La investigadora profundizó en la complejidad del fenómeno suicida, señalando que se trata de un proceso multifactorial donde influyen aspectos biológicos, sociales y emocionales. En este sentido, recalcó la importancia de fortalecer las redes de apoyo y derribar el mito de que solo los especialistas pueden intervenir: “No hay que ser especialista para hablar de suicidio. Eso también es otro mito”, indicó, refiriéndose a estrategias comunitarias como los gatekeepers, que capacitan a personas para escuchar y acompañar.
Asimismo, Vargas abordó el rol del lenguaje en la construcción social del suicidio, llamando a eliminar expresiones como “suicidio fallido” o “cometer suicidio” por su connotación negativa. En su lugar, propuso el uso de un lenguaje seguro y empático, que reconozca el sufrimiento sin juzgarlo. “Hablar del suicidio con respeto y cuidado también es una forma de prevención”, concluyó.
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