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Investigadores Imhay participan en formulación de guía para la prevención del suicidio del MINSAL

La incorporación de una escala de medición del riesgo suicida para ser aplicada en el contexto escolar, fue uno de los aportes realizados por los expertos del Núcleo Milenio Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) a este documento que entrega recomendaciones para desplegar acciones que permitan el desarrollo de una estrategia integral de prevención del suicidio en establecimientos educacionales.

En un escenario donde el suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes, el Ministerio de Salud lanzó hace unos días la guía “Recomendaciones para la prevención de la conducta suicida en establecimientos educacionales”, desarrollada en el marco del Programa Nacional de Suicidio que lleva adelante esta cartera y que contó con la participación, en calidad de expertos, de los investigadores del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), Vania Martínez y Daniel Núñez.

De acuerdo a lo expuesto en el documento, las investigaciones dan cuenta que intervenciones de prevención de la conducta suicida en establecimientos educacionales han probado ser efectivas en el aumento de factores protectores -como el autocontrol, la resolución de problemas y la autoestima-, y en la disminución de factores de riesgo de suicidio. De allí la relevancia de esta publicación como una herramienta práctica para el trabajo en esta área, considerando además, que los colegios son el lugar donde niños y adolescentes pasan gran parte de la jornada y concretan la mayor parte de sus interacciones sociales.

A juicio de la directora de Imhay y académica del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral de la Adolescencia (Cemera) de la Facultad de Medicina, Dra. Vania Martínez, “los adolescentes pasan mucho tiempo en los establecimientos educacionales, entonces, es una oportunidad para desarrollar programas preventivos y detectar riesgo suicida. Esto, porque los colegios y su personal están en contacto directo con ellos, los conocen mejor y entonces, con ciertas herramientas, podrán fomentar factores protectores, distinguir qué se está escapando de la normalidad de este período e identificar a quienes requieran una ayuda profesional”.

Aportes desde la evidencia científica

En la actualidad, existen varias investigaciones en países desarrollados sobre intervenciones en prevención del suicidio en el contexto escolar, sin embargo, hay dudas de la factibilidad de su aplicabilidad en nuestro país. Ésa fue una de las conclusiones a la que llegó un grupo de profesionales, entre ellos, la Dra. Martínez, luego de realizar una exhaustiva revisión de la evidencia científica disponible. “Con este equipo de trabajo nos dimos cuenta que si bien hay programas exitosos en países desarrollados, en Chile no están dadas las condiciones para implementarlos, ya que están diseñados para una cultura particular y un sistema educativo y de salud diferente, por lo tanto, probablemente no funcionarían de la misma forma en nuestro país”, detalló.

De acuerdo a la psiquiatra, existe un desafío en diseñar o adaptar intervenciones preventivas que consideren la realidad local y evaluar su impacto. En esta tarea se encuentra el programa “Cuida tu Ánimo”, liderado por la directora de Imhay, el que fue destacado en la guía de recomendaciones del MINSAL como ejemplo de una buena iniciativa local en la prevención del suicidio. Este proyecto proporciona información, educación y apoyo para promover un adecuado bienestar emocional, y prevenir e intervenir tempranamente la depresión en adolescentes a través de Internet.

Por otra parte, diferentes instrumentos que permiten evaluar el riesgo suicida, sin embargo, no todos son lo suficientemente sensibles, específicos y predictivos para ser aplicados en el contexto escolar. Frente a la escasez de herramientas concretas para la detección del riesgo, la Dra. Martínez revisó y adaptó la Escala de Severidad Suicida de Columbia, creada por Kelly Posner, investigadora de dicha universidad. Este instrumento busca, a través de diferentes preguntas, evaluar el nivel de riesgo suicida e indicar las acciones a seguir. “Este cuestionario ha sido probado y evaluado científicamente en varios contextos y ha demostrado su utilidad. Es un instrumento cuyo principal valor es que no necesita ser aplicado por un especialista, por tanto, el personal de colegio puede hacer uso de ella”, señaló la académica.

Sobre su aporte en la elaboración de este documento del Ministerio de Salud, la especialista indicóque “es muy importante apoyar a quienes están a cargo de generar y desarrollar políticas públicas en el ámbito de la salud mental. Nosotros desde la Universidad de Chile y desde el Núcleo Milenio Imhay estamos disponibles para aportar con nuestras capacidades y conocimientos desde la evidencia científica. Es muy gratificante ver que finalmente todo el trabajo se plasmó en la creación de una herramienta que permitirá sensibilizar respecto al suicidio en adolescentes y que aportará en su prevención”.

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Opinión: Salud mental de estudiantes universitarios (II): ¿qué pueden hacer las universidades?

La etapa universitaria es un periodo crítico en los problemas de salud mental de los jóvenes. Considerando que las instituciones de educación superior no son comunidades terapéuticas, ¿qué pueden hacer ante este grave problema que nos interpela? Un paso central es acabar con el estigma asociado a la salud mental, el que provoca el silencio de los jóvenes afectados y les impide a muchos acceder a la ayuda que ya existe. Los autores destacan además, que buscar soluciones a este problema no disminuye el nivel de excelencia académica. “Todo lo contrario, una mejor salud mental tiene un impacto significativo en el rendimiento y productividad de los estudiantes”.

“En la semana nos revientan con controles. El fin de semana nos reventamos en los carretes”. Así caracteriza un estudiante los vaivenes de la salud mental universitaria.

Los datos muestran que esa etapa aparecen o se agudizan muchos problemas de salud mental (ver columna anterior). En consecuencia, algunas federaciones estudiantiles han reclamado un aumento de psicólogos y psiquiatras en las unidades de bienestar estudiantil.  Hay que tener en cuenta, sin embargo, que las universidades son comunidades académicas, no instituciones sanitarias. Aun cuando mejore sustancialmente la oferta asistencial, difícilmente las universidades podrán disminuir las tasas de prevalencia o sustituir la atención que ofrecen los servicios de salud especializados. Por lo tanto, en lugar de intentar remplazar los servicios existentes, resulta más eficaz mejorar los vínculos y la comunicación entre las universidades y los servicios locales, de manera de facilitar la derivación de los casos de mayor complejidad.

¿En qué ámbito pueden avanzar las instituciones de educación superior?

Muchos estudiantes que presentan problemas de salud mental son reacios a divulgarlos y a solicitar ayuda. Una de las razones de ese silencio es el temor a la posible discriminación que pueden sufrir en sus vidas universitarias. Pese a que amplios sectores de la población cargan con estos problemas, aún persiste la idea de que se trata de exageraciones que se podrían resolver con carácter y disciplina, como lo expresó recientemente el Presidente de la República: “Hoy a los niños los mandan al psicólogo, les dan todo tipo de medicamentos… sobre diagnosticados. En mis tiempos, oiga, una patada en el traste y era el mejor y santo remedio. Y, además, gratis”.

En un contexto cultural donde muchas personas piensan de este modo, es necesario comenzar por la puesta en marcha de campañas de sensibilización y actividades que reduzcan el estigma asociado a los problemas de salud mental. Y ello, porque estos prejuicios contribuyen a reforzar las barreras en la búsqueda de ayuda y en el uso de los servicios de salud estudiantiles [ver estudio].

Otro aspecto en el que pueden avanzar las instituciones de educación superior es en el desarrollo de sistemas de detección temprana de casos críticos. Se lleva a cabo mediante un monitoreo automatizado del rendimiento académico, así como fortaleciendo los programas de asesoramiento y apoyo para los estudiantes, como lo están haciendo algunas facultades en la Universidad de Chile [ver estudio].

Respecto a la detección temprana, es posible poner a disposición del personal universitario (académicos, tutores, personal de seguridad) información pertinente en materia de identificación de signos iniciales de problemas de salud mental y detección de conductas de riesgo.

Cuando los estudiantes se retiran o son suspendidos de los cursos, como resultado de dificultades de salud mental, se deben hacer todos los esfuerzos para ayudarlos tanto en su transición fuera de la institución como en la reanudación de sus estudios. Es posible desarrollar sistemas de apoyo adicionales para las personas con dificultades de salud mental mediante programas de mentores o apoyo de pares, lo cual ha demostrado ser efectivo en la reducción de síntomas ansiosos y depresivos [ver estudio].

La literatura científica internacional describe distintos programas que han demostrado ser efectivos para reducir el estrés, los síntomas ansioso-depresivos y las dificultades interpersonales [ver estudio]. Estos programas intervienen en distintos niveles: promoción de la salud y la prevención universal (programas que apuntan a crear entornos que propicien comportamientos y estilos de vida saludables, como hábitos de alimentación o higiene del sueño), detección temprana de síntomas, intervenciones para prevenir el uso problemático de alcohol y drogas, e intervenciones focalizadas en grupos de riesgo o en personas que presentan problemas subclínicos.

Entre los programas disponibles, además de las intervenciones presenciales o cara a cara (técnicas de relajación, manejo del estrés, entrenamiento de habilidades socio-emocionales, mejora de la autopercepción, psicoterapia, mindfulness), existen cada vez más intervenciones basadas en tecnología digital (plataformas web o apps que permiten realizar autoevaluaciones y apoyar el trabajo presencial con profesionales de la salud) [ver estudio], un lenguaje indispensable para relacionarse con los jóvenes de hoy.

Las actividades de promoción y prevención en salud mental deben ir más allá del diagnóstico, pero también más allá de la salud mental. Además de fomentar actividades deportivas y espacios de sociabilidad que acompañen las tareas habituales de los estudiantes, es importante implementar “currículos saludables”, logrando una coherencia entre los créditos de los cursos y la carga real que estos tienen.

La experiencia internacional muestra que para lograr efectos sistémicos y sustentables en el tiempo, las estrategias clásicas centradas en el desarrollo de habilidades personales deben combinarse con medidas que impacten sobre el entorno universitario en sus aspectos materiales (entorno construido), organizacionales y académicos. Esto incluye, por ejemplo, cambios en el diseño curricular en términos de carga de trabajo, organización de cursos, sistema de enseñanza y estrategias de evaluación [ver estudio].

De hecho, las intervenciones de promoción de la salud que muestran mayor impacto se relacionan con estrategias en el aula y plan de estudios. Esto incluye la integración de temas de salud y bienestar en los programas académicos con el objetivo de cambiar actitudes y comportamientos o la diversificación de técnicas pedagógicas (aprendizaje basado en problemas, estudio de casos, simulación de escenarios) [ver estudio]. Asimismo, los programas de nivelación académica que ya implementan algunas universidades con sus estudiantes que ingresan mediante cupos de equidad deben continuar y ser reforzados.

Por cierto, estos cambios no se asocian necesariamente a una disminución de los niveles de rendimiento y excelencia académica. Todo lo contrario, una mejor salud mental tiene un impacto significativo en el rendimiento y productividad de los estudiantes [ver estudio].

En Chile podemos aprender bastante de las buenas prácticas que se han desarrollado en el extranjero. Por ejemplo, en el Reino Unido las autoridades universitarias deben consultar y colaborar con los sindicatos de funcionarios y asociaciones de estudiantes al momento de identificar áreas de mejora o aplicar políticas de salud mental. Asimismo, algunas universidades ponen a disposición del personal un programa de formación en diferentes temáticas ligadas a la salud mental, protocolos de acción que definen vías claras de acceso a los servicios para aquellos estudiantes que decidan buscar ayuda, así como protocolos de respuesta frente a situaciones de crisis [ver guía de universidades británicas].

Nuestras universidades deben avanzar en el diseño de intervenciones adaptadas a la realidad local. En ello puede contribuir la evidencia ya generada por investigadores nacionales, pero también es crucial la colaboración de las federaciones de estudiantes. Estas intervenciones deben ser diseñadas según un modelo multinivel de promoción, prevención, detección e intervención. En los casos más severos la oferta de tratamiento debe ser escalonada (organizada por nivel de gravedad) y en coordinación con los equipo de salud general.

Las universidades tienen el desafío y la oportunidad de implementar programas que permitan compatibilizar la formación académica con el bienestar de sus estudiantes. En el actual periodo de inducción a los nuevos alumnos, es posible avanzar en la identificación de las personas en alto riesgo de presentar trastornos mentales para ofrecerles respuestas oportunas al comienzo de sus carreras, así como entregar información sobre los centros de apoyo y acompañamiento institucionales.

Los problemas de salud mental son complejos y multi-causales. Necesitamos la imaginación y compromiso de todas las comunidades universitarias para ofrecer soluciones sustentables.

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Investigadores Imhay capacitaron a cerca de 200 profesionales de servicios públicos del país

El abordaje del trauma y el riesgo suicida en adolescentes, fueron las principales temáticas abordadas en las jornadas de capacitación, realizadas por investigadores del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), en Santiago y Arica. “Es importante un abordaje integral y multidisciplinario del tema y es relevante capacitar a los profesionales que trabajan con estos jóvenes, porque ellos son las personas que podrían darse cuenta de si existe algún riesgo, intervenir a tiempo y comunicarlo al equipo de salud”, afirmó la psiquiatra Vania Martínez, académica de la Facultad de Medicina y directora de Imhay.

En Chile, el suicidio es la primera causa de muerte en personas de 15 a 24 años y si bien en nuestro país la tasa de suicidio infanto adolescente ha disminuido en los últimos años, ubicándonos por debajo del promedio de la OCDE, sigue siendo un tema de cuidado para la autoridades sanitarias, que desde el año 2013 llevan adelante el Programa Nacional de Prevención del Suicidio.

Algunas de las orientaciones de este plan indican la necesidad de actualizar los conocimientos sobre esta temática a los equipos de salud. En este contexto, la psiquiatra y académica de la Facultad de Medicina, Vania Martínez, que dirige el Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) lideró, junto a investigadores de este centro, una serie de capacitaciones realizadas en las ciudades de Santiago y Arica, y en la que participaron más de 200 profesionales de la salud mental ligados al Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), a la Seremi de Salud de la región de Arica y Parinacota, y a la Municipalidad de Huechuraba.

Salud mental en jóvenes infractores de ley

La primera capacitación dictada por los profesionales de Imhay se realizó a equipos de tratamiento por consumo problemático de drogas de Senda, quienes trabajan con adolescentes infractores de ley. En dicha oportunidad, más de 100 profesionales de todo el país recibieron herramientas para la pesquisa oportuna y la intervención desde el ámbito clínico sobre conducta suicida y trauma.

El investigador asociado de Imhay, Daniel Núñez, fue el encargado de abordar la asociación entre trauma y conducta suicida en jóvenes infractores de ley, instancia en la que señaló que las experiencias traumáticas vividas durante la infancia y sobre todo aquellas asociadas a maltrato y abusos ejercidos por personas que deberían ser protectoras, tienen la capacidad de alterar el normal desarrollo de competencias que, por ejemplo, permiten regular nuestras emociones y resolver distintas tareas ejerciendo roles de manera relativamente adaptativa y funcional.

En este sentido, el experto comentó que “alguien que no logra identificar y regular adecuadamente sus emociones es probable que tenga conductas impulsivas y agresivas, tanto hacia los demás como también hacia sí mismo, cuando enfrenta situaciones conflictivas que amenazan su seguridad física, emocional y psicológica. Es muy probable que este tipo de comportamientos favorezcan cierto rechazo que finalmente aumenta las posibilidades de aislamiento, pérdida de apoyo social e involucramiento en redes y conductas de riesgo, todos factores asociados con conducta suicida”.

Según cifras del Ministerio de Salud, el 97,44 por ciento de los adolescentes infractores de ley ha sufrido maltrato físico y/o psicológico, el 94,85 por ciento ha sido víctima de abandono o negligencia, el 76,9 por ciento ha sido víctima de violencia intrafamiliar y el 57,89 por ciento ha experimentado la indigencia urbana. De allí la relevancia de capacitar a profesionales que trabajan con esta población, dada la alta prevalencia de trastornos mentales existente en estos jóvenes, que es mayor que en la población general de la misma edad. Por ejemplo, este grupo tiene 10 veces mayor riesgo de psicosis, 2 a 4 veces mayor riesgo de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad y existe 4 a 5 veces mayor riesgo de depresión en las niñas.

Por su parte, la profesora Vania Martínez, quien enfocó su relatoría en las principales herramientas de evaluación e intervención, y en la generación de protocolos de acción para enfrentar el riesgo suicida, señaló que “este grupo de adolescentes tiene más trastornos del ánimo y estrés postraumático. Además, existe abuso de sustancias y alcohol, y también hay trastornos en la línea del descontrol de impulsos. Por ello es importante un abordaje integral y multidisciplinario del tema y es relevante capacitar a los profesionales que trabajan con estos jóvenes, porque ellos son las personas que podrían darse cuenta de si existe algún riesgo, intervenir a tiempo y comunicarlo al equipo de salud”.

Abordaje en el sistema público de salud

Considerando que el suicidio se trata de un fenómeno complejo y en el que influyen múltiples factores, es que es importante realizar acciones formativas de detección e intervención que permitan actuar de manera oportuna y efectiva. Para ello es de vital importancia que los profesionales de la salud de todos los niveles de atención cuenten con conocimientos actualizados sobre cómo actuar en casos de riesgo.

Considerando este objetivo, es que Vania Martínez y el investigador joven de Imhay, Álvaro Jiménez, llegaron hasta la ciudad de Arica donde, junto a la Seremi de Salud de la región, dictaron una capacitación sobre el tema a profesionales de la red de atención de salud mental de los niveles primario y de especialidad, con el fin de mejorar sus competencias en el abordaje de la conducta suicida en adolescentes.

Andrea Jara Rojas, encargada de salud mental y del programa de prevención del suicidio de la Seremi de Salud de la Región de Arica y Parinacota, valoró la realización de esta capacitación que se alinea con los objetivos del Programa Nacional de Prevención del Suicidio del Ministerio de Salud. “Desde el año 2014 estamos trabajando en la temática, sin embargo, la rotación de profesionales en el sector salud es alta, por tanto, siempre es importante ir capacitando y profundizando en esta importante área. En este sentido, estábamos esperando realizar esta jornada con los profesionales de Imhay dado el trabajo que están realizando en investigación e intervención”, señaló.

“Los participantes de Arica fueron muy activos, aportaron muchas ideas, comentaron las distintas experiencias que han tenido, lo que sin duda enriqueció mucho la jornada. Además, fue muy importante que vinieran desde distintos niveles de atención, porque cada nivel tiene sus particularidades y complejidades específicas que es importante conocer y abordar”, destacó la directora de Imhay.

El ciclo de capacitaciones 2018 sobre abordaje del riesgo y conducta suicida impartido por el Núcleo Milenio Imhay se cerró con una jornada realizada en conjunto con el Departamento de Salud de la Municipalidad de Huechuraba, ocasión en la que asistieron cerca de 50 profesionales médicos, psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales y técnicos/as sociales que se desempeñan en la Atención Primaria de Salud y COSAM de la comuna.

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Opinión: Problemas de salud mental en estudiantes universitarios (I): ¿consecuencias de la (sobre) carga académica?

Muchos sacrificios familiares se justifican cuando un hijo o una hija llega a la universidad. Pero ese sueño puede verse afectado por el alto riesgo que enfrentan los universitarios de desarrollar problemas de salud mental. En los últimos años, las unidades de bienestar de las universidades chilenas han detectado una demanda de atención creciente en esa área. ¿Qué dicen los datos disponibles?: un 27% de los estudiantes presenta sintomatología depresiva severa, 24% un consumo problemático de alcohol y 15% algún tipo de trastorno de la alimentación. En esta columna se examinan posibles causas de estos problemas. En una segunda entrega se abordarán propuestas de solución.

Un malestar recorre las universidades. La sobrecarga académica, el estrés y los problemas de salud mental se han transformado recientemente en objeto de nuevas demandas de las federaciones universitarias. ¿Cuáles son las raíces de este malestar? Y lo más importante: ¿cómo podemos enfrentarlo?

El ingreso a la educación superior abre grandes oportunidades, pero también supone sobrellevar los desafíos propios de la transición a la edad adulta. Este periodo de “adultez emergente” (18-28 años) viene acompañado muchas veces por un alejamiento de las familias, migración desde las localidades de origen, la necesidad de equilibrar estudios con empleo, dificultades económicas e incertidumbre respecto al futuro. Muchos jóvenes se deben adaptar además a cambios profundos en los roles sociales, como la transición desde un modelo escolar altamente estructurado y protegido a uno caracterizado por la flexibilidad, autonomía, nuevas exigencias y métodos de aprendizaje. Asimismo, el paso por la universidad se puede asociar a inconsistencias o desajustes entre las altas expectativas (mayores oportunidades laborales e ingresos, movilidad social ascendente) y las oportunidades reales que disponen los estudiantes una vez egresados (alta competencia en el mercado laboral, tensiones asociadas al endeudamiento).

Distintos estudios han demostrado que la obtención de títulos universitarios tiene un efecto protector contra los problemas de salud mental a lo largo de la vida. Sin embargo, el periodo universitario es un momento particular donde los jóvenes presentan una alta prevalencia de problemas de salud mental. Se trata, de hecho, de un periodo que coincide con el inicio de la mayor parte de los trastornos mentales.

Durante los últimos años, las unidades de bienestar de las universidades chilenas han detectado una demanda de atención creciente asociada a problemas de salud mental. En este contexto, ¿qué nos dicen los datos disponibles? Las cifras internacionales permiten estimar que alrededor del 20% de los estudiantes universitarios cumplen con los criterios de depresión mayor.

En Chile algunos estudios indican altas tasas de sintomatología ansiosa y depresiva en esta población, particularmente entre las estudiantes mujeres, siendo incluso superiores al promedio nacional en los grupos de edad correspondientes. Un estudio de prevalenciamuestra que un 27% de los estudiantes universitarios presenta sintomatología depresiva severa. El mismo estudio identifica que un 10% de los estudiantes cumple con los criterios de trastorno bipolar, mientras que el 24% presentaría un consumo problemático de alcohol y el 15% sufriría algún tipo de  trastorno de la alimentación. Asimismo, el 5% de los estudiantes presentaría un riesgo moderado a severo de intento de suicidio. A estas cifras se agrega un uso creciente y desregulado de medicamentos -como metilfenidato o modafinilo- para lograr mayores niveles de concentración y rendimiento en periodos de alta demanda académica.

¿Estamos frente a una de las consecuencias de la (sobre) carga académica? Diversos diagnósticos de la época nos recuerdan que actualmente vivimos en “sociedades del rendimiento”, caracterizadas por un compulsivo exceso de trabajo. En este tipo de sociedades los individuos están en permanente competencia con los demás, pero también consigo mismos. La contracara del rendimiento es la fatiga, el sentimiento de insuficiencia, el desasosiego y la depresión. De este modo, la experiencia de estrés agudo, crónico o burn-outno sería sino la consecuencia de una explotación voluntaria de sí mismo que se hace pasar por libertad, éxito y auto-realización. ¿Se trata también de un problema que afecta a nuestras universidades?

No son pocas las voces que han sostenido que la carga académica, largas horas de estudio y numerosas noches sin dormir serían el principal factor que afecta la salud mental de los estudiantes. Existe un consenso en las unidades de bienestar de las universidades respecto a que los principales motivos de consulta psicológica entre los estudiantes están relacionados con el área académica. Y es que la percepción de estar jugándose el futuro en los exámenes parece impactar significativamente sobre su bienestar emocional.

¿Es la sobrecarga académica la causa del problema? Sería reduccionista pensar que es el único factor. Por un lado, las causas subyacentes varían de persona a persona, no todos los estudiantes responden de igual modo frente a la misma carga y ciertamente no todos sus problemas están relacionados con sus experiencias universitarias. Por otro lado, los estudiantes tienden a buscar ayuda una vez que su rendimiento académico se ve afectado, pero a menudo sus dificultades comienzan mucho antes y se asocian a vulnerabilidades y factores de riesgo que se arrastran desde la adolescencia.

Por lo tanto, para comprender este (¿nuevo?) malestar universitario es necesario interpretarlo en el contexto de los cambios más amplios que se han producido en las dinámicas generacionales y en el sistema de educación superior chileno.

Por una parte, los problemas de salud mental parecen ser cada vez más frecuentes en niños y adolescentes, lo que podría explicar la agudización de estos cuando las nuevas generaciones ingresan al sistema de educación superior. Por otra parte, la profunda diversificación de la matrícula universitaria durante las últimas décadas y los valiosos esfuerzos por reducir las barreras socioeconómicas en el ingreso (por ejemplo, a través de la política de gratuidad y los cupos de equidad) han producido un cambio importante en el perfil sociodemográfico de los estudiantes, permitiendo la incorporación de grupos de personas que presentan un mayor riesgo a desarrollar problemas de salud mental (en particular, mujeres e individuos provenientes de grupos más vulnerables). Estos procesos pueden estar acompañados por la reproducción de experiencias de desigualdad al interior de las instituciones, produciendo dificultades de adaptación de las primeras generaciones de universitarios al nuevo contexto social que representa la vida universitaria.

¿Y si la alta prevalencia global de problemas de salud mental entre los estudiantes universitarios no es sino un síntoma de una crisis de la idea moderna de Universidad? La institución que conocemos como Universidad se ha desarrollado en base a la concepción moderno-industrial de la educación como una cadena de producción y distribución del conocimiento. Esta idea asume el supuesto de que mientras entreguemos a los estudiantes un conjunto de datos y habilidades éstos lograrán crear un relato suficientemente coherente de la realidad para poder transformarla. Sin embargo, la complejidad del mundo de hoy enfrenta a los jóvenes a enormes cantidades de información que resulta difícil asimilar, exigiendo mayor flexibilidad emocional, cognitiva y relacional para adaptarse a cambios acelerados.

Más allá de estas posibles causas, lo cierto es que los problemas de salud mental pueden afectar a los estudiantes en cualquier momento de su carrera. Sin embargo, las primeras etapas de la vida universitaria tienen el potencial de convertirse en un escenario clave para la prevención, detección y tratamiento temprano de problemas que no solo afectan la vida de hoy, sino que comprometen el bienestar de mañana. Los problemas de salud mental tienen un impacto sustancial en el rendimiento académico, aumentan el riesgo de abandono de las carreras y actúan insidiosamente en la percepción que las personas tienen de sí mismas y en sus relaciones sociales, además de ser fuertes predictores de un menor rendimiento ocupacional y nivel de empleabilidad en el futuro.

La esencia de la existencia de un problema es que tiene solución, pero a condición de responder las preguntas pertinentes. Si ya contamos con algunos diagnósticos generales, ¿qué acciones podemos ahora implementar? Es lo que abordaremos en la próxima columna.

Fuente: ciperchile.cl

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Proyecto Cuida Tu Ánimo: Uso de página web logra reducir sintomatología depresiva en escolares

Casi mil alumnos, entre primero y tercero medio de ocho colegios de la Región Metropolitana, participaron en una investigación realizada por académicos e investigadores de la Facultad de Medicina, quienes utilizaron un programa en línea para la promoción, prevención e intervención de los trastornos del ánimo. Los resultados de este estudio, presentados en Casa Central, fueron auspiciosos y revelaron que los estudiantes que hicieron uso de la plataforma web lograron reducir los síntomas depresivos en comparación al grupo que no tuvo acceso a esta tecnología.

La depresión en adolescentes es una enfermedad altamente prevalente, recurrente y asociada a importantes consecuencias negativas. En nuestro país, un estudio epidemiológico encontró que en Santiago, un 7,8 por ciento de los adolescentes entre 12 y 18 años sufriría de depresión. Además, estudios internacionales muestran que entre un 14 y 25 por ciento experimentan al menos un episodio depresivo antes de llegar a la edad adulta. Por estas razones es de relevancia generar evidencia de intervenciones no sólo para tratar la depresión, sino también para prevenirla e intervenirla precozmente.

Una de las iniciativas que está abordando este fenómeno en los colegios es el proyecto Fondecyt, llamado “Cuida tu ánimo”, liderado por la Dra. Vania Martínez, psiquiatra infantil y del adolescente, académica de CEMERA de la Facultad de Medicina, y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), quien fue la encargada de presentar los resultados de la investigación en un evento que convocó a más de 150 personas.

«Cuida tu ánimo» es un programa en línea que tiene como objetivos promover el bienestar emocional y prevenir e intervenir tempranamente los problemas del ánimo en adolescentes a través del uso de una página web y fue aplicado a alumnos de ocho colegios del área norte de la Región Metropolitana.

Los requisitos de ingreso al programa fueron que los participantes presentaran sintomatología depresiva leve y moderada de acuerdo al cuestionario de autoreporte Patient Health Questionnaire(PHQ-9), bajo riesgo suicida y que no estuvieran tratamiento psicológico o con fármacos antidepresivos. De acuerdo a estas características, finalmente 947 alumnos, entre primero y tercero medio, formaron parte del estudio: 475 estudiantes lo hicieron en el grupo activo (quienes usaron la página web) y 472 estudiantes en el grupo control (que no utilizó la plataforma).

Los del grupo activo usaron la plataforma durante cinco meses, donde tuvieron acceso a material audiovisual psicoeducativo, a una monitorización de sus síntomas anímicos cada dos semanas y a un chat en línea con psicólogos del equipo de investigación. Luego de finalizado el período de aplicación del estudio, los resultados son alentadores, ya que el programa fue eficaz en reducir la sintomatología depresiva de los participantes en forma estadísticamente significativa en comparación con el grupo control.

“Los beneficios de aplicar un programa basado en internet es que tiene mayor flexibilidad en términos de horario e intensidad que uno presencial, porque si hay un estudiante que requiere más seguimiento o apoyo, se lo podemos ofrecer con mayor facilidad. Además, podemos asegurar que la calidad y la fidelidad de lo que estamos ofreciendo es similar para todos. Y también está el tema de la confidencialidad, porque en las actividades grupales presenciales, a veces es difícil exponer situaciones que son más bien personales, pero con el uso de Internet está la posibilidad de plantear problemas más íntimos”, puntualizó la Dra. Martínez.

“La mayoría de los adolescentes asisten a establecimientos escolares y tienen acceso a Internet, es por eso que este programa puede favorecer el acceso a información y apoyo para estudiantes que lo requieran en la temática de depresión que está muy relacionada al riesgo suicida”, agregó la experta.

La necesidad de detectar tempranamente

La gravedad de los síntomas depresivos entre los adolescentes se asocia a una mayor presencia de ideación y comportamientos suicidas, por ello es importante comenzar a derribar los mitos que giran en torno a las enfermedades mentales. Sin ir más lejos, un 49 por ciento de los participantes de la investigación indicó que la depresión en un signo de debilidad personal.

En este contexto, María Paz Araya, encargada del Programa Nacional para la Prevención del Suicidio del Ministerio de Salud y quien fue invitada a presentar sobre esta temática, señaló la necesidad de comenzar a hablar abiertamente del suicidio y sobre todo, generar formas de ayuda oportunas. De acuerdo a la psicóloga, es fundamental que los equipos de los colegios sean capacitados para detectar a estudiantes en riesgo. «El suicidio se puede prevenir y los establecimientos educacionales juegan un importante rol en la prevención del suicidio, y en conjunto con su red de apoyo, pueden desarrollar acciones protectoras de la salud mental que han demostrado reducir el riesgo de conducta suicida en niños, niñas y adolescentes”, indicó.

Luego de la presentación de resultados del proyecto, un panel compuesto por representantes del Ministerio de Salud, de la Seremi de Salud, el Ministerio de Educación, jóvenes pertenecientes al consejo consultivo del Minsal y el Dr. Ricardo Araya, del King´s College London, comentaron los resultados de la intervención y coincidieron en la necesidad de seguir investigando en este tema, de la importancia que las escuelas tengan un rol activo en la prevención de problemas de salud mental de sus estudiantes y que se continúen explorando nuevas estrategias que incluyan la mirada de los jóvenes en el diseño de las intervenciones y en las mesas de trabajo intersectoriales.

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Dr. Ricardo Araya: «Lamentablemente los políticos no tienden a actuar muy basados en la evidencia científica»

De visita en nuestro país, el especialista, que participa como investigador senior del nuevo Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), conversó respecto a la importancia de visibilizar las enfermedades mentales para disminuir el estigma, y para detectar y tratar los trastornos tempranamente.

Durante este año, la Organización Mundial de la Salud ha centrado sus mensajes y esfuerzos en la salud mental de los adolescentes con el objetivo de prevenir la aparición de trastornos y evitar que estos se extiendan a la edad adulta y así mermen la capacidad de desarrollarse en forma satisfactoria en diversos aspectos de la vida.

Quien conoce de cerca el impacto que las enfermedades mentales provocan en la vida de quien la padece, es el psiquiatra y académico del King´s College London, Doctor Ricardo Araya Baltra, quien ha desarrollado su larga y exitosa carrera profesional tanto en Chile como en Inglaterra, donde actualmente dirige el Centre for Globlal Mental Health. Esta iniciativa busca disminuir las brechas de atención en salud mental particularmente de aquellos que viven en contextos de mayor vulnerabilidad. Además, es asesor científico de diversos grupos de investigación en América Latina, África y Asia, en el ámbito de prevención y tratamiento de enfermedades del ánimo particularmente.

De visita en nuestro país, el Dr. Araya participó en la reunión de planificación mensual del nuevo Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), donde es investigador senior, y se reunió con el grupo de investigación dirigido por la Dra. Graciela Rojas, académica del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, quien se encuentra liderando un proyecto Fondecyt sobre depresión y enfermedades crónicas en la Atención Primaria de Salud.

En este contexto, el especialista aprovechó de conversar respecto a la importancia de visibilizar las enfermedades mentales para disminuir el estigma, y para detectar y tratar los trastornos tempranamente.

Chile tiene una alta prevalencia de enfermedades de origen mental y si a eso le sumamos que gran parte de los trastornos comienzan alrededor de los 14 años, ¿cuáles son los factores que están influyendo en que esto ocurra?

Todos los estudios que se han hecho indican que hay volúmenes grandes de trastornos mentales en la población, la gran mayoría de los cuales no son reconocidos, por tanto, no son atendidos.

En muchos casos, las personas no saben realmente qué es lo que les está pasando y no acuden en busca de ayuda o a clarificar qué es lo que le está ocurriendo. En general, las personas califican su malestar como algo normal o como simple flojera. Esto no es como la hipertensión en que se mide con un instrumento que indica si está alta o baja. En las enfermedades del ánimo es bastante más complicado hacer el diagnóstico, identificarlo, pero se ha avanzado. Lo importante es darse cuenta que efectivamente existen, que el volumen de estos problemas es mucho más grande de lo que nunca se pensó y la pregunta es qué hacemos con ello, puesto que tienen repercusiones no sólo en quien lo padece y su entorno, sino que también tiene otras implicancias para las sociedades. Una persona con un trastorno mental tiende a no producir lo mismo que una persona sana.

¿Qué sucede en el caso de los adolescentes y jóvenes?

Ocurre lo mismo. Si ya es difícil diagnosticar esto en los adultos, más lo es en los jóvenes, sobre todo en aquellos que entran en la adolescencia, que es donde estas enfermedades generalmente debutan, porque es un período de muchos cambios turbulentos y ocurre que ciertos cambios la gente se los atribuye a cosas de la edad. Algunos lo son, pero otros son trastornos que están empezando y es muy importante detectarlos de manera temprana. Primero, porque si se detecta y trata precozmente, las consecuencias no van a ser tan severas, ya que éstas son enfermedades que muchas de ellas duran la mayor parte de la vida.

¿Qué está sucediendo en el grupo de 15 a 29 años donde el suicidio se ha convertido en la segunda causa de muerte a nivel mundial?

Una de las razones por la que el suicidio es tan importante como causa de muerte dentro de ese grupo etario es porque la mortalidad a los 15 años es muy baja. No es que muera mucha gente, sino que mueren pocos y los pocos que mueren no tienen razones físicas, porque a esa edad no te da un derrame cerebral ni te afecta un cáncer. Esto es lo primero que hay que dejar claro.

Respecto a los factores que influyen en el suicidio de adolescentes es la pregunta del millón de dólares. No lo sabemos. O sea, en el enfoque de los trastornos mentales siempre hay un balance entre cosas que uno podría heredar y cosas que son del ambiente. Hoy día se sabe que puedes tener ciertos genes que los compartes con tus familiares, pero que no vas a presentar la enfermedad, ya que hay cosas que tienen que suceder para que el trastorno se active. Se sabe también que la adversidad o eventos vitales que son traumáticos van de a poco mermando tu capacidad de defenderte y eventualmente también podría llevar a que te enfermes.

Una de las barreras de acceso a atención en salud mental en los adolescentes es el estigma que pesa sobre estas enfermedades, ¿cómo podemos contribuir a derribar estos prejuicios?

Este es un problema en todas partes del mundo, en países desarrollados y subdesarrollados, y hay diferentes factores sociales y culturales. Pero pienso que estas cosas poco a poco van cambiando en la medida en que la gente está más abierta a enfrentar las cosas. Un ejemplo de ello es lo que sucedió recientemente con un diputado chileno, quien estuvo dispuesto a asumir su trastorno y a decirlo de manera pública y sin problemas. Eso ayuda mucho para hablar del tema, para destaparlo, porque son cosas que nos pasan a todos. Definitivamente hay que hablar de las enfermedades mentales, porque lo que no se habla no se conoce y, por tanto, no se hace nada al respecto.

Considerando el tiempo que los adolescentes pasan en el colegio, los profesores tendrían un rol importante en materia de educación en salud emocional de sus alumnos. Sin embargo, al parecer, los docentes tienen un alto grado de enfermedades mentales, ¿qué opina de esto?

Efectivamente hay mucha patología mental entre los profesores. Como ellos siempre están trabajando bajo presión, es más fácil que se enfermen.

Nosotros tenemos un proyecto en Inglaterra con el cual le prestamos apoyo a los profesores. Entrenamos a docentes que tienen ciertas habilidades para que ellos actúen como consejeros de sus propios pares, entonces, es un abordaje de primera ayuda para poder conversar con el colega que siente mal. Ha funcionado bien, pero también hemos descubierto que hay mucha enfermedad dentro de los profesores.

Uno de los objetivos de Imhay es contribuir en el desarrollo de políticas públicas en materia de salud mental. En este aspecto, ¿cómo se favorece el diálogo entre la investigación y las instituciones públicas que muchas veces parecen no conversar?

Si me lo hubieses preguntado hace veinte años atrás, yo habría dicho ‘tenemos que identificar las necesidades de la población, formas de abordaje que puedan ser efectivas, llevar esa información y presentársela a los políticos’. Hoy día pienso que un escándalo, un pariente de un político con una enfermedad o lo que sucedió con un diputado recientemente resulta más efectivo para visibilizar el tema.

En Estados Unidos, cuando el expresidente Obama descubrió que tenía una sobrina con autismo, decidió que iba financiar iniciativas que abordaran este trastorno. Y así se van repitiendo estas historias. Lamentablemente los políticos no tienden a actuar muy basados en la evidencia científica, y eso es culpa de ellos y de todos los demás, incluidos los investigadores, porque nosotros fallamos en conversar con ellos, en presentarles nuestro trabajo de tal forma que tenga un impacto en ellos y que les ayude a tomar decisiones y a defenderla frente a otras prioridades.

¿A dónde deberían dirigirse los esfuerzos en salud mental en adolescentes y jóvenes?

Definitivamente en la prevención, pero tenemos mucho trabajo que hacer aún. Necesitamos saber por qué suceden las cosas, y todavía no hemos llegado ahí. Todos tenemos que hacer un esfuerzo y ésta es la principal tarea de los núcleos de investigadores que son los que tienen que aportar con evidencia.

Texto: Elisa Barrientos, Imhay

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Salud mental estudiantil: autoridades universitarias y expertos levantan las alertas

En 2017, el Servicio Médico y Dental de la U. de Chile, SEMDA, atendió casi siete mil consultas de estudiantes de nuestro plantel, vinculadas a salud mental. Los universitarios, son un grupo que presenta mayor prevalencia en patologías mentales que la población general, cuestión que afecta su rendimiento académico y su desarrollo laboral futuro. Atendiendo a este problema es que la Dirección de Salud de la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, VAEC, realizó un seminario, que tuvo como objetivo impulsar el intercambio y la articulación sobre la salud mental de los estudiantes al interior de la Universidad.

 “Articulación de saberes en Salud Mental: Innovando para contribuir a la promoción, prevención y abordaje clínico en estudiantes universitarios”, se tituló el seminario realizado este miércoles 5 de diciembre en Casa Central, en el que participaron autoridades, académicos y miembros de nuestro plantel vinculados al tema, con el fin de afrontar desde distintos ámbitos el problema de salud mental de los estudiantes, aportando elementos que permitan comprender la real dimensión de este tema. 


El año 2017 el Servicio Médico y Dental de la U. de Chile, Semda, que cuenta con nueve psicólogos y tres psiquiatras, realizó un total de 45.692 atenciones, de éstas un 14,72 por ciento -equivalente a 6,726 consultas-, fueron de salud mental.

La cifra no es casual: los estudiantes universitarios, según reveló en la jornada, la profesora Graciela Rojas de la Clínica Psiquiátrica de la U. de Chile, constituyen un grupo de alto riesgo en salud mental, superando la prevalencia en patologías de salud mental de la población general. Los síntomas de depresión, ansiedad y angustia son más comunes en este grupo en comparación con otros jóvenes de la misma edad.

Dentro de los problemas de salud mental más frecuentes entre los estudiantes universitarios a nivel nacional, están los trastornos mentales comunes, el uso de sustancias, los intentos de suicidio y los trastornos alimentarios. Estos problemas afectan el rendimiento académico e influyen en el abandono estudiantil, y también están asociados a un menor rendimiento ocupacional en el futuro.

En este escenario, la existencia de barreras en la búsqueda de ayuda y en el uso de los servicios tradicionales de salud estudiantiles, son temas claves a solucionar.

Un problema que se debe enfrentar      

“En primer lugar, debemos asumir que hay un problema, y en segundo lugar, debemos convocar a la ciencia y al buen sentido de la comunidad para que converjan”, afirmó el Rector Ennio Vivaldi, respecto al tema de la salud mental de los estudiantes de nuestro plantel.

El Rector aprovechó este espacio para invitar a los presentes a “ser capaces de convocar a la comunidad a asumir y hacer suya las soluciones que el problema tenga”.

Para el vicerrector de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, Juan Cortés, “la promoción de la salud, la prevención de las enfermedades, los programas e infraestructura deportiva, las residencias y los diversos sistemas de beneficios y mecanismos de apoyo al bienestar, no son concesiones graciosas ni caritativas, sino elementos centrales en la formación universitaria de excelencia, capaces de contribuir a un ambiente universitario saludable, beneficiando al estudiantado en tanto futuros líderes solidarios, equitativos y respetuosos de los derechos humanos”.

También presente en el seminario, la vicerrectora de Asuntos Académicos, Rosa Devés, aprovechó la oportunidad para subrayar la relevancia de este problema al interior de la comunidad universitaria, y la “importancia que alguien ofrezca de antemano la disponibilidad de ayuda. El alumno no es solo una nota”.

Al concluir la jornada, la directora de Salud Estudiantil, doctora Ximena Luengo afirmó que “no podemos restringir la salud mental a la psicología y psiquiatría. Hay una necesidad común para tener una buena práctica en este sentido. Muchos de nuestros estudiantes tienen muchas preocupaciones más allá de los estudios. Ya es suficiente de diagnósticos, es hora de actuar”, agregó que “todos, desde nuestros distintos roles, somos agentes de salud mental en la comunidad universitaria”.

Encuesta Facultad de Medicina

Dentro de los antecedentes presentados en la jornada, destacó la encuesta realizada por el Consejo de Estudiantes de la Salud, que presentó Diego Vidal.  El sondeo realizado entre el 18 y el 22 de noviembre de este año, fue respondido por 943 alumnos, y reveló preocupantes cifras en torno al tema, a saber: un 43,3 por ciento de los encuestados señaló haber tenido pensamientos suicidas en el curso de este año, y el 95 por ciento de los encuestados cree que las autoridades y los docentes no toman en cuenta la salud mental del estamento estudiantil. 

Entre los factores vinculados al proceso académico, la carga académica (90,6 por ciento) y las evaluaciones (64,4 por ciento), fueron mencionados por los estudiantes como los que más afectan su salud mental.


Dentro de los expositores estuvieron el doctor Roberto Aceituno, Decano de la Facso y Julio Salas, Subdirector de la Escuela de Ingeniería y Ciencias; los doctores Graciela Rojas y Vania Martínez, investigadores del Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP) y del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental del Adolescentes y Jóvenes (Imahy); Doris Riquelme, coordinadora del Programa de Autocuidado y Apoyo Psicosocial, Dirbde-Vaec; Doctor Pedro Zolezzi, psiquiatra de la Unidad de Salud Mental del Semda y Karla Toro, Presidenta de la Fech.

Fuente: Diego Zurita, VAEC U. de Chile.

PorImhay

Investigadora Imhay participó en encuentro de Salud Mental Global

Invitada por la Universidad de Columbia, la psiquiatra y Profesora Titular de la Facultad de Medicina, dio a conocer información sobre el sistema de salud chileno, los desafíos que aún se deben enfrentar y las oportunidades que otorga el uso de tecnologías para disminuir las brechas de acceso a servicios especializados de psiquiatría y psicología.

Como única representante de Latinoamérica, la doctora Graciela Rojas, académica del Hospital Clínico e Investigadora Asociada del nuevo Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) de la Facultad de Medicina, fue invitada en calidad de experta a un encuentro organizado por el Programa de Salud Mental Global de la Universidad de Columbia, Estados Unidos.

Este programa internacional, albergado en el Centro Médico de dicho plantel universitario, busca promover la salud mental y reducir la carga de enfermedades mentales en todo el mundo a través de la educación, investigación y capacitación, con el objetivo de desarrollar intervenciones eficaces y accesibles para la prevención y tratamiento de patologías mentales, misión que lo ha convertido en un referente en el área.

La presentación de la profesora Rojas se tituló “Chile: e-mental health para mejorar el acceso a servicios especializados”, con la cual dio a conocer tres iniciativas de investigación en las que participa y que incorporan elementos tecnológicos como herramientas de intervención en depresión. Esto dio paso a una  discusión respecto a las limitaciones y oportunidades que otorga la tecnología para reducir la brecha de acceso a tratamientos especializados en países con distribución inequitativa de recursos, como el caso de Chile.

De acuerdo a lo expuesto por la especialista, si bien el acceso a tratamientos en salud mental en nuestro país hoy es menos desigual, aún persisten inequidades. “Después de 25 años de políticas de salud mental relativamente exitosas, la prevalencia de trastornos mentales sigue siendo alta en Chile y esto se debe a distintos factores: persistencia de inequidades en sectores como vivienda, trabajo, educación; en la calidad de los servicios de salud mental ofrecidos y barreras que dificultan el acceso a atención especializada en este ámbito, por ejemplo, en la derivación de pacientes con patología mental severa en los diferentes niveles de atención de salud. También ocurre que los servicios especializados de salud mental siguen concentrándose en las grandes ciudades”, indicó Graciela Rojas.

Además, la profesional señaló que junto a los niños, los ancianos y grupos indígenas, los adolescentes serían la población donde aún persisten inequidades en el acceso y cuidado de la salud mental, por lo que se hace necesario crear intervenciones con apoyo de tecnología para prevenir y tratar la depresión infanto juvenil, dado el reducido número de especialistas para este grupo etario. “Desarrollar intervenciones basadas en internet para prevenir o tratar los trastornos del ánimo en adolescentes y jóvenes puede ser una forma razonable de abordar la grave escasez de recursos especializados de atención de salud mental y una oportunidad para disminuir las brechas de acceso y también las geográficas”, señaló, agregando que, “considerando que este grupo está familiarizado con el uso de tecnologías, es de gran importancia comenzar a incluir su parecer en las investigaciones que se están realizando a nivel mundial”.

En este marco, la psiquiatra aprovechó la ocasión para dar a conocer a nivel internacional al nuevo Núcleo Milenio Imhay, centro de investigación recientemente adjudicado por nuestra Universidad, y que reúne a un grupo de profesionales e investigadores, quienes buscarán generar evidencia sobre intervenciones para mejorar la salud mental de adolescentes y jóvenes, por medio del uso de estrategias que apuntan a la educación y sensibilización, promoción universal y focalizada, y tratamiento precoz en esta temática, fomentando el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones en las intervenciones.