivir con una falta de respuesta. Además, como señalaba Nicole, el proceso de duelo puede llegar a ser más difícil puesto que se trata de una pérdida de la que no se habla.

El estigma conduce muchas veces al aislamiento y a una experiencia de soledad redoblada por el silenciamiento, tal como lo describe Francisca (37 años): “lo particular de este duelo es que no tenía a nadie a quien contarle […] a ninguno de mis amigos le había pasado esto. Entonces yo era la única que andaba cargando un peso que nadie más conocía. Y no todo el mundo quiere escucharte. Nadie quiere escuchar eso, nadie está preparado para lidiar con eso. Entonces te lo vas guardando y sale en forma de crisis de pánico, de insomnio, de mil cosas”.

“Entonces te lo vas guardando”. Y como resultado de este vacío enmudecido, de esa falta de descanso llamada “duelo”, los sobrevivientes presentan un riesgo dos a tres veces mayor de sufrir problemas de salud mental en comparación con la población general. Por ello ha crecido la necesidad de desarrollar no sólo estrategias de “prevención” del suicidio, sino también de “postvención”. La postvención refiere a una serie de acciones de apoyo que se implementan luego de una muerte por suicidio, con el objeto de acompañar a los sobrevivientes, facilitar el proceso de duelo, la expresión del sufrimiento causado por la pérdida y la recuperación o estabilización después del suicidio. En tanto estrategia de apoyo y acompañamiento en el proceso de elaboración de la pérdida, la postvención es también una manera de prevenir el riesgo de nuevos comportamientos suicidas por parte de otros miembros de la familia o comunidad afectada.

En 2013, Chile comenzó a implementar el Programa Nacional de Prevención del Suicidio. Este programa considera algunos elementos de postvención como parte de las estrategias de respuesta; sin embargo, éstos sólo aparecen como lineamientos generales en contexto escolar o como directrices de manejo de la información para los medios de comunicación. Como una manera de complementar estas acciones, en 2021 el Ministerio de Salud publicó una guía con directrices generales de apoyo a sobrevivientes [descarga aquí].

A pesar de estas acciones, muchos sobrevivientes reconocen la existencia de barreras para acceder a apoyo especializado, ya sea por falta de servicios disponibles, incertidumbre sobre dónde buscar ayuda o estigmatización durante el proceso de búsqueda de apoyo. “Yo no busqué ayuda después del suicidio de mi papá –afirma Nicole– porque me daba entre vergüenza y miedo. Pronunciar la palabra sigue siendo fuerte, pero hubo momentos en que yo no lo podía pronunciar”.

¿Cómo buscar ayuda cuando las palabras chocan contra la vergüenza, el miedo o lo innombrable? Se estima que sólo una de cada cuatro personas en duelo por suicidio busca ayuda profesional durante el primer año después de la pérdida. Pero las alternativas existen. Una de ellas son los grupos de apoyo mutuo, espacios donde es posible compartir­ -en un entorno seguro y sin prejuicios­­- sentimientos y experiencias con personas que han vivido situaciones similares, y también existen alternativas individuales.

Lo importante es encontrar un lugar de palabra que facilite la elaboración del duelo y la comprensión de los diversos efectos de la pérdida, para que los sobrevivientes puedan construir nuevas narrativas en torno a sus vidas. Y continuar. Como menciona Carolina (36 años), quien perdió a uno de sus hermanos, “hoy puedo contarte esto sin taquicardia, sin desarmarme entera. Y quisiera poder hacer ese aporte para otros y decirles: ‘quizás un día tú también podrás hacerlo, porque el dolor va a estar ahí, pero podrás hacer una vida con ello’.”

A 10 años del inicio del Programa Nacional de Prevención del Suicidio, es una buena ocasión para hacernos la pregunta respecto a las mejores maneras de cuidar y acompañar a aquellos que tras el vacío de la pérdida se ven enfrentados a un presente congelado, para que el tiempo pueda recuperar su fluir, para hacer frente al dolor de vivir después de un suicidio.

*Nota: Los testimonios han sido recogidos en el marco del estudio “Duelo por suicidio y estrategias de postvención” del Instituto Milenio MIDAP. Los nombres de los participantes han sido modificados para resguardar anonimato. En Chile existen distintos espacios de ayuda gratuita (telefónica o en línea) para personas que presenten pensamientos suicidas.

Fuente: El Desconcierto

Líneas de ayuda

Línea de Prevención del Suicidio: *4141

Fono Salud Responde del Ministerio de Salud: 600 360 7777

Programa Quédate (Región Metropolitana): https://quedate.cl/

Plataforma Saludablemente: https://www.gob.cl/saludablemente/

Fundación José Ignacio cuenta con espacios de ayuda para sobrevivientes de muerte por suicidio: https://www.fundacionjoseignacio.org

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Una de cada cuatro personas se siente «muy» o «bastante» sola, y la cifra es mayor en jóvenes

El efecto de la pandemia sobre las habilidades sociales, la falta de contacto presencial y su etapa de desarrollo hace que quienes tienen entre 19 y 29 años declaren una mayor sensación de soledad. Expertos, entre ellos, la Dra. Vania Martínez, directora del Núcleo Milenio Imhay, señalan a El Mercurio que buscar grupos que tengan intereses en común es parte de las recomendaciones.

A pesar de vivir en la era de las redes sociales, una de cada cuatro personas (24%) se siente «muy» o «bastante» sola en el mundo. Y más de mil millones de personas ratifican esta afirmación.

Así lo revela una reciente encuesta de Meta (matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp) y Gallup (empresa estadounidense de análisis y asesoría) realizada en 142 países, incluyendo Chile. Para realizarla se encuestaron a alrededor de 1.000 personas mayores de 15 años por nación.

«Los resultados que arroja este estudio son preocupantes, porque confirman una tendencia que uno ha ido viendo en investigaciones, que es que las personas, no todas, pero un porcentaje importante, tienen esta sensación de soledad», dice Manuel Ortiz, psicólogo, vice-decano de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades, y director del Doctorado en Psicología, de la U. de La Frontera.

«Es un problema que estamos viendo. Es frecuente escucharlo, tanto en la clínica como cuando uno hace estas preguntas en investigaciones», coincide Vania Martínez, psiquiatra, académica de la U. de Chile y directora del Núcleo Milenio para mejorar la salud mental de adolescentes y jóvenes (Imhay).

«En general, el aislamiento social o la sensación de soledad es negativa para la salud de las personas. Cuando las personas reportan que tienen aislamiento social o este sentimiento de soledad, son más propensas a enfermarse y, cuando adquieren una enfermedad, demoran más tiempo en recuperarse», asegura Ortiz.

También tiene consecuencias a nivel de salud mental: puede generar depresión, por ejemplo, dice José Pinedo, psicólogo jefe del equipo de Psicología Hospitalaria de UC Christus. Incluso, añade Martínez, «cuando esto es en mayor grado y no se ve una salida, pasa a ser un factor de riesgo para el suicidio».

Autoevaluación

Según los resultados globales de la encuesta, los indices más altos de sensación de soledad se registran entre los adultos jóvenes (de 19 a 29 años), con un 27% que se siente «muy» o «bastante» solo.

«Una de las tareas del desarrollo es poder encontrar un lugar en el mundo cuando se está en la década que va entre los 20 y 30 años; en términos laborales, de pertenencia, de identidad. Eso hace que haya una constante evaluación y autoevaluación de qué tan deseable socialmente soy, lo que afecta mucho más en la sensación de soledad», considera Pinedo.

Además, «el grupo de pertenencia, que antes eran las plazas o el barrio, se ha ido perdiendo. En general, la nueva juventud está mucho más aislada en términos de contacto, se conectan más bien a través de redes sociales y no de forma presencial. Eso hace que sea mucho más difícil la tarea de desarrollo, de la inserción a un mundo compartido, y está pasando en Chile también», advierte.

Asimismo, Ortiz opina que otra causa detrás de estas cifras es que «las demandas actuales de trabajo consumen una gran cantidad de tiempo y han limitado la posibilidad de que las personas dediquen parte de su jornada a cultivar vínculos sociales»

A juicio de Martínez, la pandemia también incidió en estos resultados: «Hubo una dificultad para el desarrollo de las habilidades sociales. Este proceso fue interrumpido por el periodo de confinamiento en una etapa crucial en la vida, donde debería haber habido mayor socialización». Y considera que los contactos que los jóvenes están teniendo muchas veces son más superficiales y no tan profundos, lo que afecta en la sensación de soledad».

Al contrario de los adultos jóvenes, los índices más bajos de sensación de soledad se ven entre las personas mayores (de 65 años o más), con un 17% que se siente «muy» o «bastante» solo.

«Los adultos mayores que están suficientemente activos y que en su adolescencia y en su vida laboral lograron realizarse, han obtenido relaciones de intimidad, reciprocidad y apoyo mucho más sólidas. Es probable que por eso, en los resultados, aunque suene paradojal, aparezcan con una menor sensación de soledad», comenta Pinedo.

Eso sí, pese a los resultados del estudio, Martínez señala que en Chile «la población mayor es una que estaría en alto riesgo de soledad, por menor desarrollo de habilidades de conexión digital y porque empiezan a perder amistades debido a fallecimientos, entre otras razones».

Acciones

A pesar de que el 49% de las personas encuestadas afirmaron no sentirse solas en absoluto, más de la mitad dijo sentirse al menos un poco sola. Para contrarrestar la sensación de abandono, el llamado es a cultivar los vínculos sociales. «Las personas deben mantenerse en contacto con aquellos que son significativos para ellos, de preferencia de forma presencial, pero, si no, con videollamadas o por vía telefónica», indica Ortiz.

También, acota Martínez, «muchas de las personas se sienten solas porque se sienten diferentes al resto, por ejemplo, que no tienen los mismos intereses. Entonces, una de las estrategias es empezar a ver cuáles son mis intereses y qué otras personas podrían compartirlos. De esa forma, se puede buscar incorporarse a talleres, grupos, deportes, que serían un factor protector para minimizar esta situación».

Lee el artículo en El Mercurio

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Análisis a escuelas rurales revela que la mayoría de las alumnas no sabe usar el computador para estudiar

Ellas han tenido menos posibilidad de explorar esta tecnología que sus pares. «Las niñas no son las nativas digitales que la política pública cree», dice a El Mercurio la Dra. Isabel Pavez, académica UAndes, investigadora de Imhay y autora del estudio, que analizó tres colegios de la Región Metropolitana.

«Las niñas no son las nativas digitales que la política pública cree», dice a La Tercera la Dra. Isabel Pavez, académica UAndes, investigadora de Imhay y autora del estudio.

El Programa Becas TIC del Ministerio de Educación entrega un computador con acceso a internet a escolares de séptimo básico que lo necesiten, con la idea de acortar la brecha de acceso y uso de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC).

Y aunque es una iniciativa «muy buena y necesaria, hay poca evidencia sobre lo que sucede una vez que los estudiantes lo reciben», asegura Isabel Pavez, profesora asociada de la U. de los Andes e investigadora principal del Núcleo Milenio Imhay.

Por ello, la académica realizó un estudio de caso que buscó conocer «qué pasaba con este dispositivo una vez recibido y explorar si influye en los usos y habilidades digitales de los niños. Esta investigación fue hecha en población rural, que es más invisibilizada y vulnerable. De hecho, en dichos hogares, muchas veces este computador era el primero que llegaba a la casa», precisa.

El análisis, que consideró encuestas presenciales a 219 alumnos y alumnas de quinto a octavo básico de tres escuelas rurales del país (Puangue, San Pedro y Huelquén, todas en la Región Metropolitana), concluyó que si bien la mayoría de los encuestados admite saber más de tecnología que sus padres, los niños tienen más confianza en sus conocimientos digitales que sus compañeras.

Frente a las preguntas» ¿Te sientes seguro de usar internet para buscar infor-mación?» y «¿Te sientes seguro de que puedes aprender cosas nuevas en internet?», un 43% y 51% de los encuestados respondió que sí, frente a un 20% y 29% de las niñas.

Una de las hipótesis del trabajo es que, específicamente las participantes, pasan menos tiempo explorando la tecnología. En las zonas rurales estudiadas, durante la pandemia fueron ellas las que se transformaron en dueñas de casa: tuvieron que cuidar hermanos, hacer comida y aseo y hacerse cargo de las mascotas, mientras que los papás igual salían a trabajar. Así, estas estudiantes, que no iban a la escuela porque estaba cerrada, tenían una tremenda carga en sus hogares y menos tiempo para usar la tecnología», puntualiza la experta.

Otro resultado destacado es que la mayoría de las alumnas no sabe usar el notebook que obtuvieron gracias a la Beca TIC. Esto, ya que nadie les enseñó.

La especialista explica que «esto puede atribuirse también a que ellas consideran que el computador es lo mismo que un celular, pero más aparatoso: no es algo que puedan transportar fácilmente y la señal pocas veces funciona. Además, no tienen clases de computación con su laptop y, como este se queda en la casa, depende de que alguien de su entorno cercano las pueda ayudar y guiar en su utilización, que no es siempre el caso».

A juicio de Pavez, «muchas veces los estudiantes confunden que un computador es solo para el uso de la web, siendo que es mucho más. Excel, PowerPoint y Word son programas que no se pueden aprender por celular, o es más complejo, entonces es una oportunidad desperdiciada, pues más adelante les abre puertas educacionales y laborales. Las niñas no son las nativas digitales que la política pública cree».

En esta línea, Pavez advierte que es clave que los docentes incorporen en el currículum el uso del computador para tareas y actividades, además de incentivar su empleo con fines educacionales en los hogares. «Esto ayudaría mucho, los profesores son lo más importante”.

Lee el artículo en El Mercurio

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Psiquiatría deportiva: Especialistas explican la importancia de trabajar la salud mental de los deportistas

Vania Martínez, psiquiatra, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora de Imhay, afirma que la psiquiatría deportiva no ha tenido mayor desarrollo en Chile y que es fundamental su conocimiento, particularmente entre deportistas de alto rendimiento que también estudian. El trabajo de estos profesionales consiste en tratar los trastornos de salud mental de los deportistas de elite, así como promover el rol del deporte para prevenir trastornos y la salud mental de quienes practican deportes recreativos.

«El psiquiatra deportivo tiene un rol en el diagnóstico y un adecuado tratamiento, considerando todos los aspectos, como, por ejemplo, qué fármaco se pueden utilizar por los efectos secundarios o si van a hacer o no detectados en el dopping», explica la psiquiatra Vania Martínez

Chile hoy vive unos históricos Juegos Panamericanos Santiago, evento que ha centrado la atención del país y el continente en la práctica deportiva de alto rendimiento en múltiples disciplinas. Durante su desarrollo, hemos visto el entusiasmo de miles de chilenos por el deporte y, además, a miles de deportistas buscando sus mejores marcas. Su esfuerzo físico es enorme, pero también lo es el que hacen a nivel mental para sobrellevar la presión de conseguir alguna de las medallas en estas competencias.

Es por eso que, tanto como el trabajo físico, es importante el trabajo en salud mental de los deportistas. Sin embargo, la psiquiatría deportiva es un campo que no ha tenido mayor desarrollo en nuestro país, a diferencia de la psicología deportiva. Así lo plantea la académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), Vania Martínez, quien explica las diferencias entre estas dos disciplinas, una definición a la que se llegó en la International Society for Sports Psychiatry (Sociedad Internacional de Psiquiatría del Deporte), organización a la que fue invitada a participar.

“En este consenso, se determinó que el psiquiatra deportivo tiene tres áreas u objetivos en los cuales puede trabajar: uno es la salud mental y los trastornos de salud mental en personas que practican deportes de alta competición, deportes de élite, como son, por ejemplo, quienes están ahora participando en los Juegos Panamericanos. En segundo lugar, el deporte y el ejercicio en su rol para la prevención y el tratamiento de los trastornos mentales y, en tercer lugar, la salud mental y trastornos mentales que se ven en relación al deporte, pero en personas que practican deportes recreativos”, detalla la profesora Martínez.

En qué consiste el trabajo de los psiquiatras deportivos

En el caso de los deportes recreativos, Vania Martínez indica que «un psiquiatra deportivo podría tener un mayor énfasis, un mayor rol, indicando, por ejemplo, cómo hacer para que este deporte efectivamente tenga los efectos que esperamos”.

La psiquiatra relata que “en el mundo, desde finales de los 80, ha aparecido el término de psiquiatría deportiva. Sin embargo, no ha tenido igual desarrollo en los distintos países. Existe mayor desarrollo en países de Europa y en Norteamérica, y en Chile todavía no hay grupos de trabajo específicos en esta área de psiquiatría deportiva que, por ejemplo, pertenezcan a la sociedad científica más renombrada”. Enfatiza, de esta forma, que “el psiquiatra deportivo no existe en nuestro país como tal, existen psiquiatras generales que atiendan a deportistas de élite o que consideran elementos del deporte, la prevención y el tratamiento y también, específicamente, en trastornos de la conducta alimentaria o temas de adicciones que se relacionan con el deporte. Pero es muy necesario poder avanzar también a que haya un mayor conocimiento de esta disciplina”.

La profesional, que ha trabajado en esta materia junto al Comité Olímpico de Chile, aclara en estos términos cómo funciona un psiquiatra deportivo. Comenta el caso de la atleta Simone Biles, quien reconoció tener un problema de salud mental e interrumpió su participación en una competencia para priorizar su salud mental. En este sentido, Vania Martínez aclara que “es ahí donde el psiquiatra deportivo tiene un rol en el diagnóstico y un adecuado tratamiento, considerando todos los aspectos, como, por ejemplo, qué fármaco se pueden utilizar por los efectos secundarios o si van a hacer o no detectados en el dopping, también el coordinarse en tratamientos de terapia psicológica apoyando una recuperación de la salud mental”.

“Es importante considerar que las personas que participan de deportes de competición y de élite muchas veces parten muy precozmente con competencias, dejando de lado también etapas del desarrollo que son habituales, como -por ejemplo- ir a fiestas, perderse también ciertas actividades por tener que ir a competir fuera de Chile, empezar el desarrollo de una autonomía mucho más precozmente y, en ese sentido, también hay que considerar esto como un acompañamiento para las personas, niños, niñas y adolescentes, que participan en deportes de competición”, señala.

Un caso particular, además, son los deportistas de alto rendimiento que estudian. La Universidad de Chile cuenta con deportistas de elite que ingresan con cupos deportivos. En este ámbito, destaca la importancia de «desarrollar políticas y también crear un ambiente en el cual estas personas puedan conciliar adecuadamente los desafíos de ser un deportista, las competencias a las que tienen que asistir y también su desempeño académico. Deberíamos evitar, por ejemplo, que estas personas sean estigmatizadas y que sufran discriminación, al contrario, son personas que debieran merecer nuestro respeto y darles también un rol para promover el deporte en nuestro país”.

Cómo ayuda el deporte a la salud mental

La psiquiatría deportiva no solo es para tratar a quienes realizan deportes de alta competición, porque el deporte y el ejercicio ayudan a la prevención de trastornos mentales, pero “sin duda que un psiquiatra deportivo podría tener un mayor énfasis, un mayor rol, indicando, por ejemplo, cómo hacer para que este deporte efectivamente tenga los efectos que esperamos”. Añade, en esta línea, que “es bien conocido que el deporte, por ejemplo, aeróbico, con cierta frecuencia, cierta periodicidad, puede ayudar a disminuir síntomas de ansiedad y favorecer un estado de ánimo equilibrado”.

Por otra parte, la profesional plantea que “hay personas que practican deportes recreativos, pero que empiezan a desarrollar temáticas como adicción al deporte, al ejercicio o dismorfia muscular o dismorfia corporal. Las personas quieren verse excesivamente con mayor musculatura o trastornos de la conducta alimentaria, como anorexia, bulimia, etc., o consumos de drogas para mejorar imagen y el rendimiento como esteroides, etc. Esos casos pueden ser manejados por psiquiatras generales, pero se requiere un mejor desarrollo o estarse entrenando y capacitando y trabajar en equipos interdisciplinarios para su abordaje”.

Fuente: Francisca Palma y Ma. Fca. Maldonado W., prensa Uchile.

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La frustración de la Generación Like

En un mundo cada vez más conectado, los “me gusta” se transforman en la divisa de cambio y en un símbolo de validación. en su nuevo libro, “Perfect: Feeling Judged on Social Media”, la investigadora inglesa Rosalind Gill explora los altibajos emocionales que produce el navegar entre amistades virtuales y las presiones del mundo real.

Entrevistado por Revista Ya, el psiquiatra e investigador principal del Núcleo Milenio Imhay, Dr. Jorge Gaete, plantea que la tecnología que utilizan los jóvenes está diseñada para que uno esté pendiente de la respuesta a una publicación. Y es que cuando es positiva, nuestro sistema de recompensa se activa con un impulso de energía, que se busca volver a sentir con cada publicación que se realiza.

“Una tecnología que se pensaba que acercaría a las personas, en realidad ha tenido un efecto contrario”, comenta en la publicación el Dr. Jorge Gaete, psiquiatra, académico de la UAndes e investigador principal del Núcleo Milenio Imhay.

Cada vez que se publica una foto en redes sociales hay dudas, es lo que reafirma la socióloga y profesora de Análisis Social y Cultural de City University de Londres, Rosalind Gil, en “Perfect: Feeling Judged on Social Media”, una investigación sobre las experiencias de jóvenes en estas aplicaciones. “Hay una presión para mostrar una vida perfecta: ser positiva, feliz, popular, estar en lugares geniales, sin importar cómo te sientas”, dice la autora del texto que aborda la ambigüedad que supone una tecnología diseñada para acercar a las personas, pero que cada vez plantea más preguntas sobre el cómo ser en el mundo, cómo relacionarse con otros y presentarse a sí mismos.

“Si publicas cómo te sientes en realidad, te arriesgas a que te acusen de que buscas atención, y si crees que no puedes ser tú misma aumenta el sentido de aislamiento, soledad y fracaso”, responde Rosalind Gill desde Inglaterra y agrega que en los últimos años, una de las grandes diferencias que se han dado gracias a las redes sociales es que existen redes de amistades mucho más extensas que antes, propiciadas por estos espacios digitales, pues permiten mantenerse en contacto con las personas que conocen en distintas etapas de su vida por largos periodos.

Según Statista, una plataforma online alemana especializada en recopilación y visualización de datos, las mujeres son las principales usuarias y generadoras de contenidos en redes sociales. En Chile, la realidad no es distinta. Los datos de este portal dicen que cerca de un 84,4% de la población interactúa en redes sociales, transformándolo en el segundo de Latinoamérica con mayor penetración de redes sociales en el día a día. Un dato importante es que un 52% está conformado por mujeres que buscan a través de ellas mantenerse en contacto con amigos y familiares.

El psiquiatra, académico de la Universidad de los Andes e investigador del Núcleo Milenio Imhay, Jorge Gaete, comenta que investigaciones, tanto de internet como de redes sociales, muestran que las interacciones presenciales han disminuido. “Una tecnología que se pensaba que acercaría a las personas, en realidad ha tenido un efecto contrario” y asegura que esto tiene otro efecto: “Una de las principales dificultades que vemos hoy en la población, especialmente las poblaciones jóvenes, adolescentes y adultos jóvenes, es una sensación de aumento de soledad”.

Según los datos registrados por la agencia estadounidense We Are Social en el informe “Digital 2023: Chile”, las redes sociales más utilizadas en el país son WhatsApp, Instagram y Facebook. Y dentro de ellas, Instagram es la red social que cuenta con el mayor tiempo de uso de una persona con más de cuatro horas diarias, esto conforme a lo señalado por la agencia chilena Jelly en una radiografía realizada a Instagram y TikTok publicada enero de 2023, debido a la diversidad de contenido y sus formatos más breves.

Jorge Gaete aclara: “Pareciera ser que el efecto es como una especie de U, es decir, los que tienen mejor salud mental, son aquellos que de alguna forma pueden involucrarse con el uso de redes sociales, pero que no están permanentemente en eso. Pero, por otro lado, tampoco pareciera ser tan buena cuando no hay interacción a través de este tipo de tecnologías”.

La forma de interactuar en las principales redes sociales puede medirse con indicadores como visualizaciones, “me gusta”, comentarios, compartidos, seguidores, menciones.

Para Jorge Gaete son números con los que algunos están atentos. Es una forma de pensar que, según el investigador Jorge Gaete, se debe al diseño de las redes sociales y la preocupación inherente a la naturaleza humana sobre cómo el resto nos percibe. “El diseño está haciendo uso de un elemento natural que tenemos nosotros, un circuito neuronal, pero aquí se está reforzando dos, tres veces”, remarca el investigador del Imhay y plantea que la tecnología que utilizan los jóvenes está diseñada para que uno esté pendiente de la respuesta a una publicación. Y es que cuando es positiva, nuestro sistema de recompensa se activa con un impulso de energía, que se busca volver a sentir con cada publicación que se realiza.

Para entender lo que ocurre con las redes sociales, el investigador Gaete cree que es necesario volver a la adolescencia y a uno de sus hitos a nivel psicológico: la diversificación del yo. Gaete lo explica: “Yo no cambio de personalidad, no soy otro con otra persona, sino que se empieza a producir una integración [de las distintas características], yo diría que desde los 16 hasta los 23 años, inclusive un poco más”. Para el especialista este proceso permite relacionarse con otros de una forma sana y balanceada, “pues se han integrado las fortalezas y debilidades de uno”.

Lee el reportaje completo AQUÍ

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Columna de opinión: ¿Yo elijo mi PC?

En el diario El Mercurio de Antofagasta, la investigadora principal del Núcleo Milenio Imhay y académica de la Universidad de Los Andes, Dra. Isabel Pavez, comenta algunos de los resultados de su investigación que busca conocer cómo es la relación de estudiantes de zonas rurales con el mundo digital.

Dra. Isabel Pavez, académica del Centro de estudios de la Comunicación de la Universidad de los Andes e investigadora principal del Núcleo Milenio Imhay.

Los estudiantes rurales se encuentran invisibilizados en la discusión pública. Se habla de los escolares y los efectos de la pandemia o de los cierres de colegios y paros de profesores. Sin embargo, la discusión deja de lado matices relevantes más allá de lo socioeconómico. La ruralidad es uno de ellos.

Las diferencias no están solo dadas por las diversidades territoriales, sino también por las consecuencias sobre comunidades vulnerables que lidian con desafíos educacionales y emocionales desde 2020. Durante la pandemia, muchos docentes rurales fueron casa por casa, repartiendo cajas de alimentos y guías de trabajo, tratando de aclarar dudas y contener a sus alumnos.

Así cobró protagonismo una política pública de larga data: las Becas TIC, también llamadas Yo Elijo Mi PC. Se trata de computadores que incluyen 12 meses de internet gratuito que el Ministerio de Educación entrega a niños de séptimo básico de colegios públicos. En el papel, parece una política necesaria en un país en el que el acceso a dispositivos es prácticamente universal, pero donde una señal de internet estable no lo es, y las habilidades digitales escasean.

Una de las grandes interrogantes es qué ocurre una vez que los menores reciben el laptop, muchas veces el primero del hogar. Otra es cómo influye el contexto educacional y familiar en el uso del aparato, considerando que en promedio los niños en Chile obtienen su primer celular a los 12 años.

Los resultados de una reciente investigación con escolares rurales (Fondecyt N.11200039) muestran que el computador entregado tiene poco uso educacional y mucho uso recreacional. Los niños triplican a las niñas en acceso a videojuegos y redes sociales, tendencia que se invierte en la utilización para fines educacionales.

La mayoría de los participantes declaró que nadie les enseñó a usar el computador que recibieron o que el internet gratuito está licitado con compañías carentes de cobertura en sus comunidades. Tampoco los llevan al colegio: en algunos los prohíben y en otros corren el riesgo de ser robados. En algunos casos, los computadores son vendidos en ferias libres, para allegar un ingreso o porque no se les ve utilidad, ya que el celular cubre las que consideran sus necesidades comunicativas y recreativas. Las educacionales no son tema. Tampoco lo son para sus docentes, colegios y currículos.

¿Qué hacer? El desarrollo de contenidos educativos específicos es una opción para incentivar el uso de tecnologías entre los estudiantes. Pero lo más importante es no olvidar que ellos siguen siendo niños -no expertos digitales- que necesitan desarrollar habilidades y criterios para sacar mayor provecho a una herramienta que les permite ser parte de un mundo digitalizado. En otras palabras, elegir educar, elegir aprender y para eso, elegir su PC.

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3er. simposio anual de investigación del suicidio: Abierta la convocatoria para envío de propuestas

El evento se llevará a cabo del 17 al 19 de abril de 2024. Tal como en años anteriores, este simposio será gratuito y se llevará a cabo de forma virtual. 

La organización del simposio de investigación del suicidio en conjunto con la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio (AFSP, por sus siglas en inglés) invitan a presentar trabajos de investigación en el área.

El evento será un espacio para presentar los resultados de investigaciones recientes, obtener información sobre los avances en la investigación del suicidio, promover prácticas inclusivas y equitativas en la investigación y prevención del suicidio, y establecer contactos, conectarse y construir una comunidad diversa con otros investigadores del suicidio en todas las disciplinas.

Se aceptarán propuestas de ponencias individuales, presentaciones de pósters, simposios/talleres y presentaciones de datos. Se invita especialmente a los investigadores jóvenes (estudiantes, ayudantes de investigación, posdoctorantes) y a quienes históricamente han tenido un acceso limitado a la investigación, así como a aquellos grupos de población infrarrepresentados, a que presenten sus propuestas.

Las propuestas serán revisadas por expertos en el área y se basarán en los siguientes criterios:

  1. Presencia de un modelo conceptual y/o una sólida base teórica.
  2. Calidad y apertura/transparencia de los métodos, enfoques y análisis.
  3. Claridad y relevancia de interpretaciones y conclusiones.
  4. Avanza significativamente el conocimiento científico y/o la prevención del suicidio.

Además de los criterios antes mencionados, también habrá especial interés en resúmenes que se ajusten a una o más de las siguientes áreas prioritarias:

  • Colaboración con socios comunitarios y/o juntas asesoras
  • Diversidad y representación
  • Enfoques científicos interdisciplinarios

La fecha límite para enviar presentaciones es el 9 de noviembre de 2023 a las 11:59 p.m. PDT.

MÁS INFORMACIÓN SOBRE EL SIMPOSIO Y ENVÍO DE PROPUESTAS:

Descargar las instrucciones de envío de propuestas AQUÍ

Sitio web para envío de resúmenes: https://srs.societyconference.com/v2/

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El juego como herramienta para cuidar la salud mental de los niños

En blog del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Dr. Jorge Gaete, investigador principal del Núcleo Milenio Imhay, comparte información y experiencias internacionales relacionadas al desarrollo infantil. 

Los problemas de salud mental en niños y niñas menores de 5 años pueden tener un impacto significativo en su desarrollo a largo plazo. La buena noticia es que existen intervenciones que, a través del juego, podrían ayudar a prevenir estos problemas. 

Jugar es la forma en que los niños aprenden y dan sentido al mundo que los rodea. Mientras se divierten, están trabajando en aspectos críticos de su desarrollo, como la construcción de habilidades motoras, cognitivas, sociales y emocionales. Pero el poder del juego va más allá del aprendizaje temprano: también cumple un papel clave en el cuidado de la salud mental infantil.

La evidencia lo dice: ¡jugar hace bien!

Importantes estudios han relacionado el juego al manejo del estrés, la formación de vínculos emocionales seguros, la regulación de emociones, la capacidad de mostrar empatía, de formar relaciones emocionales y de construir resiliencia emocional. Sin embargo, la evidencia de la efectividad del juego es difícil de establecer, dados los muchos aspectos del desarrollo que pueden estar involucrados. Pero cuando se ha trabajado desde el juego como parte de los tratamientos de ciertas condiciones de salud mental, se han logrado buenos resultados.

Algunas intervenciones, que pueden implementarse tanto en ambientes escolares como en el hogar, han mostrado ser útiles en América Latina y son buenas alternativas para aplicar en contextos vulnerables. Una de estas es “I Can Problem Solve” (ICPS), un programa que se implementa en preescolares para enseñar habilidades de resolución de problemas y toma de decisiones desde una edad temprana a través de actividades lúdicas. Esta intervención se basa en la idea de que los niños pueden aprender a manejar conflictos y desafíos emocionales a través del juego.

Un estudio evaluó el impacto de la implementación de ICPS, en comparación con un grupo control que tuvo actividades educativas regulares, y se encontraron mejoras significativas en la reducción de conductas agresivas, así como mejores resultados a mayor tiempo de exposición al programa.

Para extender los beneficios de este programa se desarrolló la modalidad “Raising a Thinking Child” (RaTC), con el fin de apoyar estas actividades lúdicas en el hogar para fomentar el pensamiento crítico y la toma de decisiones en los niños pequeños. A través de actividades lúdicas, los padres pueden ayudar a sus hijos a entender cómo funciona el pensamiento y cómo pueden utilizarlo para enfrentar distintos desafíos.

Alianzas lúdicas para promover la salud mental infantil

Nuestro equipo del Centro ISME UAndes y la Fundación San Carlos de Maipo, en colaboración con el Center for Schools and Communities, han trabajado en la adaptación del programa. Las primeras evaluaciones, realizadas en niños de 4 años, mostraron mejorías significativas en medidas de autorregulación cuando el programa ICPS fue implementado por las educadoras de párvulo de los mismos colegios en comparación con el grupo control.

Estos estudios muestran que ICPS y RaTC podrían ser muy buenas alternativas para que colegios y padres trabajen juntos en la prevención de problemas de salud mental desde temprana edad.

Invertir en intervenciones basadas en el juego y centradas en el bienestar emocional de los niños ayuda a la construcción de una base sólida para su futuro. La promoción de la salud mental desde la infancia es esencial para asegurar un crecimiento y desarrollo saludables en todos los aspectos de la vida. Así que, ¡a jugar por la salud mental!

Fuente: Banco Interamericano de Desarrollo

Dr. Jorge Gaete

Jorge Gaete Olivares es Médico Cirujano de la Universidad Católica de Chile con un magíster en Psicología con mención en Psicología Clínica Infanto-Juvenil. Además, es Especialista en Psiquiatría de Adultos de la Universidad de Chile, posee un Doctorado en Epidemiología Psiquiátrica de la Universidad de Bristol, Inglaterra, un Post doctorado en el Centro de Salud Mental Global de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, y un Clinical Research Fellowship en Psiquiatría Infanto-Juvenil en King’s College London, también del Reino Unido.

Es investigador principal del Núcleo Milenio Imhay, académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes y director del Centro de Investigación en Salud Mental Estudiantil (ISME-UAndes).

PorImhay

Investigadora Imhay, Dra. Carolina Iturra, se convierte en la primera mujer decana de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca

La investigadora principal de Imhay, Dra. Carolina Iturra Herrera asumió como decana de la Facultad de Psicología, labor que desarrollará durante los próximos tres años.

La investigadora principal del Núcleo Milenio Imhay es la primera mujer en liderar la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca.

La nueva autoridad, quien además es la primera mujer en asumir esta función en la mencionada unidad académica, observó que la gestión que le corresponderá encabezar coincide con un periodo de cambios a nivel corporativo, vinculados a la adecuación estatutaria y, en especial, la implementación del renovado Modelo Educativo de la UTalca.

A continuación compartimos entrevista realizada a la Dra. Iturra, por el área de comunicaciones de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca:

Para comenzar, ¿qué la motivó a tomar la decisión de asumir este importante cargo de gestión universitaria?

Lo que me motivó principalmente fue la posibilidad de poder aportar en un periodo que considero clave de cambios y transición tanto para la facultad como para la propia universidad.

Estamos inmersos en cambios significativos en cuanto a los estatutos de la Universidad, lo que implicará una nueva perspectiva en la forma en que nos relacionamos y aplicamos ciertas lógicas. Asimismo, se está ampliando la noción de lo que implica ser profesor en la Universidad. Ya no nos referimos exclusivamente a los profesores de planta o a los conferenciantes regulares, sino que este concepto se expande y diversifica. Esta nueva perspectiva sobre el modelo educativo implica no solo una mayor cobertura en la educación de pregrado, sino también en el ámbito del postgrado. Nos enfrentamos a una serie de desafíos en esta etapa de transición. Personalmente, siento que puedo aportar una visión valiosa y liderar este proceso. Otro desafío importante es la integración cada vez más creciente de la carrera y escuela de Terapia Ocupacional en la Facultad. No obstante, es importante tener en cuenta que mi mandato abarca solamente tres años. Durante este tiempo, mi objetivo es establecer las bases en este proceso.

En ese contexto, sentí que podría contribuir de manera positiva asumiendo el liderazgo de la facultad en este periodo, apoyando los procesos de cambio. Siento que mi experiencia previa me permite navegar de buena manera la gestión universitaria y los desafíos que se presentan.

¿Cómo evalúa su trayectoria aquí en la Facultad y en la Universidad?

Ha sido una trayectoria llena de desafíos constantes. Al mudarme del norte al sur, tuve que adaptarme a un cambio drástico de paisaje, pasando de un entorno desértico a uno lluvioso y lleno de vegetación. También implicó un cambio en el enfoque de mi formación. Aunque la investigación no sufrió un cambio tan radical, ya que llegué con un Fondecyt de iniciación y algunos artículos publicados, aquí he emprendido una serie de acciones que me han permitido crecer y fortalecerme tanto profesional como académicamente.

Especialmente en el ámbito de la investigación, he logrado establecer colaboraciones fructíferas con otros profesionales. Actualmente, soy investigadora principal de un Núcleo Milenio del Imhay y cuento con un proyecto Fondecyt regular enfocado en contextos educativos, específicamente en la prevención de problemas de salud mental a través de estrategias como el mindfulness. Además, estamos postulando a otro Fondecyt regular centrado en la comunicación y la transformación digital, con énfasis en escuelas rurales.

Recientemente, hemos trabajado en la elaboración de un libro de texto, cuyo lanzamiento oficial está programado para las próximas semanas. Esta colaboración ha sido posible gracias a un concurso interno de otra casa de estudio universitaria, denominado Innova, en conjunto con una alianza estratégica con la Editorial SM. Me enorgullece especialmente este logro, ya que representa un valioso producto de transferencia de conocimiento destinado a educadoras y profesores del primer ciclo de educación básica, abordando el tema del vocabulario disciplinario.

En cuanto a la formación, he tenido la oportunidad de impartir cursos tanto a nivel de pregrado como de postgrado, incluyendo magísteres y doctorados. Además, he supervisado a estudiantes en la elaboración de sus tesis de grado. Paralelamente, estoy trabajando en la línea de investigación con mis doctorantes, lo que ha dado lugar a productos de alta calidad. También estoy enfocada en explorar perspectivas interdisciplinarias que puedan enriquecer sus futuros procesos académicos.

Su vasta experiencia, tanto en docencia e investigación como en otros cargos, debe ser un activo importante para asumir este nuevo rol de decana. ¿Cómo cree entonces que la ayudará su bagaje previo?

Así es, En 2015, asumí la dirección interina de nuestra Escuela de Psicología. Posteriormente, cerca de un año después, tomé el cargo de dirección del Doctorado en Ciencias Humanas, el cual desempeñé durante tres años. En el año 2022, se me solicitó colaboración para respaldar a la Facultad de Educación en un proceso de transformación. Como resultado, actué como Decana Subrogante. El aprendizaje que adquirí al comprender las dinámicas y lógicas internas de una facultad fue significativo. Representó un desafío adicional el asumir un rol de género diferente, en mi caso, el de ser mujer. Sin embargo, más allá de esto, siento un fuerte deseo de contribuir en un momento particularmente crucial para la Facultad y la Universidad, caracterizado por una etapa de transición. Entonces, considero que esta experiencia me abrió una nueva perspectiva sobre la posibilidad de llevar a cabo una gestión completa como decana aquí, en mi casa, la Facultad de Psicología.

En cuanto a los principales lineamientos y desafíos que se ha planteado para su gestión al frente de la facultad y como la primera decana mujer de la misma, ¿en qué áreas pondrá el foco?

Considero esencial abordar la gestión de la facultad desde una perspectiva integral y sinérgica, aprovechando las particularidades de cada área. En mi opinión, la formación es un pilar fundamental. Por ejemplo, la carrera de Psicología ha logrado una sólida consolidación en el pregrado, respaldada por una reciente certificación por 7 años. La carrera de Terapia Ocupacional está a punto de concluir su ciclo formativo, lo que requerirá una evaluación para ver cómo lo hemos hecho.

En el posgrado, enfrentamos desafíos cruciales. Necesitamos proyectar y expandir los programas, posiblemente hacia otras disciplinas o con enfoques más interdisciplinarios. También buscaremos crear sinergias entre los diferentes programas. En cuanto a la investigación, es evidente que algunos grupos están más consolidados que otros. Aquellos en etapas avanzadas deben reflexionar sobre cómo potenciar sus investigaciones, quizás mediante la expansión de sus enfoques. Sin embargo, aún contamos con académicos que están dando sus primeros pasos o están en una etapa intermedia. La consolidación es un objetivo pendiente y la diversidad de perfiles plantea un debate interesante sobre los caminos que deseamos emprender y el alcance de nuestras metas.

Un aspecto clave de nuestro trabajo es la vinculación con el entorno. El Centro de Psicología Aplicada (CEPA) ha demostrado ser un modelo eficaz en términos de trabajo y colaboración, especialmente con el Instituto de Seguridad Laboral (ISL). Aunque hemos avanzado, hay margen para crecer en este terreno. También debemos considerar las distintas formas de interacción que podemos establecer. A nivel institucional, se habla de la necesidad de bidireccionalidad, aunque no todas las instancias pueden adoptar este enfoque de manera uniforme.

A pesar de los mecanismos y normativas establecidas a nivel nacional y universitario, persiste una presión social sobre las mujeres en roles académicos. Es fundamental tender hacia una presencia equitativa de género en la academia. Esto implica no solo un mayor número de mujeres líderes, sino también un equilibrio en el ingreso de mujeres a la vida académica. Sin embargo, la realidad individual puede complejizar este proceso. Asumir responsabilidades adicionales, como integrar comisiones, puede recaer desproporcionadamente en las mujeres. Aunque se han logrado avances, es importante no perder de vista la necesidad de promover el desarrollo académico de las mujeres sin descuidar el equilibrio en el sistema en su conjunto.

La facultad se caracteriza por mantener un equilibrio en las relaciones interpersonales, pero es innegable que de los 16 profesores de planta regular, solo 5 somos mujeres en la actualidad. Por lo tanto, debemos reflexionar sobre cómo respaldar y potenciar las trayectorias académicas de las mujeres, así como crear un ambiente propicio para el crecimiento de nuevas generaciones de académicas.

Por otro lado, socialmente se espera que las mujeres asuman la mayor parte de las responsabilidades en la crianza de los hijos. Lograr un equilibrio entre la crianza y el desarrollo profesional puede ser especialmente desafiante. Personalmente, asumí este cargo después de alcanzar ciertos hitos en la crianza de mis hijas, lo que me permite concentrar más recursos y energía en mi gestión. Si mis hijos fueran más pequeños, la decisión sería diferente, ya que la crianza demanda un esfuerzo considerable desde esa perspectiva. Es esencial que hombres y mujeres compartan por igual estas responsabilidades y desafíos.

En última instancia, resulta alentador contar con un plan que guiará nuestras acciones hasta el 2030, fruto de un trabajo conjunto del año pasado. Este plan representa un hito importante y mi responsabilidad será garantizar su implementación gradual y coherente con los objetivos definidos por consenso y democracia dentro de nuestra facultad. Por supuesto, también deberé estar atenta a los desafíos y oportunidades que surjan a lo largo del camino.

En términos generales, la colaboración es una palabra que resuena con fuerza en mí.

¿Qué opinión tiene sobre el impacto de los avances tecnológicos, como la inteligencia artificial y las plataformas de educación en línea, en la oferta académica de las universidades?

Considero que este avance tecnológico es una realidad permanente en nuestra sociedad. Sería difícil oponerse a ello, sería como chocar continuamente contra una pared. No podemos ignorar su existencia. Si bien soy crítica con lo que sucedió durante la pandemia, ya que siento que transitamos hacia una pedagogía de emergencia, no sé si realmente fuimos capaces de llevar a cabo una educación en línea de manera efectiva. Aprendimos a utilizar las plataformas, pero no llegamos a diseñar programas de formación en línea o e-learning. Incluso para los estudiantes fue un desafío. No sé si poseen las competencias tecnológicas necesarias para trabajar y aprender en un entorno virtual. Sin embargo, considero que esta tecnología ha llegado para quedarse y debemos reflexionar sobre cómo promover su uso de manera consciente, regulada y responsable.

En cuanto a la formación profesional que ofrecemos en la Universidad, existen competencias que aún requieren ser modeladas en interacciones cara a cara y en el contexto presente. Por lo tanto, no veo viable una transición total hacia la virtualización en el corto o mediano plazo. Si bien competimos con muchas universidades y plataformas, considero que estas últimas son herramientas. El verdadero desafío radica en cómo las universidades y las instituciones de educación superior utilizan estas plataformas. Por ejemplo, el Tecnológico de Monterrey en México implementó la enseñanza virtual hace 30 años. Sus estudiantes asistían a clases presenciales por un tiempo y luego se conectaban a través de una computadora, hace tres décadas. Estas generaciones están familiarizadas con el trabajo en entornos virtuales, algo que puede diferir de lo que nosotros podamos lograr. En cuanto a la inteligencia artificial, puede ser una excelente herramienta y estrategia, pero es crucial complementarla con el desarrollo de competencias relacionadas con la toma de decisiones y la organización de la información. El riesgo no radica en la tecnología en sí, sino en cómo las instituciones de educación superior emplean estas plataformas y si están proporcionando una educación de calidad. Debemos reflexionar sobre las estrategias que nos permitan destacarnos en este contexto. Considero que en la educación de posgrado es más factible la virtualización, ya que se trata de adultos que en su mayoría están trabajando y han completado su formación de pregrado. En el caso de la formación de pregrado, los estudiantes a menudo no tienen claridad sobre el propósito de su formación hasta los últimos años. Debemos encontrar formas responsables de avanzar en esta dirección, sin obviar esta tendencia, ya que ignorarla no es una opción viable.

Por último, ¿qué podría decirles, en este en este concierto de lo que es la Facultad de Psicología, a los colaboradores, administrativos y personal en general?

La Facultad no se limita únicamente a profesores y estudiantes, sino que abarca a todos los miembros de esta comunidad, incluyendo funcionarios y profesionales que no están necesariamente involucrados en la enseñanza. Tanto a nivel de pregrado como de posgrado. Mi compromiso con la Facultad radica en mantener un ambiente de trabajo y educación equilibrado y armonioso. En este sentido, espero que podamos mantener esta dinámica. Después de la pandemia, hemos logrado crear un ambiente laboral tranquilo y armonioso. Mi objetivo es potenciar aún más esta armonía. A medida que la Facultad crece, es posible que necesitemos un mayor apoyo administrativo por parte de los colaboradores, así como más colaboradores para continuar avanzando en el desarrollo de la Facultad. Sin embargo, esto debe hacerse de manera equilibrada y sostenible.

PorImhay

Imhay patrocina seminario sobre salud mental digital

En la actividad participarán destacados invitados nacionales e internacionales, quienes darán a conocer diferentes experiencias de investigación e intervención en salud mental digital y se discutirá sobre sus eventuales proyecciones en Chile.

Hoy, los problemas de salud mental representan una importante preocupación en términos sociales y económicos y, además, constituyen una prioridad en salud pública dada la alta prevalencia de trastornos mentales en nuestro país.

El uso de internet y tecnologías digitales en salud mental  pueden contribuir a disminuir las brechas entre las necesidades de la población y acceso a servicios de salud mental.

En este marco es que se llevará adelante el seminario internacional «Salud Mental Digital: ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos?», donde participarán los investigadores de Imhay, Dra. Graciela Rojas, Dr. Álvaro Jiménez y Dr. Ricardo Araya, quien además es el primer psiquiatra en se condecorado con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas.

DATOS DE LA ACTIVIDAD:

FECHA: Jueves 19 de octubre de 2023.
HORA: De 10.00 a 13.00 hrs.
LUGAR: Auditorio Facultad de Educación (piso -1), Universidad Diego Portales. Vergara #249. Santiago.
INSCRIPCIONES: AQUÍ

 

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