El investigador principal de Imhay y académico de la Universidad de los Andes participó en esta actividad que tuvo por objetivo conectar el lado académico con el lado investigativo de alumnas de dicha casa de estudios.
Para el investigador de Imhay y académico de la Facultad de Educación de la UAndes, Dr. Jorge Gaete, los colegios pueden apoyar, pero especialmente los padres deben aportar en el desarrollo de la regulación emocional en dos etapas claves en el crecimiento de los niños: de 3 a 5 años; y 10 y 14 años.
Alumnas de cuarto año de Pedagogía Básica y Básica Bilingüe de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes asistieron al conversatorio: “Desafío de la Convivencia Escolar actual”, actividad que estuvo a cargo del también director del Centro de Investigación Salud Mental Estudiantil (ISME) de la UAndes, Dr. Jorge Gaete y la directora de la carrera Andrea Pardo.
En el conversatorio se realizaron una serie de intercambio de opiniones en base a distintos criterios que tienen que ver con la convivencia escolar en los colegios y otros factores que influyen en este ámbito, buscando dar con su origen y estrategias para combatirla.
“Por qué se produce la violencia. La explicación es multifactorial. Los factores van desde el individuo, la escuela, la sociedad o la familia, y, por lo tanto, uno no podría aludir a una causa en particular”, mencionó El Dr. Jorge Gaete.
“Hay algunas variables que se han desarrollado en el tema de la violencia escolar, como el desarrollo de la regulación de la conducta. Esto es importante porque hay muchos casos donde hay dificultades sobre cómo distinguir las emociones, por ejemplo, en base a las distintas situaciones que les toca vivir”, sostuvo.
Para el investigador de Imhay, los colegios pueden apoyar, pero especialmente los padres deben aportar en el desarrollo de la regulación emocional en dos etapas claves en el crecimiento de los niños: de 3 a 5 años; y 10 y 14 años.
¿La pandemia influye?
“La pandemia influye en este aspecto. Hay pocas oportunidades para entrenar estas habilidades, desde 5to a 4to medio. Por otro lado, hay alrededor de un 75% “en riesgo” en esa habilidad. Otro elemento para poder dar cuenta de las dificultades que tienen algunos chicos. La pandemia en parte imposibilitó eso porque redujo ese espacio de conexión”, mencionó el académico de la Facultad de Educación.
Otro de los factores que inciden en que se produzca violencia en los establecimientos educacionales, es la violencia doméstica: “1 de cada 3 niños recibe violencia ya sea psicológica o física”, puntualizó Gaete. Para el académico “es una preocupación”, porque por distintas fuentes uno puede decir que esa violencia incide en el comportamiento que el niño puede tener en el establecimiento. El cómo enfrentarán los padres problemas en pandemia, por ejemplo, es cómo lo aprenderán los hijos. Resaltando que enseñar moderamiento “es clave”.
El investigador piensa que es importante que se entienda cómo se pueden ir formando ciertas conductas cuando se busca resolver problemas con los niños. Hay un proceso familiar coercitivo, donde hay cosas que hay que “cortar”, y que varios programas de parentalidad enseñan a cortar ese proceso. “Muchos chicos que expresan violencia en las escuelas se producen porque en el ámbito familiar sufrió violencia”, sostuvo.
Entonces, son dos factores, personales y familiares que son importantes para poder entender por qué se da la violencia escolar.
¿Qué se hace para prevenir la violencia en el largo plazo?
Estrategias que apunten al desarrollo emocional y buscar incidir en evitar problemas de desarrollo de resolución de problemas sociales (Competencia Social), al considerar las emociones del otro en los momentos en que yo actúo.
Además de los padres, los docentes también juegan un rol al momento de buscar prevenir la violencia en el aula: “¿Qué puedo hacer como docente?”, se pregunta Gaete. “Lo ideal, es entrenarse en un programa de habilidades socioemocionales”, subrayando que “meterlo en el currículo e ir aplicándolo desde los cursos más tempranos – prekínder-” es lo recomendable. Para así, ir luego probándolo en distintos años escolares, y determinar sus efectos; pero que el colegio implemente programas como estos, de base.
“También trabajar en los valores y creencias que tienen los profesores acerca de la violencia. Muchas veces el problema de la violencia está internalizado en la relación que ellos tienen con los estudiantes. Entrenarse en disciplina positiva, que ayuda y enseña a cambiar la conducta. Por último, manejo de aula”, finalizó.
Fuente: Bárbara Olave, Universidad de los Andes.
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